27/6/17

POR SI TE QUEDAN DUDAS.....DONDE ESTUVIMOS !!!








Fundamento




Señores Presidentes HCD/HCS , el Poder Legislativo dicta leyes materiales que crean un derecho originario y nuevo, que involucra una decisión política, pero asimismo dicta también leyes formales que no contienen normas jurídicas de carácter general, permanentes y coactivas pero que guardan la forma de la ley, por ejemplo cuando otorga una pensión o al declarar la intervención federal (Art. 99, inc. 6 de la Constitución Nacional (CN) ) o al autorizar al presidente a salir de país (artículo 99, inc. 18 de la CN)o permite la salida de tropas nacionales al exterior (Art. 75, inc. 28 CN).

Si bien la atribución principal del Congreso más conocida es legislar, recordemos que otrora su creación fue originada – históricamente- para que ejerza el control de los gastos realizados por el poder ejecutivo, sobre todo la fijación de tributos al pueblo. La importancia de la función legislativa del Congreso queda consagrada en el artículo 75 de la CN, el cual en sus 32 incisos determina el objeto de esa legislación: “Hacer todas las leyes y reglamentos que sean convenientes para poner en ejercicio los poderes antecedentes, y todos los otros concedidos por la presente Constitución al Gobierno de la Nación Argentina” (Art. 75 inc.32 CN).

El Gobierno Argentino a través del Decreto N° 1560/90 del 13 de Agosto de 1990, ha adoptado las medidas necesarias para incorporar al derecho Nacional lo dispuesto por el Consejo de Seguridad de las Organización de las Naciones Unidas en su resolución N° 661/90.

Que la Resolución N° 665/90 párrafo primero "insta a los Estados Miembros que coopere con el Gobierno de Kuwait que está desplegando fuerzas marítimas en la región, a que utilicen las medidas proporcionados a las circunstancias concretas que sean necesarias bajo la autoridad del Consejo de Seguridad para detener a todo el transporte marítimo que entre y salga a fin de inspeccionar y verificar sus cargamentos de las disposiciones relativas al transporte marítimo establecidas en la Resolución 661/90 y el párrafo tercero, en el cual se "pide a todos los Estados que presten con arreglo a la Carta la asistencia que requieran los Estados mencionados en el párrafo 1 de esta Resolución.

Que el Gobierno Argentino ha recibido solicitudes de asistencia por parte del Gobierno del Estado de Kuwait de conformidad con los términos de la Resolución 665/90 citada precedentemente:

Que de acuerdo con los compromisos Internacionales asumidos, la República Argentina se ha comprometido a prestar ayuda la Organización de las Naciones Unidas en las acciones que esta ejerza de conformidad con la Carta.

La Ley 23.904 en el Art. 1° Dice Autorizase al Poder Ejecutivo Nacional a que a partir de la fecha de vigencia de esta ley pueda disponer las medidas adecuadas para que, de conformidad con la solicitud formulada por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a todos los Estados, contenida en el párrafo 3 de su Resolución 678 (1990) adoptada el 29 de Noviembre de 1990 la Fuerza Argentina en el Golfo Pérsico preste el apoyo apropiado a las acciones que pudieran emprenderse en aplicación del párrafo 2 de la citada Resolución, no pudiendo realizar las acciones bélicas directas a las que alude este último párrafo.

Operaciones. La primera tarea asignada a las fuerzas navales, por resolución 661/90 fue la de forzar las sanciones económicas impuestas a Irak por el Consejo de Seguridad de las NN.UU. Las diferentes armadas participaron colectivamente como una Fuerza de Interceptación Marítima (MIF), conformando una fuerza organizada para interceptar la carga prohibida que fuera transportada por buques que zarparan o recalaran a los puertos de Kuwait e Irak. Las armadas de la región del Golfo contribuyeron a patrullar sus propias costas. 


Las trece armadas no regionales que integraron la coalición compartieron cuatro sectores de operación, en los cuales el oficial más antiguo de cada uno asumía como coordinador local: - En el mar Rojo: Francia, Grecia, España y EE.UU. - En el golfo de Adén: Francia. - En el golfo de Omán: Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Francia, Holanda, España y EE.UU. - En el golfo Pérsico: Dinamarca, Italia, Noruega, Reino Unido y EE.UU. Cuando comenzó la acción militar, las tareas de la fuerza naval internacional se ampliaron. Las armadas regionales se concentraron en el patrullaje de sus costas y en la protección de sus intereses costeros. Las unidades de combate de Kuwait, Arabia Saudita, Reino Unido y EE.UU. 

Se integraron para desarrollar operaciones ofensivas anti superficie. Los buques de guerra de Argentina, Australia, Canadá, Dinamarca, Francia, Italia, Holanda, Noruega y España, proporcionaron protección a las fuerzas logísticas de combate. Es destacable que este amplio despliegue de operaciones navales se haya ejecutado exitosamente, sin existir una estructura de mando formal. 


Sin embargo, se presentaron dos factores que ayudan a explicar esta situación. Primero, once de las trece armadas no regionales de la coalición, pertenecían a una misma organización militar, la OTAN; las otras dos, de Australia y Argentina, se habían ejercitado por muchos años con la Armada de EE.UU., hecho que les facilitó la uniformidad de procedimientos y de comunicaciones para desempeñarse eficazmente en una fuerza combinada. El segundo factor, y probablemente el más importante, fue el bajo nivel de amenaza existente, pues más de 143 embarcaciones de Irak, la mayoría lanchas rápidas, fueron destruidas o seriamente dañadas durante la guerra. Aquellas atacadas en el mar, fueron hundidas por aviones y helicópteros, desde una distancia superior al alcance de las armas iraquíes. De hecho, ningún buque de la coalición fue atacado ni por buques ni por aeronaves y la única amenaza estaba materializada por más de 1.167 minas fondeadas por Irak durante el conflicto. 


La Armada de Argentina contribuyó con dos grupos de tarea de dos buques cada uno. El primero, zarpó del puerto Belgrano el 25 de septiembre de 1990, compuesto por el destructor Meko 360 ARA Almirante Brown, construido en Alemania en 1983 y la corbeta Meko 140 Almirante Spiro, de diseño alemán, construida en Argentina y comisionada en 1987. El segundo grupo de tarea argentino, fue desplegado desde puerto Belgrano en febrero de 1991, para relevar al primero. Estaba compuesto por la corbeta Meko 140 ARA Rosales, construida en Argentina y comisionada en 1986, y el buque de carga de la clase Costa Sur, ARA Bahía San Blas, construido en Argentina en 1978. 

La decisión política de enviar estos buques fue adoptada por orden ejecutiva del presidente, quien autorizó al grupo de tarea a monitorear y controlar el cumplimiento de la resolución N° 661/90 del Consejo de Seguridad de las NN.UU. Es decir, autorizaba a los buques a participar en las operaciones navales necesarias para materializar el embargo, impuesto por las NN.UU. a Irak, misión que se traducía en múltiples tareas de interceptación de buques mercantes en el mar, para controlar el tráfico de mercantes en el área y chequear la carga transportada desde y hacia los puertos de Irak y Kuwait. Posteriormente, cuando se inició la acción militar, el Congreso argentino emitió una ley que autorizó el enfrentamiento en combate de sus buques, permitiéndoles participar en operaciones de escolta y emplear el armamento en acciones de autodefensa, sin facultarlos a participar en acciones de carácter ofensivo.

El despliegue del primer grupo de tarea duró cerca de ocho meses. Cada buque operó más de 120 días en el teatro; primero en el golfo de Omán como parte de la Fuerza de Interceptación Marítima, desde el 28 de octubre hasta el 30 de noviembre de 1990; posteriormente en el golfo Pérsico, desde el 1 de diciembre de 1990 hasta el 2 de marzo de 1991. Entre octubre y noviembre, interceptaron 761 buques mercantes en el estrecho de Ormuz. Desde diciembre a marzo, participaron en 17 misiones de escolta, desde el área sur del golfo Pérsico hacia las áreas de ataque al norte del golfo, donde operaba el grupo de batalla. Cada combatiente navegó 25.000 millas náuticas en el teatro de operaciones y más de 20.000 millas en tránsito desde Argentina hacia el Medio Oriente y de regreso. En el segundo grupo de tarea, la corbeta ARA Rosales navegó 11.760 millas náuticas en el teatro, interceptando 337 buques mercantes, permaneciendo fuera de puerto base por cinco meses y medio. Ninguno de los grupos de tarea sufrió daños al material ni heridas personales durante la activa y exitosa participación en el golfo Pérsico.



Los grupos de tarea argentinos pudieron cumplir sus misiones en forma exitosa, especialmente después de iniciadas las hostilidades, cuando debieron escoltar a los buques que materializaban el tren logístico aliado y patrullar ciertas áreas para proteger a algunas unidades navales mayores. En esa etapa, los buques se mantuvieron bajo el mando nacional, pero bajo el control táctico del comandante del grupo de tarea canadiense, que como comandante de la Fuerza Logística Combinada (CLF), condujo en excelente forma a las unidades de las armadas que la integraban (Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, Francia, Italia, Holanda, Noruega, España, por lo expuesto lo lograron los 476 hombres de la Marina Argentina. En la cual la Armada Argentina condecora por Resolución EMGA N° 328/13 "Operaciones Internacionales" la distinción de Crisis de Guerra (C/G), además de las ya condecoraciones del Emiratos Saudita y de Kuwait.

Solicitando una Pensión por Veteranos del Golfo Pérsico por ser excombatiente de Guerra "Tormenta del Desierto".



En merito a lo expuesto, solicito que acompañen con su voto el presente Proyecto de Ley.-

Posición de los Buques de Guerra en el Golfo Pérsico fue Latitud 27°,7505 Norte y Latitud 50°,6834 Este


DISTINGUIENDO CONCEPTOS ENTRE FUERZA DE PAZ Y OPERACIONES BÉLICAS



Por principio de cuentas y hasta el momento, las naciones como entes soberanos siguen existiendo, pese a las aberraciones intervencionistas que hemos venido viendo en estos últimos 26 años.

Esto quiere significar que, las decisiones de estos estados, deberán estar basados en el consenso interno y luego, cuando la legalidad se encuentre debidamente fundada en el encuadramiento de la ley internacional, acceder a colaborar con las decisiones de un ente como la ONU que en el marco de la Carta de Naciones Unidas y de un verdadero debate democrático, dará la legitimidad para una intervención sobre otro estado. Esto último claro, en referencia a las situaciones extremas en las que la necesidad y las previsiones de la ley lo determinen.

Cuando hace veintiseis años atrás, el gobierno del entonces Dr. Carlos Saúl Menem decidió enviar dos barcos de guerra al Golfo, se le dijo a la población que esta misión estaba enmarcada en los mandatos que surgían de las resoluciones de Naciones Unidas y de la obligación de la Argentina que como parte de la comunidad internacional, se encontraba obligada en prestar toda la colaboración necesaria para salvar la crisis que comenzó en aquel 2 de agosto de 1990.

A simple vista y sin ahondar en los verdaderos alcances de las directivas que salieron de la ONU por el incidente entre Iraq y Kuwait, el gobierno argentino tomaba una posición comprometida y hasta riesgosa en aras de cumplir con la ley internacional. Eso a simple vista.
Al detenernos a ver más detalladamente cuáles fueron los fundamentos legales por los cuales el Dr. Menem y sus asesores del ministerio de relaciones exteriores dieron luz verde a la remisión de los buques “ARA Brown” y ARA “Spiro”, podremos comprobar que los alegados compromisos legales internacionales –y por ende obligatorios- no solo no existieron sino que aun más, nunca fueron tales, quedando como únicos elementos sustanciales para la decisión de Menem, un mero interés político y geoestratégico que se basaba en una agenda ambiciosa con pretensiones a las que eran muy difíciles de llegar.

En ese sentido, los arreglos que se hicieron para decidir involucrar a la Armada con dos buques que reunieron más de quinientos hombres, fueron realizados fuera de consultas al Parlamento evidenciando con ello, una clara conducta temeraria de un presidencialismo anquilosado que pudo haber traído funestas consecuencias sobre la vida de los hombres enviados.

Yendo al centro del asunto y analizando la letra fría de la ley, para comenzar debemos saber que la Carta Orgánica de Naciones Unidas tiene rango constitucional siendo más bien, ley de la Nación, atento a su recepción implícita en nuestra legislación por ser nuestro país, parte de la organización internacional creada en 1945. En el caso de la intervención para el mantenimiento y el restablecimiento de la paz (previsto en el Cap. VII) obliga a los estados miembros (Cfr. art. 43), a colaborar con las previsiones que el mismo capítulo determina, previo tratamiento y resolución del Consejo de Seguridad.


Pero en ningún momento el Consejo de Seguridad fue más allá de lo dispuesto por el art. 41 y menos aún, obligo por no haberse emitido resolución para ello, a que los países miembros se prestaran a cooperar en posibles operaciones militares para hacer cumplir con las resoluciones que, cabe recordar SON FACULTATIVAS para todos los estados.

Claramente, las prescripciones que se refieren a la posible formación de una fuerza de paz, no fueron el fundamento para formar la fuerza de Coalición liderada por EEUU. Muy por el contrario, las previsiones de dicho artículo dejan bien en claro cuáles son los requisitos que se deben cumplir para, primeramente, tratar la posibilidad de erigir una “fuerza de paz” que tal como lo define el término, busca consolidar la paz. Lo previsto por el art. 42 de la Carta reza claramente;

Si el Consejo de Seguridad estimare que las medidas de que trata el Artículo 41 pueden ser inadecuadas o han demostrado serlo, podrá ejercer, por medio de fuerzas aéreas, navales o terrestres, la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales. Tal acción podrá comprender demostraciones, bloqueos y otras operaciones ejecutadas por fuerzas aéreas, navales o terrestres de Miembros de las Naciones Unidas.

De ello podemos ver que la Argentina no fue requerida para conformar una “fuerza de paz” de la que refiere el artículo 42, sino que, ajena a esta previsión, adhirió a una elaboración militar planificada y coordinada por EEUU y bajo la dirección, comando y control de altos oficiales de las Armadas estadounidenses, británica y francesa. Este punto en especial, fue una de las condiciones que Washington y sus generales del Pentágono impusieron para no compartir el mando de las operaciones con la ONU. Prueba de esto último ha sido que jamás se conformó el llamado “Comité del Estado Mayor” que es un órgano militar contemplado por Naciones Unidas para asesorar al Consejo de Seguridad (Cfr. art. 47)

Otra prueba de lo anterior, es que no existe en los archivos de Naciones Unidas y en lo referente a las misiones en las que se formaron “Fuerzas de paz” hasta la fecha del 19 de enero de 1991, ningún documento sea este, resolución, directiva, sugerencia, dictamen o memorando que indique la conformación de algún Comando de operaciones para fuerzas de paz en Iraq dentro del período comprendido entre el 3 de agosto de 1990 hasta abril de 1991. En todo ese lapso de tiempo no existió intervención operacional de tropas de cascos azules ni auxiliares con funciones de observador.

Ha quedado claro y las evidencias históricas lo demuestran, la coalición que intervino bajo la denominación “Tormenta del Desierto” en 1991, no fue una fuerza de paz sino que, se trató de una fuerza ofensiva que, ajena al control del Consejo de Seguridad, llevó adelante una campaña bélica que sigue teniendo consecuencias hasta el presente. Haciendo una comparación sobre los alcances en los términos que se vinculan a las previsiones de la ley internacional, vemos que el concepto de “Guerra” nos habla de un choque armado entre dos o más bandos; “Fuerza de paz” parece enunciar la antítesis o al menos, enderezada a mantener la paz. Refiere al no uso de la fuerza, salvo una agresión que conmine a la respuesta razonable y proporcional a la primera.




Y si el concepto no resultase suficientemente gráfico para ilustrar las diferencias, cuando se refiere las fuerzas de paz de la ONU, estás están representadas en cuerpos militares denominados “Cascos azules” quienes visten con uniformes, distintivos y bajo las ordenes de Naciones Unidas. Como puede verse, en el caso de la crisis y la guerra del golfo, no hubo despliegue de este tipo de fuerza.

El marco general de lo que fue esa Coalición, puede verse huérfana de legitimidad. A partir de allí podremos ver que la decisión adoptada por la Casa Rosada, también estuvo floja de papeles y los argumentos vertidos para autorizar la intervención en una fuerza que no estaba tutelada ni dirigida por Naciones Unidas, hoy se evidencian tan ambiguos como inexactos.

Tal cual y por lo antecedentes que surgen de la decisión del gobierno argentino, esta no solo no cumplió con los mecanismos legales y constitucionales que el envío de tropas al extranjero requiere sino que además, la misión tuvo como destino el apoyo de hostilidades de gran intensidad. Recordando que las resoluciones 660/90 y 665/90 eran –y en su naturaleza jurídica siguen siendo- de carácter FACULTATIVO y que no representaban como mandatos para acciones militares, las mismas no eran sustento para la decisión.

Recordemos que las tratativas del gobierno de Menem con Washington, estaban en un marco previo de alineamiento automático y que con la repentina explosión de la crisis del golfo, sirvió de oportunidad para subirse al bote de la historia. Según los documentos de la Consejería del Ministerio de Relaciones Exteriores, los argumentos para autorizar la salida de estas tropas se veía bastante complejo ya que era necesaria la supervisión, cuando menos, del Congreso. Sigue diciendo uno de los dictámenes que “resulta abusivo que en el marco del requerimiento formulado en la resolución 665/90 se interprete como obligatorio”, por lo que resultaba abusivo que existiría una autorización tácita del Congreso nacional para la salida de los barcos”.

Una vez que los buques se hallaron en la zona de conflicto, desatada la contienda e involucrados en las operaciones lejos de haberse ordenado su regreso o retirarse a puertos neutrales, por una ley sancionada bajo el impero de las circunstancias entre gallos y medias noches (Se sancionó la Ley 23.904/91), se comprometió a las dotaciones a plegarse a la contienda apoyando a las fuerzas de la coalición. Esta actividad que, cabe señalar, no estuvo exenta de peligros, es suficientemente sustancial para demostrar la calidad de parte en el conflicto y en el desarrollo de actos de guerra a favor de uno de los bandos.

Analizados estos antecedentes legales y los hechos notorios que representaron la crisis del golfo y que culminaron en un enfrentamiento bélico de alta intensidad, queda claro que de “fuerza de paz” no hubo nada.



Sera Justicia

"LA MADRE DE TODAS LAS BATALLA 1990/1991

VETERANOS DE HOY, DE MAÑANA Y DE SIEMPRE

PARA QUIENES NO ENTIENDEN POR QUE SOMOS VETERANOS DEL GOLFO PERSICO, ACA UNA BREVE EXPLICACION, SEÑORES LEGISLADORES, DE LA NACION ARGENTINA ACA TIENEN COMO AVERIGUAR COMO SE INICIO TODO " LA MADRE DE TODAS LAS BATALLAS" . O SON NOVATOS EN TEMA DE LEGISLACION, ACA MIRANDO Y RAZONANDO TRATARAN DE ENTENDER POR SU POCOS AÑOS EN ESE TIEMPO..FELICITO AL QUE ME CONTESTE....

Guerra del Golfo Pérsico
16-01-1991

La llamada Guerra del Golfo Pérsico o simplemente Guerra del Golfo, también conocida como Operación Tormenta del desierto, fue la guerra que se dio desde el 15 de enero de 1990 a 1991 entre Irak y una coalición internacional, compuesta por 34 naciones y liderada por Estados Unidos, como respuesta a la invasión y anexión de Irak al emirato de Kuwait. En Irak, la guerra es con frecuencia llamada simplemente Um Maarak que significa "La Madre de todas las batallas".

El inicio de la guerra comenzó con la invasión iraquí a Kuwait, la cual fue inmediatamente sancionada económicamente por las Naciones Unidas. Las hostilidades dejaron como resultado una crucial victoria por parte de las fuerzas de la coalición, lo cual condujo a que las tropas iraquíes abandonaran Kuwait, dejando un saldo muy alto de víctimas humanas.








20/6/17

Cuando un estado no se pone de acuerdo..esto termino en una guerra "Tormenta del Desierto"


VETERANOS DE HOY, DE AYER Y DE SIEMPRE



PARA LOS TRES PODERES DE LA NACION Y EXCOMBATIENTES DEL GOLFO PERSICO, COMO SE VIVIO LOS MOMENTO EN EL CONGRESO EN ESA EPOCA 1990/1991 Y TOMAR LA DECISION DEL ENVIO DE NAVES DE GUERRA AL GOLFO NO FUE FACIL. PERO AL LEER SE DARAN CUENTA QUE YA TODO ESTABA ORQUESTADO POR EE.UU Y NADA PODIA HACER LA ONU. LOS RESPONSABLES DE LA NO INFORMACION EXACTA DE LOS ACONTECIMIENTO QUE HOY BREGAMOS POR UNA LEY: EX -PTE MENEM, EX-PTE EE.UU JORGE BUSCH, ALTE OSSE, ALTE FERRER, ALTE MOLINA PICO, EX MINISTRO DEFENSA HUMBERTO ROMERO Y EX-CANCILLER DOMINGO CAVALLO

La participación argentina en la Guerra del Golfo

Así como las medidas de apertura económica y reforma del Estado adoptadas desde julio de 1989 fueron la manifestación interna del ingreso al patrón de "relaciones especiales" con Estados Unidos, la participación argentina en la Guerra del Golfo a partir de septiembre de 1990 constituyó la primera medida trascendente que demostró la adopción de dicho patrón en el ámbito de la política exterior. Fiel a su perfil occidentalista pero no automático, el gobierno argentino se mostró inicialmente renuente a la alternativa de un envío inmediato de tropas a la zona en conflicto hasta que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas así lo requiriese. Esta posición de bajo perfil, más humanitaria que política, respecto del conflicto en su primera etapa puede rastrearse, con diversos matices, en las declaraciones que durante agosto de 1990 efectuaron al respecto el presidente Carlos Menem:

su hermano, el senador Eduardo Menem
y el entonces canciller Domingo Cavallo.


 Ex-Senador Eduardo Menem



Ex-Canciller Domingo Cavallo



Por cierto, esta reticencia inicial estuvo íntimamente ligada a dos factores:

La existencia de una óptica liberal wilsoniana en versión periférica en los responsables de la política exterior del gobierno de Menem, de enfático apoyo a las intervenciones multilaterales en defensa de los derechos humanos y las libertades democráticas (elemento que compartía con la versión original del liberalismo wilsoniano), pero a la vez reticente respecto de las acciones unilaterales de Estados Unidos; y la percepción del alto grado de resistencia que presentaría en las bancadas radical y peronista la aprobación del envío de fuerzas sin resolución previa del Consejo de Seguridad.

Frente a las voces reticentes dentro del gobierno, los funcionarios cercanos al entorno presidencial y los oficiales de las Fuerzas Armadas sostuvieron la conveniencia del envío inmediato de tropas al Golfo como un "gesto" destinado a la Casa Blanca.

Señalaban que la necesidad de que se produjese ese gesto había sido sugerida por Washington al menos en dos ocasiones: durante la entrevista pedida de modo urgente al presidente Menem por el vicepresidente norteamericano, Dan Quayle, en Colombia, durante la asunción del presidente César Gaviria Trujillo, y en una reunión que altos funcionarios de la Cancillería mantuvieron con representantes de la Embajada de Estados Unidos, entre ellos, el consejero político, James Walsh.

Este sector proclive a una respuesta inmediata en favor de la participación de efectivos remarcó la necesidad de aprender de las "lecciones del pasado", es decir, las derivadas de la tardía declaración de guerra por parte de la Argentina al Eje, en 1945, que le costó a Argentina un tratamiento muy diferente que el que tuvo Brasil, premiado con inversiones productivas por los miles de brasileños muertos en Europa durante su participación en la Segunda Guerra.

Tras el envío de dos cartas al presidente Menem (la de su par norteamericano, George Bush, del 20 de agosto, agradeciéndole su preocupación por la situación en el Golfo Pérsico; y la del jefe de Estado de Egipto, Hosni Mubarak, del 13 de septiembre, en la que éste explicaba al mandatario justicialista las razones por las cuales el mundo debía reaccionar en bloque ante la agresión de Irak a Kuwait), el presidente argentino abandonó su bajo perfil inicial y adhirió a la posición norteamericana, partidaria del envío de tropas aún sin la aprobación de la ONU.

Así, el 16 de septiembre, Menem señaló que su gobierno "enviará tropas al Golfo Pérsico sin ningún tipo de consulta "si el objetivo perseguido es consolidar la paz". En ese caso, anunció el primer mandatario, "sólo consultaré a sectores de la comunidad. Pero si se tratara de tropas de intervención (...) tendría que resolver el Congreso". Hasta ese momento, el discurso del Gobierno había consistido en afirmar que no se enviarían fuerzas militares si no lo pedían las Naciones Unidas, pero el presidente no aludió en sus declaraciones del 16 de septiembre a la ONU cuando admitió la posibilidad de que "tropas para consolidar la paz" -integradas sólo por oficiales y suboficiales- sean despachadas sin consulta legislativa.

Acorde con el cambio en la posición del presidente Menem, su canciller, Domingo Cavallo, anunció en un mensaje difundido por radio y televisión el 18 de septiembre de 1990, la partida de oficiales y suboficiales de las Fuerzas Armadas argentinas para "ayudar a restablecer la paz y evitar una tragedia de imprevisibles consecuencias en la zona en conflicto". Cavallo aclaró que los efectivos argentinos "no van a emprender acciones bélicas" y justificó la decisión de enviar tropas, remarcando que:

"Si la Argentina quiere participar de los beneficios del proceso de gestación de un nuevo mundo de paz y progreso, debe asumir las responsabilidades. Frente a la actitud del régimen de Bagdad, la indiferencia implica atraso y aislamiento."

El 19 de septiembre, el presidente Menem justificó el envío de tropas al Golfo Pérsico, al asegurar que:

"(…) al pedirlo un país integrante de las Naciones Unidas (Kuwait) es como si la UN lo hubiera pedido. (…) la Argentina no puede darse el lujo, en este momento que estamos emergiendo de una crisis, de quedar aislada del resto del mundo (…) Estamos en otro mundo, en el que la neutralidad no existe (...) no son tropas intervencionistas sino para consolidar la paz, para evitar las consecuencias de un enfrentamiento".

Sobre la decisión tomada Menem reconoció que él se había manejado "con la Cancillería" y al preguntársele si fue sometida a consulta alguna dijo que:

"(…) esto es una cuestión del Gobierno y no de los partidos políticos."

Por cierto, esta última afirmación del presidente hacía referencia a la existencia de voces contrarias al envío de tropas tanto dentro de las filas de la oposición como del partido entonces gobernante. Ejemplo del primer caso fue la iniciativa del ex-canciller radical y entonces diputado Dante Caputo de interpelación a los ministros de Defensa y de Relaciones Exteriores, Humberto Romero y Domingo Cavallo, para que informaran verbalmente en la Cámara Baja las razones del envío de tropas. Aunque esta iniciativa de Caputo, propuesta por el diputado de la UCR César Jaroslavsky, tuvo el respaldo de los diputados provenientes del Partido Socialista Unificado, del Partido Federal-Buenos Aires, del Movimiento al Socialismo, del Partido Intransigente, del Partido Socialista Popular, de la Democracia Cristiana de Córdoba, y de Bandera Blanca, no contó con los dos tercios necesarios por la oposición de los diputados del PJ y de la UCD.

Ex-Ministro de Defensa Humberto Romero

Por su parte, el 20 de septiembre, el bloque de senadores del PJ demostró su disconformidad con la decisión unilateral del gobierno, la que incluyó una acalorada discusión de dicho bloque con el canciller Domingo Cavallo y con el ministro de Defensa, Humberto Romero. Otra importante señal de divergencia en las filas del oficialismo tuvo lugar días después, cuando mientras el presidente del bloque justicialista de Diputados, José Luis Manzano, aseguraba que Argentina podría enviar más efectivos militares al Golfo "si lo piden las Naciones Unidas o los países que están participando en el embargo", el propio presidente de la Cámara de Diputados, el justicialista Alberto Pierri, criticó la decisión presidencial de enviar tropas al Golfo Pérsico, opinando que las naves argentinas iban a realizar "un viaje turístico, porque estos dos barquitos no pueden modificar nada" -aunque poco después sostuvo que su afirmación no implicaba dejar de apoyar la decisión del gobierno de enviar tropas al Golfo-. Asimismo, el secretario general de la central sindical, la Confederación General del Trabajo (CGT), Saúl Ubaldini, señaló también su rechazo al envío de tropas, destacando que:

"nunca fuimos una nación mercenaria o una colonia proveedora de carne de cañón para defender intereses ajenos. No podemos aceptar el argumento utilitario según el cual esta intervención podrá procurar, en el futuro, ventajas económicas a nuestro país".

Otro indicio de la existencia de voces divergentes fue la decisión del presidente Menem, de disponer, el 22 de septiembre, el "cese inmediato" del diputado provincial (Buenos Aires) Alberto Samid en sus funciones de asesor presidencial. De acuerdo con un comunicado conjunto de los ministerios del Interior y de Relaciones Exteriores, Menem adoptó esa decisión por encontrar a Samid responsable:

"(…) de haber colaborado con el gobierno de Irak en abierta violación a lo dispuesto por el decreto 1560 del 13 de agosto"

El comunicado expresaba también que otra de las disposiciones del presidente argentino fue:

"(…) el inicio de las investigaciones pertinentes para confirmar las acciones violatorias del decreto mencionado y aplicar las sanciones correspondientes a todos los implicados".

No obstante estas voces divergentes dentro del propio oficialismo, el 27 de septiembre de 1990, los senadores del PJ, en un nuevo giro, abandonaron su posición contraria al envío de tropas y la respaldaron, rechazando el intento del bloque radical de condenarla. En este sentido fue notorio el cambio en la posición del senador Eduardo Menem, el presidente provisional del Senado, quien originariamente se oponía al envío de tropas y se convirtió en la sesión del 27 en el principal defensor de la medida adoptada por el Ejecutivo.

En dicha ocasión, el hermano del presidente justificó la medida, sosteniendo que "hemos resuelto apoyar la decisión del Gobierno de enviar fuerzas de paz, por entender que esto se enmarca dentro de la resolución de las Naciones Unidas". Dijo que por tratarse de fuerzas de paz, "no necesitaban de la autorización del Congreso" para salir del país. El senador Menem agregó que con la actitud asumida por el Presidente, la Argentina "deja de ser un espectador y se convierte en protagonista" de las relaciones internacionales.

Consciente del tenso clima interno generado por la decisión gubernamental de enviar tropas al Golfo Pérsico, el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero, sostuvo que los buques argentinos a ser enviados al Golfo Pérsico llevaban precisas instrucciones de no participar en misiones ofensivas y solamente podrían responder a un ataque en defensa propia.

La decisión adoptada por el gobierno argentino provocó el elogio verbal de las autoridades norteamericanas. Ese mismo día 19 de septiembre, el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, y el vocero de asuntos exteriores de la Casa Blanca, Roman Popaduak, notificaron el beneplácito de Washington por la decisión del gobierno argentino de enviar tropas a la zona del Golfo Pérsico. Al día siguiente, 20 de septiembre, Menem recibió una felicitación por carta de su colega Bush, redactada de la siguiente manera:

Ex-Pte. George Busch y el Ex-Pte Carlos Menem

"Me sentí muy complacido al conocer su decisión de participar en la fuerza multinacional en la región del Golfo Pérsico.
Su franca posición en contra de la intolerable agresión y de la flagrante desobediencia al derecho internacional por parte de Saddam Hussein es sumamente apreciada. Constituye un ejemplo de su firme determinación de que la Argentina desempeñe un papel preponderante y destacado en los asuntos mundiales. Deseo profundamente que la creciente nómina de países dispuestos a defender nuestros intereses comunes en la región del Golfo Pérsico induzca a Saddam Hussein a retirarse de Kuwait.
Espero verlo el 1º de octubre en Nueva York. Sinceramente, George Bush."

El 24 de septiembre, fue el subjefe de la Junta de Jefes del Estado Mayor norteamericano, almirante David Jeremiah, quien expresó, en una reunión que mantuvo con el ministro de Defensa argentino, Humberto Romero; con el jefe del Estado Mayor Conjunto de la Argentina, vicealmirante Emilio Ossés, y con el embajador norteamericano en Buenos Aires, Terence Todman, la satisfacción de las fuerzas armadas norteamericanas por la participación de la Argentina en la fuerza internacional de bloqueo contra Irak. Jeremiah señaló que la actitud del Gobierno "pone a la Argentina en la más alta consideración".

 Alte. Ferrer Ex Jefe de Estado Mayor Conjunto

Alte. Enrique Molina Pico Ex-Agregado Naval en EE.UU

Durante el encuentro que sostuviera con Menem en Nueva York el 1º de octubre de 1990, Bush nuevamente agradeció a su colega argentino la participación en el bloqueo contra Irak en los siguientes términos:

"He planeado decirle al presidente Menem que estoy muy agradecido por su solidaridad. Es un hombre de coraje y entiendo que los argentinos están apoyando lo que usted hace, señor."

Estimulado por las favorables repercusiones que en la Casa Blanca tuvo la decisión de enviar tropas al Golfo, el gobierno, a través del canciller Domingo Cavallo, admitió el 21 de octubre la posibilidad de reforzar la presencia militar argentina en la zona del Golfo. Al visitar la base naval de La Spezia a la corbeta misilística Spiro -una de las naves argentinas que viajó a la zona del conflicto- Cavallo explicó al respecto que:

ARA Corbeta Spiro

ARA Alte Brown

"Estamos estudiando el envío de aeronaves que sirvan como apoyo logístico al contingente y que permitan, de paso, evacuar a argentinos y a latinoamericanos de la zona, si se desatase el conflicto bélico 

(...) la misión es importante, no sólo porque significa apoyar en el plano diplomático-práctico el embargo económico decidido por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, sino porque el objetivo final es fundar un sistema de seguridad mundial, tal como lo establece la misma carta de la UN".

Por su parte, el Ministerio de Defensa argentino emitió el 22 de octubre un comunicado que señalaba como "de destacada importancia" que el pabellón nacional argentino estuviera presente "en una región importante del mundo", al tiempo que expresaba que sus habitantes

"quizá por primera vez, incorporarán a la República Argentina dentro de una consideración prioritaria y nuestros connacionales que allí residen tendrán la tranquilidad de que buques de su país estarán allí prestos a apoyarlos".

Finalmente, el 1° de diciembre, fue el secretario legal y técnico de la Presidencia, Raúl Granillo Ocampo, quien adelantó que el Poder Ejecutivo enviaría al Congreso una iniciativa para que las tropas argentinas enviadas al Golfo Pérsico participaran activamente en una eventual guerra. 

Frente a esta declaración, tanto los diputados radicales como los representantes de posturas de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Partido Intransigente (PI) y Partido Socialista Unificado (PSU)- anticiparon su postura desfavorable. A su vez, otros legisladores, como la ucedeísta Adelina de Viola, solicitaron mayor información para tratar de precisar en qué medida dicho conflicto anunciaría una guerra convencional o nuclear, antes de fijar una posición definitiva. Por su parte, el presidente de la Cámara de Diputados, Alberto Pierri, optó por la cautela y se abstuvo de comentar cuál sería la posición del bloque justicialista.


Junto a la reticencia parlamentaria tuvo lugar un importante debate académico respecto de este tema, que se centró en dos cuestiones: 

a) el costo de adoptar una decisión sin el previo respaldo del Congreso en términos de credibilidad externa; y

b) la crítica a la vinculación mecánica que los funcionarios del gobierno hicieron entre el gesto de enviar naves y su contrapartida en términos de beneficios económicos para la Argentina.

Como era de esperarse, la presencia de Bush en la Argentina, a principios de diciembre de 1990, fue una ocasión para que los legisladores disidentes con la posición del gobierno se hiciesen oír. Así, el diputado Luis Zamora (MAS-Izquierda Unida) elevó ante la Cámara Baja un proyecto de declaración que solicitaba que el cuerpo legislativo expresara su rechazo a la visita de Bush

"por constituir un salto adelante en la colonización de América Latina y en el intento de promover un sólido frente de apoyo a la agresión contra el pueblo iraquí".

Por su parte, los diputados integrantes del peronista Grupo de los Ocho también expresaron su oposición a que Bush concurriese al recinto de la Asamblea Legislativa. Lo propio hicieron los diputados Jacinto Gaibur (peronismo), Simón Lázara (socialismo unificado) y Rafael Pascual (radicalismo), quienes señalaron su oposición a la visita de Bush.
De acuerdo con la óptica de estos legisladores, el presidente norteamericano venía a la Argentina para promocionar su Iniciativa para las Américas, que "no es una propuesta seria". El Partido Humanista consideró a su vez que "la visita de Bush es oprobiosa, porque se hace cuando la desocupación, la miseria, la desnutrición y la mortalidad infantil son lo único que crece en la Argentina" y señaló que el mandatario norteamericano era "el principal respaldo del gobierno nacional y su política económica".

Asimismo, el 4 de diciembre de 1990, el diputado nacional Guillermo Estévez Boero (Partido Socialista Popular - Santa Fe) entregó en la Embajada de los Estados Unidos una carta personal dirigida a Bush, en la que expresaba sus disidencias con diversas actitudes de la administración republicana, señalando que "No estamos contra el pueblo de los Estados Unidos de América ni contra el gobierno que elige dicho pueblo, Estamos sí decididamente en contra de políticas opuestas a los intereses de nuestros pueblos, a los intereses de nuestra Nación y a los intereses de nuestros hermanos de América Latina".

Finalmente, el 5 de diciembre de 1990 -el mismo día del arribo del presidente Bush a Buenos Aires- el MAS organizó una marcha de repudio a la presencia del mandatario norteamericano.

Frente a estas expresiones de repudio, el presidente Menem sostuvo que:

"(...) Es bueno que los argentinos entendamos que los ideologismos y todo aquello que lleva a la confrontación (...) en estos momentos no sirve ni para la Argentina ni para ninguna parte de la tierra, por eso me dan pena algunos ideologismos, tratando de hacer una demostración en contra del presidente de los Estados Unidos

 (...) en realidad, tendría que salir todo el pueblo a la calle para saludar a este hombre que representa a un gran país de la Tierra".

El 5 de diciembre, Bush comenzó su estadía en Buenos Aires agradeciendo a su colega Carlos Menem el alineamiento de la Argentina con los grandes objetivos del mundo occidental. Al analizar la cuestión del Golfo y plantear Menem que el Congreso decidiría si las naves argentinas intervendrían en caso de guerra, Bush sostuvo que el gran argumento para aprobar esa participación era la resolución que hacía poco había aprobado del Consejo de Seguridad de la ONU, que había autorizado el uso de la fuerza. En una conferencia de prensa conjunta, ambos presidentes reiteraron que la única solución posible para la crisis en el Golfo Pérsico era el retiro iraquí de Kuwait "sin condicionamientos".

El mandatario norteamericano reiteró su agradecimiento a la contribución argentina en la Guerra del Golfo en el discurso que efectuara ante el Parlamento ese mismo día 5:

"(…) In the current crisis of the gulf, you have also shown strength and vision by helping to lead international efforts to stop Saddam’s brutal aggression. Your contribution to the multinational force in the gulf is a statement of your commitment to peace and the rule of law, and a clear sign that you are assuming your rigthplace as a leader among freedom-loving nations." 

Traducido:
(En la actual crisis del Golfo, también ha demostrado fuerza y visión ayudando a liderar los esfuerzos internacionales para detener la brutal agresión de Saddam. Su contribución a la fuerza multinacional en el Golfo es una declaración de su compromiso con la paz y el imperio de la ley, y una clara señal de que está asumiendo su riguroso lugar como líder entre las naciones amantes de la libertad ").

Al día siguiente, y tras despedir al presidente Bush, Menem anunció el envío al Parlamento del proyecto de ley sobre la eventual participación de las Fuerzas Armadas en caso de una guerra en el Golfo. Dijo Menem que de aprobarse el proyecto respectivo las unidades navales argentinas podrían prestar apoyo logístico y no intervenir en las acciones bélicas.

Finalmente, el 13 de diciembre, el canciller Cavallo anunció que las naves argentinas que se encontraban en el Golfo Pérsico regresarían al país a fines de enero "por una necesidad de rotación natural y de recambio de personal". Consciente de las reticencias existentes en el Parlamento, el ministro subordinó el envío de otras naves argentinas a la autorización del Congreso para su intervención en un eventual conflicto bélico.

El mes de enero de 1991 fue testigo de la batalla entre el Ejecutivo y el Legislativo por la permanencia o el retiro de los efectivos argentinos presentes en la zona del Golfo. El 11 de enero, Menem reiteró a los miembros del Parlamento la necesidad de un urgente análisis parlamentario por la presencia de las tropas argentinas en el Golfo Pérsico, pero el afán presidencial chocaba en Diputados no sólo con la reticencia de los legisladores en este tema sino también con la sombra de las denuncias vinculadas al escándalo del "Swiftgate", obstáculos ambos que dificultaban las sesiones en la Cámara Baja.

Tres días después, los bloques de diputados y senadores del radicalismo exigieron al presidente Menem que "ordene el inmediato regreso" de las naves argentinas enviadas al Golfo Pérsico, en tanto el comité nacional de la UCR atribuyó al gobierno de Menem el actuar con "frivolidad" ante la profundización del conflicto y consideró "inconstitucional" mantener las tropas argentinas en la zona.

El día 17 de enero, las voces en contra de la presencia argentina en el Golfo dentro del Congreso se hicieron oír con particular intensidad. Los diputados de la oposición aprobaron en minoría en el un proyecto de declaración que instaba al Ejecutivo a disponer el regreso de las naves. Dicha sesión incluyó duras calificaciones de los diputados Federico Storani (Unión Cívica Radical) y Juan Pablo Cafiero (Grupo de los Ocho) y la presentación, por parte de los diputados bonaerenses del Partido Intransigente (PI) Gustavo Moccero y Jorge Drkos, de un proyecto de declaración de juicio político contra el presidente Menem y el canciller Cavallo, por decidir, sin consultar al Legislativo, la participación argentina en la Guerra del Golfo. El bloque de diputados justicialistas, ausentes del recinto principal, se reunieron en el anexo con el fin de unificar la posición a favor de la permanencia de dichas naves.
En la Cámara Alta, se destacaron las críticas del senador radical Hipólito Solari Yrigoyen, quien señaló que:

"con esta intervención inconsulta hemos roto una tradición de independencia internacional".

Mientras las Cámaras parlamentarias discutían la continuidad o no de la participación de las naves argentinas, fuera del recinto parlamentario se hicieron oír las voces a favor y en contra de la misma. Entre las primeras, cabe destacar la posición de distintas entidades empresarias –las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA); la Coordinadora de Actividades Mercantiles Empresarias (CAME); la Unión de Entidades de Servicios (UDES); la Unión de Entidades de Servicios (UDES); la Unión de Entidades Comerciales Argentinas (UDECA); y el Consejo Argentino de la Industria (CAI)-, quienes el día 23 de enero emitieron un comunicado conjunto, al cual se sumó la CGT San Martín, liderada por Guerino Andreoni. El texto de la declaración fue similar al presentado el mismo día por la Unión Industrial Argentina (UIA) y decía lo siguiente:

"1) La presencia de naves argentinas se fundamenta en la resolución de las Naciones Unidas que procura preservar el derecho internacional y la paz mundial, alterados por Irak al invadir Kuwait.

2) Por tal razón, el respaldo que otorgamos a la permanencia de las tropas argentinas tiene como objetivo colaborar con los esfuerzos dirigidos a una urgente solución del conflicto".

Entre las voces opuestas a la presencia argentina en la zona del Golfo, vale mencionar las agrupaciones de izquierda (Movimiento al Socialismo -MAS-, Trabajadores por el Socialismo -PTS-; Partido Obrero -PO-; Partido Comunista –PC), Partido Obrero (PO)) y de algunos sectores aislados del peronismo y del radicalismo (grupo peronista Descamisados, Grupo de los Ocho y Mujeres Radicales).

Quienes, en los días 15 –el del vencimiento del ultimátum de la ONU a Saddam Hussein para que retire sus efectivos de Kuwait- y 23 de enero organizaron sendos actos en el Congreso bajo las consignas "Fuera yanquis del Golfo Pérsico" y "Regreso de las tropas argentinas". Una posición similar de repudio a la guerra e intervención del Congreso para exigir al Ejecutivo el retorno de las naves argentinas adoptó la Juventud Radical y las agrupaciones de derechos humanos Servicio de Paz y Justicia (SERPAJ), Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas y Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH).

Ese mismo 18, Menem enfrentó a los sectores críticos de su propio partido señalando que la Guerra del Golfo "va a beneficiar a la Argentina". Utilizando el viejo argumento del pragmatismo comercial argentino en el marco de un contexto bélico, sostuvo que la Argentina podía aprovechar la necesidad de alimentos y combustibles del mundo como lo había hecho el general Juan Domingo Perón durante la Segunda Guerra Mundial, en los siguientes términos:

"Los peronistas que se rasgan las vestiduras no se acuerdan ahora de que fue el general Perón el que le declaró formalmente la guerra al Eje y nuestro país proveyó de alimentos y combustibles al mundo".

Finalmente, el 23 de enero tuvo lugar el último capítulo de esta batalla interna.

La Cámara de Diputados aprobó por 117 votos contra 99 la permanencia de las naves en la zona del Golfo Pérsico en términos de "apoyo logístico" a las fuerzas de la coalición liderada por Estados Unidos. El Ejecutivo consiguió la ratificación parlamentaria con el respaldo de la liberal Unión del Centro Democrático (UCD), los demo progresistas, el Movimiento Popular Jujeño, el Partido Federal, los liberales correntinos y el Partido Provincial Rionegrino, entre otros. Votaron en contra de la iniciativa oficial los radicales, los disidentes peronistas enrolados en el Grupo de los Ocho y el Partido Provincial Bandera Blanca.

También lo hicieron varios diputados justicialistas, entre ellos Eduardo Ferreyra, Julio Badrán, Jaime Martínez Garbino y Raúl Rodríguez. (51) Entretanto, y en oposición a la decisión del Congreso, las agrupaciones de izquierda MAS y PC y los peronistas del Grupo de los Ocho organizaron otra marcha, instando al regreso de las naves argentinas.

Tiempo después de esta dura victoria parlamentaria, el 8 de febrero, el presidente norteamericano Bush llamó por teléfono al presidente Menem para transmitirle su comprensión de los problemas que debe enfrentar la Argentina y su reconocimiento por la contribución del país a la presencia de las fuerzas aliadas en el Golfo Pérsico. Donde las acciones Bélicas iniciaron con todos los Países intervinientes.

Extraído de "La dimensión bilateral de las relaciones entre Argentina y Estados Unidos durante la década de 1990/1991:

El ingreso al paradigma de "Relaciones especiales"

Francisco Corigliano es Doctor en Historia (Universidad Torcuato Di Tella), Master en Relaciones Internacionales (FLACSO/Programa Argentina), Profesor en cursos de grado y posgrado en FLACSO y Universidades de Buenos Aires, San Andrés y Torcuato Di Tella. Fue becario del CONICET y Consultor contratado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de la República Argentina en el proyecto sobre historia de la política exterior argentina, desde octubre de 1994 hasta febrero de 2000 y desde marzo hasta mayo de 2003. Autor e investigador principal de la Historia general de las relaciones exteriores de la República Argentina, Publicación del Centro de Estudios de Política Exterior del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales, Buenos Aires, Grupo Editor Latinoamericano, 1998, 1999, 2000 y 2003, Tomos I a XV. Entre sus publicaciones más recientes se pueden mencionar “El estatus de China. El lugar actual y futuro del gigante asiático en la discusión académica y política de los Estados Unidos”, revista Criterio, N° 2389, Buenos Aires, enero de 2013; “Los espacios geográficos en la política exterior argentina: de la Revolución de Mayo al Bicentenario”, Revista de la SAAP (Sociedad Argentina del Análisis Político), Vol. 7, Nº 1, Buenos Aires, mayo 2013; y Configuraciones de orden (¿o de desorden?) mundial, de Westfalia a nuestros días”, revista Mural Internacional, Volumen 5, N° 1, Río de Janeiro, Programa de Pós-Graduação em Relações Internacionais da Universidade do Estado do Rio de Janeiro, Jan-Jun 2014, pp. 56-70.
Historia General de las Relaciones Exteriores de la Repblica Argentina (Tomo XV)

16/6/17

Las Fuerzas Armadas como Instrumento de la Política Exterior



VETERANOS DE AYER, DE HOY Y DE SIEMPRE


LES CUENTO QUE NO SABIA QUE TITULO PONERLE A ESTE INCREIBLE ROMPECABEZA, Y COMO ME GUSTA INVESTIGAR Y TENER LO QUE REALMENTE SE DEBE CONOCER. HE INVETIGADO VARIOS DOCUMENTO DE DEFENSA, BOLETINES NAVALES, BOLETINES DEL CENTRO NAVAL, PUBLICACIONES NAVALES  Y ME ENCUENTRO CON ESTO.

SI TIENEN UN TIEMPO SACARAN SUS PROPIAS CONCLUSIONES DEL POR QUE, DE LA DESPROLIGIDAD DE EX-PTE. MENEM -MARINA Y DEFENSA NO SOMOS VETERANOS DEL GOLFO PERSICO. HASTA ACA YO CREO QUE HE AGARRADO LA PUNTA DE LA MADEJA DEL POR QUE Y ES MAS NUNCA ME VOY A OLVIDAR

"DEL ALTE. MOLINA PICO QUE CUANDO REGRESAMOS NOS DIJO BIENVENIDOS DE LA ODISEA" (ERA CTE. FLOTA DE MAR)

ESAS PALABRAS SE ME GRABARON PARA SIEMPRE E AQUI SI LO LEEN VERAN QUE CARGOS TUVO ESTE SEÑOR QUE TENIENDO TODO A MANO NO SE COMUNICO CON LA PROPIA MARINA ...DEFENSA...PRESIDENTE ETC.


 PARA DEJAR CLARO LA MISION DE LOS BUQUES QUE FUERON ENVIADOS AL GOLFO PERSICO. CLARO NO HAY DOCUMENTADO NADA SEÑORES HOY NO ESTARIAMOS BREGANDO, PIDIENDO,MENDIGANDO UNA LEY BUSCANDO QUIEN NOS DA UNA MANO PARA SER VETERANOS. 

HASTA ACA HAY RESPONSABLES QUE LOS PONDRE CON FOTOS MAS ALLA QUE UNO MURIO....LO INCREIBLE DE ESTO QUE ESTE SEÑOR ALTE. DICE QUE FUIMOS A LA GUERRA LEAN Y SE DARAN CUENTA...LO ACOSARE HASTA QUE LA MUERTE ME SORPRENDA...SEÑORES A PETISIONAR A LOS LEGISLADORES NO NOS QUEDA OTRA.

“La tecnología está dominada por dos tipos de personas:
• Aquellos que entienden lo que no manejan.
  • Aquellos que manejan lo que no entienden”.
   De las Leyes de Murphy.

Durante la presidencia del Dr. Menem, el país se hace presente con un contingente y medios relevantes en una misión de Naciones Unidas. Así, la Armada Argentina desplaza buques y personal en la Bahía de Fonseca (Honduras) en 1990 .

EX-PTE. MENEM

Por otro lado, a mediado del mismo año, nuevamente la Armada, materializa el uso del instrumento militar como expresión de la política exterior del País.

Mediante la intervención de un destructor y una corbeta en la Guerra del Golfo Pérsico.

Si bien las intervenciones en coaliciones militares internacionales no constituyen una misión de paz en los términos tradicionales, resultan relevantes de ser analizadas en este contexto, ya que junto a las misiones de paz son concurrentes el concepto de empleo del poder militar al servicio de la política exterior del país mediante la proyección de fuerzas en apoyo de los intereses y objetivos de la nación, satisfaciendo la necesidad de legitimación militar al imponer el cumplimiento de resoluciones de la ONU en resguardo de la paz en el primer caso y a la contribución a la paz y seguridad internacional como valor agregado, en el caso de las misiones de paz tradicionales mencionadas al principio.

Las premisas

El análisis se apoya básicamente sobre los objetivos establecidos inicialmente por la administración del Presidente Carlos Menem y, que han sido mantenidos tanto por la administración de Fernando De la Rúa como la de Eduardo Duhalde . Reinsertar la República Argentina en el contexto internacional, mediante la apertura al libre comercio y su realineación política con EE.UU.

Establecer una política de integración de las Fuerzas Armadas argentinas a la sociedad, mejorando la relación político-militar existente.

Responder a las necesidades de intervención en Misiones de Paz de Naciones Unidas mediante un firme compromiso y envolvimiento.

Adoptar y mantener como política de estado estas intervenciones en Misiones de Paz y/o coaliciones internacionales.

No se agotan en la participación militar y el cumplimiento de misiones afines.

Han ido expandiendo su rol a una amplia gama de tareas (ayuda humanitaria, asistencia de desplazados, supervisión de elecciones, asistencia sanitaria, etc.)

Una nueva visión nacional Durante el período de la Guerra Fría estas misiones estuvieron acotadas a misiones de observación o intervenciones limitadas de contingentes.

A partir de 1989 recobran vitalidad dando lugar a una nueva era de misiones de paz, caracterizada por la cooperación internacional y en la que el actor principal es la ONU.

Cabe destacar el papel de EE.UU., país que, si bien retiene la posibilidad de actuar unilateralmente en cualquier conflicto, impulsa la participación de la comunidad internacional en el compromiso con la paz y seguridad internacional.

Así, se abrió la oportunidad para la República Argentina en su proceso de reinserción en la escena internacional, cambiando el perfil aislacionista, errático y no alineado que la caracterizara.

Este cambio refleja una interpretación cabal acerca que la seguridad de la propia nación no está asegurada ni exenta de la influencia de conflictos, desarrollados en lugares distantes del planeta. En tal sentido, el Dr. Ricardo Lagorio – ex subsecretario de Política y Estrategia del Ministerio de ese tiempo en Defensa Argentino- describe las intervenciones: "fue una divisoria de aguas respecto de la materialización de la política exterior de la República Argentina".

La decisión de enviar los buques al Golfo fue una interpretación acerca de la nueva percepción del sistema internacional, de cómo pensar sobre los temas de seguridad internacional.

Por otro lado, las FF.AA. trataban de remontar el descrédito, consecuencia de pronunciamientos militares contra el orden democrático, y de la derrota de la Guerra por las Islas Malvinas.

La posibilidad de participar en estas misiones permitiría demostrar su adecuación y subordinación al orden democrático, materializar su apoyo a los objetivos de la Nación y recuperar su prestigio.

“Ser militar en la Argentina de hoy”.
Almirante Enrique Molina Pico (R)

ALTE.MOLINA PICO (R)

Escuela Naval Militar, medalla de oro; Escuela Politécnica
Naval, medalla de oro; Escuela de Guerra Naval, medalla de oro.
Esta repetición tan honrosa no concluyó en nuestra tierra, y siguió
luego: curso superior de la Marina Italiana, medalla de oro; Escuela
Superior de Guerra de Francia, primer puesto.

Después, la Armada llevó a Molina Pico a ocupar altos cargos
en el Estado Mayor, que lo formaron para tareas que exceden a lo meramente técnico, para ampliarse en campos políticos, administrativos y financieros.

Capacitado plenamente para representar a nuestra Marina de Guerra en el exterior, Molina Pico en 1990 se convirtió en Agregado Naval ante los Gobiernos de Estado Unidos y Canadá, donde debió mejorar las relaciones después de la campaña de Malvinas. No fue allí una figura decorativa: organizó la primera fuerza naval de las Naciones Unidas en el Caribe, incluyendo buques argentinos, y coordinó operativos de las fuerzas de nuestro país durante la guerra en el Golfo Pérsico.

Vuelto a la Argentina, entre 1991 y 93 resultó nombrado Comandante de la Flota de Mar, y al cabo de estas funciones recibió la importante designación de Comandante de Operaciones Navales.

Desde ella dirigió el patrullaje del espacio marítimo argentino,
deteniendo numerosos pesqueros pirata, alguno de los cuales no dejó de suscitar una crisis internacional; también coordinó operaciones con las Escuadras de otros países.

Ya como almirante, Enrique Molina Pico estaba sobradamente capacitado para resultar Jefe del Estado Mayor General de la Armada, función la más alta de la carrera, que desempeñó entre 1993 y 1996. Fue también un cargo que le permitió demostrar su capacidad organizativa y el impulso a nuevos emprendimientos.

En él mantuvo la capacidad operativa de la Marina de Guerra pese a la escasez financiera, y organizó las misiones de paz en Haití y Chipre. En lo administrativo se ocupó con éxito de reordenar los sistemas de comunicación, computación y contable, y el régimen de calificación y selección del personal, además de la obra social naval.

Puesto que este señor almirante no dejó de perfeccionarse
luego de pasar a retiro, por imperativo del reglamento.

Sintetizo:
Es Doctor en Ciencias de la Administración y Licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad de Belgrano; ingeniero en Mantenimiento de la Armada; cursó el Doctorado en Ciencias Políticas en la Universidad Católica. Por si algo faltara, también cursó la carrera de Historia del Arte en la Universidad Nacional del Sur.

 EX-MINISTRO DEFENSA HERMAN GONZALEZ (F)


EX-MINISTRO DE DEFENSA HUMBERTO ROMERO 

ACA LOS PROTAGONISTAS DE HECHO QUE NOS CAGO LA VIDA A MAS DE 570 HOMBRES DE GUERRA DEL GOLFO PERSICO.

4/6/17

Golfo: moderación de Menem



17/11/1997 Clarin.com Política

TROPAS AL EXTERIOR: CONFLICTO ENTRE EE.UU. E IRAK

Golfo: moderación de Menem

El Presidente dijo que enviará tropas al Golfo si lo pide la ONU
Así tomó distancia de un eventual ataque unilateral de EE.UU. Lo hizo luego que el secretario de Defensa de EE.UU. hablara con Domínguez




El presidente Carlos Menem fijó ayer la posición del Gobierno frente a la crisis del golfo Pérsico, al decir que la Argentina enviará tropas con toda seguridad a una eventual guerra entre EE.UU. e Irak si las Naciones Unidas lo solicitan.De esta forma Menem tomó distancia, por ahora, de una hipotética acción unilateral de Washington contra Bagdag por la expulsión de Irak de los inspectores estadounidenses que controlaban el desmantelamiento de armas de destrucción masiva iraquíes .

Menem tomó esa posición horas después que el secretario de Defensa de los EE.UU., William Kohen, mantuvo el viernes una conversación telefónica con el ministro de Defensa, Jorge Domínguez, para informarlo sobre la crítica situación del golfo Pérsico.Voceros de Defensa y de la Cancillería negaron a Clarín que Kohen le hubiera pedido a Domínguez apoyo político o lo hubiera sondeado sobre una eventual participación argentina simbólica en una fuerza multinacional contra Irak como la que lideró EE.UU. en 1991 cuando Saddam Hussein invadió Kuwait.

Ese año, el Gobierno había roto con la tradicional neutralidad argentina y mandado dos buques de la Armada a la guerra contra Irak sin autorización del Congreso porque, había argumentado en ese momento, las naves sólo iban a controlar el bloqueo naval contra Bagdag.Como en 1997 el escenario es otro, según la versión oficial, Kohen únicamente solicitó el viernes que la Argentina continúe impulsando una solución diplomática al conflicto, a pesar de que nuestro país es un flamante aliado extra OTAN de los EE.UU.Domínguez, que se encuentra en Nueva York participando de reuniones por la organización de una fuerza de despliegue rápido de la ONU, dijo que el Gobierno también quiere una salida diplomática y que se acaten las resoluciones de la ONU.



Esto es que Irak permita el reingreso de los inspectores y no derribe ningún avión espía de EE.UU, lo que precipitaría la resolución de la crisis.Domínguez también agradeció la constante información sobre la crisis que EE.UU. envía al embajador argentino ante la ONU, Fernando Petrella. Este gesto se debe a que la Argentina, además de haber participado de la guerra del Golfo de 1991, mantiene 50 ingenieros militares en Kuwait en la frontera con Irak, participa de la comisión de sanciones con ese país árabe y de la resolución 986, que autorizó el canje de petróleo iraquí por alimentos, aunque actualmente no es miembro no permanente del Consejo de Seguridad.




La posición moderada de Menem y Domínguez se debe a que ahora, al contrario de 1991, el Consejo de Seguridad de la ONU no autorizó a EE.UU. a utilizar la fuerza, y Washington sólo cuenta con el apoyo de Gran Bretaña. Esa moderación tampoco sería ajena al hecho de que esta semana Menem, acompañado por el vicecanciller Andrés Cisneros, recibirá al canciller de Rusia, Evgueny Primakon, quien se opone al uso de la fuerza contra Irak.Pero también es cierto que a Washington por ahora sólo le interesa la posición de Europa occidental, Rusia y de los países árabes. Por eso, por ejemplo, Bill Clinton no comenzó a solicitar personalmente apoyo a sus aliados, como sí hizo George Bush en 1991, y, por lo tanto, Menem no fue sometido aún a la incómoda situación que significaría decirle no al presidente del país con el cual se ha alineado en el escenario internacional.

3/6/17

“DIVERSIFICACIÓN GEOESTRATEGICA”


La crisis económica que afecta a la Argentina y que es reflejo de una crisis global puede hallar un paliativo en el abordaje de una nueva visión de su abandonada industria armamentística que puede abrir prósperos caminos para obtener ingresos más que apetecibles.

Por Charles H. Slim


La actual situación político-económica en el Cono Sur parece una letanía sin fin que pone a prueba la imaginación de la clase política y de los grupos de economistas de todas las tendencias filosóficas. El problema más grave de esto es que ninguno de los dos tiene una pisca de imaginación. En el caso de Argentina, la situación va aumentando en la desazón por la compleja problemática de la economía domestica que no halla reparo en la macroeconomía regional e incluso global, signada por una recesión interminable. Para el gobierno de Macri se hace claro que no vendrán las tan esperadas inversiones financieras con las que contaba, no al menos las convencionales.


Como en un círculo, la historia del país se ve nuevamente en aquella situación en la que solo tiene para ofrecer lo que siempre la hizo grande: “el campo”. Parece un Deja vu que nos retrotrae a los comienzos del siglo XX con aquella Argentina agro-ganadera exportadora que la hizo tan prospera como nación y muy ricos a unas pocas familias de la burguesía nacional vinculada estrechamente con Europa y especialmente con Londres. “Las pampas” argentas productoras del trigo y del ganado vacuno gordo fueron legendarias en los estrechos suelos europeos que tras las dos grandes guerras, quedaron estériles por el fuego y las bombas con no más lugar que para cementerios.


Cuando aquel papel de simple “granero” del cual se sirvieron muy cómodamente los británicos desde finales del siglo XIX se hizo insuficiente ante el avance tecnológico que devino tras el final de la segunda guerra mundial en 1945, hizo necesario que Argentina diversificara sus actividades productivas incursionando en campos que muchos jamás imaginarían. Fue sin dudas la visión de Juan Domingo Peron la que catapultó esa diversificación productiva para el desarrollo de una nueva economía productiva basada en la industrialización para llevar al país a la nueva era que daba comienzo tras la posguerra.

Gral Savio



Desde la manufactura especializada, la producción de acero siderúrgico (Hornos Zapla) hasta la creación de polos industriales para el ensamble de automóviles, construcción de buques y navíos (civiles y militares) en los astilleros nacionales y la creación e impulsión del desarrollo aeronáutico con sello propio, hizo que el país pasara al frente en lo que respecta a la competitividad comercial transnacional que llevó –entre otras cosas- a que el entonces gobierno de británico de Winston Churchill encargara a su Foreing Office y éste a sus recursos en el país para tratar de sabotear éstas iniciativas, especialmente las vinculadas a las de la concreción del Tratado regional “ABC” (Argentina-Brasil y Chile).


Una de las anécdotas más cercanas en la historia referida al sabotaje del resurgir de la industria armamentística nacional fue la traición llevada a cabo allá por finales de 1989 por el entonces candidato a presidente por el PJ el gobernador de la Rioja Carlos Saúl Menem, quien supuestamente había prometido –entre todas las promesas que jamás cumplió- reactivar la industria poniendo a cargo de esa tarea al Tte. Coronel Mohamed Alí Seineldín, un militar nacionalista (anti estadounidense) quien le había planteado un plan de reestructuración que apenas Menen llego al poder, fue abortado por el simple hecho de que se puso del lado estadounidense.



Actualmente y en medio de circunstancias tecnológicas muy diferentes, Argentina se encuentra desde hace 30 años estancada en el desarrollo de industrias propias y en continua desarticulación de las que aún quedan. La misma vieja historia de siempre.


Una de las industrias fructíferas que alguna vez llego a explotar con mucho renombre fue la del armamento llegando incluso a exportar diseños y productos finales propios (FMA) a otros países.


Pruritos seudo moralistas y más bien ligados a tironeos políticos partidistas llevaron poco a poco desarticular lo que quedaba del área. Durante los últimos 40 años hasta la fecha varios episodios ayudaron al desmorone de la industria nacional de tecnología militar. En la Era de Menem, la voladura (o más bien el sabotaje) de la fábrica de “Río Tercero” ayudo en mucho a ello.


Otro logro de aquella administración neoliberal fue el desguace de la empresa estatal de fabricación de tanques TAMSE y el literal abandono de los desarrollos aeronáuticos de puro origen nacional que se desarrollaban en Falda del Carmen, Córdoba.



Otra torpeza de aquella “Era” fue la desactivación del Plan misilistico Cóndor y entregado en paquete con moño de regalo a Washington, todo ello claro, con el especial beneplácito de Londres. Sumado a ello, la galopante corrupción que se instaló que fue carcomiendo los pocos recursos y productos que se elaboraban en lo que quedaba de Fabricaciones Militares llevó a que prácticamente desaparecieran los controles que evitaran los continuos robos de municiones y armas portátiles de la fábrica de Fray Bentos y ni que hablar del desguace de Falda del Carmen donde Argentina (de no haber sido por los gobiernos entreguistas) pudo haber desarrollado en la actualidad aviones de IV generación.


El negocio de la venta de armas es tan viejo como el mundo y siempre ha estado ligado a las ganancias exorbitantes que con el paso de las centurias ha sido un factor de peso para otorgar a ciertas potencias, su lugar preponderante dentro del concierto mundial fijando los lineamientos políticos al resto.


Corporaciones privadas como “Lockeed Martin” facturan números que superan los PBI de cien países juntos, pudiendo literalmente comprarse a una buena parte del globo.


Actualmente las ganancias en este negocio es muy difícil de calcular con exactitud pero algunas estimaciones revelan que anualmente se llega a facturar un Trillón y medio de dólares, surgidos de contratos legales de armas entre naciones y de reestructuraciones militares como las que actualmente está llevando adelante EEUU. A ello agreguemos que en la preocupante realidad internacional, existen organizaciones para-estatales –caso del ISIS- que absorben irregularmente una gran cantidad de la producción de armas, equipos y municiones que financiadas con dinero de petróleo robado en Siria e Iraq y de ilícitos como el narcotráfico, tráfico de órganos y otros, ha llevado a superar las capacidades de algunos ejércitos del mundo.


Para la Argentina retomar el desarrollo propio de éste campo, abandonado por prejuicios baladí de políticos obtusos (serviles a los enemigos externos), puede llevar a una reactivación meteórica de la economía local dado que más allá del valor del producto final, la industria absorbe una amplia gama de especialidades técnicas y de manufactura que asegura el crecimiento de la demanda de mano de obra nativa para laborar en industrias pujantes en constante demanda por los avatares mundiales.



Igualmente no hay que ralear la necesaria posición política que debería adoptar la Casa Rosada ante una empresa como ésta dado que, no puede ignorar –más allá de quienes ocupen transitoriamente la misma- la dura y decidida oposición proveniente de Londres y de varias corporaciones privadas norteamericanas que quieren seguir manteniendo la exclusividad en la provisión de armas y equipos para toda la región. No todo el mercado es de armas ofensivas. Existe actualmente un alto desarrollo de sistemas defensivos dedicados a desarmar potenciales agresiones y conjurar actividades clandestinas que podrían terminar en un ataque. En ese sentido Argentina podría desarrollar en conjunto productos complejos para la defensa antiaérea y naval que tendrían gran demanda en los crecientes teatros bélicos existentes y los por venir.


En estos últimos, hemos ido viendo como en el caso de Rusia, los productos elaborados por sus empresas como “Almaz Antéi”, la corporación “OAK” para el desarrollo aeroespacial y la corporación “OSK” para el desarrollo naval, han demostrado amplia eficacia contra sistemas de armas de la OTAN de las cuales Gran Bretaña se sirve para sus operaciones globales incluidas las que despliega en el Atlántico sur.


Igualmente se requiere de un gran cambio de paradigma político y de un gran esfuerzo material en el que Argentina puede hallar como socios muy útiles y calificados a polos industriales como Rusia y China, países con industrias de armas muy respetables y competitivas que han demostrado como pesan sus productos ante las amenazas reales, tanto convencionales como no convencionales, algo de lo que Buenos Aires –abandonando sus oxidados prejuicios- debería tomar nota.