28/9/15

EL PELIGRO DE PARTICIPAR DE LA GEOPOLITICA AJENA



Riesgos y consecuencias de una posible nueva intervención argentina en el Golfo Pérsico



No ha pasado mucho tiempo desde que las alarmas de un posible ataque a Irán, sonaban indiscretamente por varios portales alternativos de noticias. Los argumentos oficiales para esta empresa era “el peligro que representa para el mundo”. Pero detrás de todas esas maniobras discursivas y la tan acostumbrada propaganda cargada de malicia e islamofobia, hay y siguen existiendo intereses geopolíticos bien definidos.


Era allá por el año 2007 cuando una noticia impactante pasaba desapercibida en los medios informativos occidentales y ni que hablar de los argentinos. El 6 de septiembre de ese año una flotilla de ataque israelí incursionó sobre territorio sirio y destruyó las instalaciones de una planta nuclear que habría sido entregada por Corea del Norte. A pesar de que el hecho no fue reconocido oficialmente ni por Damasco ni por Tel Aviv, los cierto era que fue citado por la ex Secretaria de Estado norteamericano Condolleza Rice en un cable diplomático que fue filtrado por “Wikileaks”.


En ese mismo cable, Rice reconocía el derecho de Israel para realizar esta acción que se asemejaba a la realizada en 1980 contra el reactor iraquí de Osirak que destruyó las aspiraciones de un desarrollo atómico propio.


Además de dejar en claro que para Tel Aviv la ley internacional no les comprende y que están más allá de ella, sirvió para marcar el contexto en el que se produjo este golpe contra la soberanía siria. Estaba claro que se trataba de un precalentamiento para llevar adelante una operación más ambiciosa y mucho más riesgosa como era –y siguen ambicionando en Tel Aviv- atacar a Irán.


Desde mediados del 2009 que Israel había venido presionando por todos los medios posibles, para que EEUU se involucre en un ataque sobre la república Islámica. Acciones criminales y terroristas como fueron los asesinatos de científicos nucleares a manos del Mossad, fueron solo una parte de las tácticas de las que Tel Aviv estaba dispuesta a usar para cumplir con sus planes. Las ambiciones por desarmar a Irán señalan un claro plan geopolítico que a su vez, abriría paso a llegar al plan culmine: destruir la capacidad nuclear de Pakistán.
Los esfuerzos políticos por justificar una agresión contra la República Islámica no escatimaron en recursos y en argumentos que iban desde los más abstractos a los más infantiles como los vistos con Benjamín Netanyahu presentando ante el foro de Naciones Unidas, unas caricaturas de cómo entendía a Irán como un peligro no para Israel, sino para el mundo.


Las presiones sobre la Casa Blanca tampoco se detuvieron y la administración de Barak Obama no estuvo exenta de improperios y hasta de amenazas por parte de los sectores más duros del sionismo norteamericanos. Y en cierta medida estos sectores y los que se representaban en los Lobbies judíos como AIPAC, se sentían decepcionados o mejor dicho traicionados por las promesas incumplidas que aquel mismo Obama, había hecho en la tribuna de aquel Lobbie por el 2008.


Pero AIPAC y sus socios parecían haber olvidado que Barak Obama es el presidente de todo EEUU y no de la comunidad judía o en el peor de los casos, de Israel. Pero incluso la culpa tampoco era de los representantes de estos grupos de presión, dado que se había vuelto una costumbre que se vieran con “derechos” –mucho más calificados- a reclamar por estos intereses sectoriales, dado que aportan suculentas sumas de dinero para apoyar las campañas de los presidenciales; después de todo, los predecesores en la Casa Blanca siempre han estado presionados a ligarse a estos compromisos no escritos.


Sobre esas bases y con la influencia que ejercen en el Congreso estadounidense, Tel Aviv ha intentado infructuosamente involucrar a EEUU en una agresión contra Irán sobre la base de meras “sospechas” y no de informes certeros con pruebas objetivas, que señalasen de que se estuvieran desarrollando armas con capacidad nuclear, las cuales Israel desarrolla desde fines de la década de los sesentas en el siglo pasado.

Algunos trascendidos contemporáneos a aquel ataque sobre territorio sirio, hablaban de que se buscaba la cooperación de varios países para que esas acciones se extendieran sobre Irán. Entre los solicitados estaba Argentina, quien apelando a las continuas acusaciones que se vertían desde Tel Aviv y Washington sobre Teherán de haber sido el autor del ataque contra la Embajada de Israel y la AMIA, el gobierno argentino tendría algo así como “un deber moral” de cooperar con los recursos que estuvieren a su alcance.


Pero pese a que en la Casa Blanca estaba el entusiasta George W. Bush y su gabinete decididamente pro-israelí, la viabilidad de acompañar a la aspiración de Tel Aviv por atacar a Irán era algo para nada conveniente para Washington. La difícil situación de EEUU en Iraq y Afganistán, la creciente animosidad del público estadounidense por una guerra que había quedado estancada, hacía inaceptable que se provocara una escalada que muy seguramente repercutiría en contra de lo que, especialmente estaba sucediendo en Iraq. La seguridad de sus tropas ya estaba severamente comprometida y con un plan como el propuesto por Israel, simplemente se agravaría.


Pero esas no eran las verdaderas consideraciones que frenaron a Washington; la situación de Irán y el control estratégico que ejerce sobre el estrecho de Ormuz, lo convierte en un enemigo que no conviene despertar. Estas consideraciones estrictamente estratégicas se veían agravadas por los riesgos que una operación como la gestada por los israelíes, podía acarrear a su flota y a los intereses de las compañías petroleras que cotizan en Wall Street.


Desde el punto de vista militar, EEUU tenía mucho que perder, mientras que Israel una vez concretada la misión, sus aviones volverían a su base a varios cientos de millas del lugar.


A las posibles represalias sobre la base naval en Bahrein, los estadounidenses y sus socios árabes del golfo no estaban dispuestos a volver a vivir aquellas jornadas de inseguridad para sus buques tanque, que durante la guerra entre Irán-Iraq, se vieron repetidamente agredidos causando pérdidas multimillonarias en crudo vertido al mar o quemado por los ataques de aviones o lanchas suicidas.


Otra consideración muy puntual, era el renovado y más potente sistema de misiles costeros desarrollados por Irán y que, con un estrecho tan peligroso como el de Ormuz además de dificultar la salida, podrían cerrarlo muy fácilmente.


Con esta decepción de último momento para un Israel que no estaba acostumbrado a un no de Washington, además de la furia en Tel Aviv causó como el efecto dominó, una seguidilla de negativas para involucrarse en una aventura como la propuesta. En el caso del gobierno de Néstor Kirchner, pese a su aparente posición de independencia política, estaba presionado para que Irán fuera señalado judicialmente como el responsable de los ataques en Buenos Aires y en esa línea se le habría pedido que colaborase con una participación militar que se desarrollaría a la sombra de la legalidad internacional.


Esta circunstancialidad adversa a los planes de Tel Aviv, ayudo a que cancelaran momentáneamente sus aspiraciones de atacar a la república islámica.


En ese sentido, el gobierno argentino advirtiendo los grandes peligros que rodeaban acompañar o al menos cooperar con los planes que proponía Tel Aviv y considerando que EEUU se había abierto de estos planes, La Casa Rosada decidió mantenerse al margen y no involucrarse en una situación para la cual no estaba –y no sigue estando- preparada.


Por un solo momento, pensemos lo que hubiera involucrado cooperar con semejantes planes. Primero, al no existir una autorización legal que se materializan por medio de resoluciones –bastante discutidas- del Consejo de seguridad, encontraba el escollo de aunque más no fue, de una muy discutida legalidad. Una actitud como esa, impulsada desde sectores extranjeros, hubiera roto el histórico respeto que nuestra nación ha reconocido a las soberanías de todas las naciones del mundo.


Segundo, si Argentina se prestaba a estos planes, ¿con qué recursos participaría? Su situación en el área de la defensa simplemente se podía catalogar como desesperante. A diferencia de la participación de las unidades navales en la campaña bélica conocida como “Tormenta del Desierto” entre 1990 y 1991, las circunstancias geopolíticas eran bastante cambiantes y la situación en la región se mostraba en una creciente inestabilidad. Enviar personal militar –de haberse concretado esta agresión- hubiera representado un sacrificio muy difícil de justificar y ajeno a los intereses nacionales; y una inexplicable carga política para el futuro del país.


Y por último, si hubieran condiciones tecnológicas y materiales –hoy inexistentes- para que la Armada se hiciera presente en una nueva operación en aquel mismo teatro, los potenciales peligros que rodearon a las operaciones “ALFIL 1” y que fueron muy reales, en la actualidad y por las características geográficas de las extensas costas iraníes, los nuevos y letales sistemas de misiles anti buque que Irán despliega generosamente, especialmente en la boca del estrecho, aquellos peligros dejarían de ser tales para convertirse en un hecho concreto. Hoy por hoy, un solo misil, puede aniquilar a una fragata evadiendo todos los sistemas de contramedidas que en el pasado podían –y con la ayuda de la suerte- desviar al misil de su trayectoria.

27/9/15

Es momento de atacar a Irán




Los que se oponen a la acción militar contra Irán suponen que un ataque de Estados Unidos sería mucho más peligroso que dejar que Teherán construya una bomba. Pero esto no es así: con un ataque diseñado cuidadosamente, Washington podría mitigar el costo y evitar una amenaza inaceptable. Aquí las razones que hacen de la guerra la opción menos mala.

A principios de octubre, los funcionarios estadounidenses acusaron a los agentes iraníes de planear el asesinato del embajador de Arabia Saudita ante Estados Unidos en suelo estadounidense. Irán negó la acusación, pero el episodio ya ha logrado aumentar la tensión entre Washington y Teherán. A pesar de que el gobierno de Barack Obama no ha amenazado públicamente con tomar represalias aplicando la fuerza militar, las acusaciones han puesto de manifiesto el riesgo real y creciente de que ambas partes vayan a la guerra en cualquier momento, en especial, considerando el avanzado programa nuclear iraní.

Desde hace ya varios años, mucho antes de este episodio, los expertos y los formuladores de políticas públicas estadounidenses han estado debatiendo si Estados Unidos debe atacar a Irán y tratar de eliminar sus instalaciones nucleares. Los que proponen el ataque argumentan que lo único peor que la acción militar contra Irán sería que éste tuviera armas nucleares. Los críticos, mientras tanto, han advertido de que probablemente una acción de este tipo fallaría e, incluso si tuviera éxito, desencadenaría una guerra total y una crisis económica global. Han instado a Estados Unidos a recurrir a opciones no militares, como la diplomacia, las sanciones y las operaciones encubiertas, para evitar que Irán construya una bomba. Por temor al costo que representa una campaña de bombardeos, la mayoría de los críticos sostiene que si estas otras tácticas no logran impedir el avance de Teherán, Estados Unidos debería simplemente aprender a convivir con un Irán nuclear.

Sin embargo, quienes no creen en la acción militar no comprenden el verdadero peligro que representaría un Irán con armas nucleares para los intereses de Estados Unidos en el Medio Oriente y en otras regiones. Sus sombríos pronósticos suponen que el remedio sería peor que la enfermedad; es decir, que las consecuencias de un ataque contra Irán serían tan malas o peores que las que tendría Irán de lograr sus ambiciones nucleares. No obstante, esta suposición es errónea. La verdad es que un ataque militar para destruir el programa nuclear de Irán, si se maneja con cuidado, podría evitarle a la región y al mundo una amenaza muy real y mejorar de manera espectacular la seguridad nacional de Estados Unidos en el largo plazo.

LOS PELIGROS DE LA DISUASIÓN

Tantos años depresiones internacionales no han logrado impedir que Irán trate de construir un programa nuclear. El gusano informático Stuxnet, que atacó los sistemas de control de las instalaciones nucleares iraníes, afectó temporalmente las actividades de enriquecimiento de uranio de Teherán, pero un informe de mayo de 2011 del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) reveló que las plantas que fueron objeto del ataque se han recuperado totalmente. Los hallazgos más recientes de la OIEA sobre Irán, publicadas en noviembre, arrojan las pruebas más convincentes de que la república islámica ha sorteado las sanciones y el sabotaje, probando, supuestamente, dispositivos de activación nuclear y rediseñando sus misiles para que lleven cargas nucleares útiles. El Instituto para la Ciencia y la Seguridad Internacional, una institución internacional sin fines de lucro, estima que Irán ahora podría producir su primera arma nuclear en un plazo de 6 meses si lo quisiera.

Los planes de Teherán de trasladar las operaciones nucleares sensibles a instalaciones más seguras durante el próximo año podrían reducir aún más la ventana para una acción militar eficaz. Si Irán expulsa a los inspectores de la OIEA, empieza a enriquecer sus reservas de uranio a un 90% (grado militar) o establece centrífugas avanzadas en su instalación de enriquecimiento de uranio de Qom, Estados Unidos debe atacar de inmediato o perder la última oportunidad para evitar que Irán se una al club nuclear.

Algunos países de la región están dudando de la determinación de Estados Unidos para detener el programa y están cambiando su lealtad hacia Teherán. Otros han comenzado a hablar de lanzar sus propias iniciativas nucleares para hacerle frente a una posible bomba iraní. Para esos países y para Estados Unidos, la amenaza sólo seguirá creciendo mientras Teherán se acerca a su objetivo. Un Irán con armas nucleares limitaría inmediatamente la libertad de acción de Estados Unidos en el Medio Oriente. Con poder nuclear, Irán podría amenazar cualquier iniciativa política o militar de Estados Unidos en el Medio Oriente con la guerra nuclear, lo que forzará a Washington a pensar dos veces antes de actuar en la región. Los rivales de Irán en el área, como Arabia Saudita, probablemente se decidirán a adquirir su propio arsenal nuclear, lo que desencadenaría una carrera armamentista. Para limitar a sus rivales geopolíticos, Irán podría optar por impulsar la proliferación transfiriendo tecnología nuclear a sus aliados: a otros países y grupos terroristas por igual.

Tener una bomba le daría a Irán mayor cobertura de agresión convencional y diplomacia coercitiva, y los enfrentamientos entre sus agentes terroristas e Israel, por ejemplo, podrían incrementarse. Además, ni Irán ni Israel cuentan con todas las garantías que ayudaron a Estados Unidos y a la Unión Soviética a evitar un intercambio nuclear durante la Guerra Fría: la capacidad de responder a un ataque nuclear, líneas de comunicación claras, tiempos de vuelo prolongados para los misiles balísticos de un país a otro y experiencia en el manejo de arsenales nucleares. Sin duda, un Irán con armas nucleares no lanzaría intencionalmente una guerra nuclear suicida. Pero el volátil equilibrio nuclear entre Irán e Israel podría salirse de control fácilmente si surgiera una crisis, lo que provocaría un intercambio nuclear entre esos dos países, que también podría arrastrar a Estados Unidos.

Estas amenazas de seguridad requerirían que Washington contuviera a Teherán. Sin embargo, la disuasión tiene un alto costo. Para contener la amenaza iraní, Estados Unidos tendría que desplegar unidades navales y de tierra y, posiblemente, armas nucleares en todo el Medio Oriente, así como mantener una gran fuerza en el área durante décadas. Junto con esas tropas, Estados Unidos tendría que desplegar, de manera permanente, importantes activos de inteligencia para vigilar cualquier intento de transferencia de tecnología nuclear por parte de Irán. Además, quizá también tendría que dedicar miles de millones de dólares para mejorar la capacidad de defensa de sus aliados. Esto podría incluir la ayuda a Israel para la construcción de misiles balísticos de lanzamiento submarino y silos fortificados para misiles balísticos con el fin de garantizar que pueda mantener una capacidad de contraataque segura. Lo que es más importante, para que la contención fuera convincente, Estados Unidos tendría que ampliar su paraguas nuclear a sus socios de la región, y prometer defenderlos con la fuerza militar si Irán lanzara un ataque.

En otras palabras, para contener a un Irán con armas nucleares, Estados Unidos necesitaría hacer una inversión sustancial de capital político y militar en el Medio Oriente todo esto en medio de una crisis económica y mientras trata de sacar a sus fuerzas de la región. La disuasión tendría un enorme costo económico y geopolítico, y tendría que continuar mientras Irán fuera hostil a los intereses de Estados Unidos, lo que podría durar varias décadas o más. Dada la inestabilidad de la región, este esfuerzo también podría fallar, lo que provocaría una guerra mucho más costosa y destructiva que la que esperan evitar los críticos de un ataque preventivo contra Irán.

UN BLANCO FACTIBLE

Un Irán con armas nucleares supondría una enorme carga para Estados Unidos. Sin embargo, eso no significa necesariamente que Washington deba recurrir a medidas militares. Para decidir qué hacer, la primera pregunta por responder sería si funcionaría un ataque contra el programa nuclear de Irán. Los que dudan señalan que Estados Unidos podría desconocer la ubicación de las instalaciones iraníes clave. Debido a los intentos previos de Teherán de ocultar la construcción de ese tipo de estaciones, en particular las instalaciones de enriquecimiento de uranio de Natanz y Qom, es posible que el régimen ya posea activos nucleares que una campaña de bombardeos podría pasar por alto, lo que dejaría al programa iraní con daños, pero vivo.

Este escenario es posible, pero improbable; de hecho, esos temores quizá sean exagerados. Las agencias estadounidenses de inteligencia, la OIEA y los grupos de oposición dentro de Irán han hecho una advertencia oportuna acerca de las actividades nucleares de Teherán en el pasado, exponiendo, por ejemplo, la construcción secreta en Natanz y Qom antes de que esas instalaciones comenzaran a funcionar. De este modo, aunque Teherán podría seguir intentando construir instalaciones clandestinas, Washington tiene muy buenas posibilidades de encontrarlas antes de que empiecen a operar. Además, dado el tiempo que se requiere para construir y activar una instalación nuclear, la escasez de recursos de Irán y su incapacidad para ocultar con éxito las instalaciones de Natanz y Qom, es poco probable que Teherán tenga alguna instalación nuclear importante en operación que las agencias occidentales de inteligencia no conozcan.

Incluso si Estados Unidos lograra identificar todas las plantas nucleares de Irán, destruirlas podría ser, no obstante, muy difícil. Los críticos de un ataque estadounidense argumentan que las instalaciones nucleares de Irán están dispersas por todo el país, enterradas profundamente, fortificadas contra ataques y rodeadas de defensas antiaéreas, lo que haría de una incursión de este tipo una empresa compleja y peligrosa. Además, aseveran que Irán ha ubicado intencionalmente sus instalaciones nucleares cerca de poblaciones civiles, que, sin duda, quedarían bajo el fuego en un ataque de Estados Unidos, lo que podría provocar cientos, si no es que miles, de muertes.

Estos obstáculos, sin embargo, no evitarían que Estados Unidos inhabilitara o demoliera las instalaciones nucleares de Irán que ya se conocen. Una operación preventiva necesitaría dirigirse contra la planta de conversión de uranio de Isfahán, contra el reactor de agua pesada de Arak y contra varias plantas de fabricación de centrífugas cercanas a Natanz y a Teherán, todas ellas ubicadas en la superficie y muy vulnerables a un ataque aéreo.

También tendría que atacar las instalaciones de Natanz, que, aunque están enterradas en concreto reforzado y rodeadas de defensas antiaéreas, no sobrevivirían un ataque con la nueva bomba contra búnkers del ejército estadounidense, Massive Ordnance Penetrator, la artillería masiva de 13600 kilogramos, capaz de penetrar hasta 60 metros de concreto reforzado. La plata de Qom está construida en la ladera de una montaña y, por lo tanto, representa un blanco mucho más difícil. No obstante, la instalación aún no está funcionando y tiene muy poco equipo nuclear, por lo que si Estados Unidos actúa rápidamente, no necesitaría destruirla.

Washington también podría limitar las bajas civiles en cualquier campaña. Irán construyó sus plantas nucleares más importantes, como la de Natanz, en zonas alejadas de áreas densamente pobladas. Para las instalaciones menos importantes cercanas a poblaciones civiles, como las plantas de fabricación de centrífugas, los misiles guiados de precisión de Estados Unidos podrían dirigirse a edificios específicos, sin dañar los alrededores. Washington podría reducir aún más el daño colateral atacando por la noche o eliminando esas plantas menos importantes de su lista de blancos, sin que esto representara un gran costo para el éxito general de la misión. Aunque sin duda Irán daría a conocer cualquier sufrimiento humano resultado de una acción militar, la mayoría de las víctimas serían los militares, los ingenieros, los científicos y los técnicos que estuvieran trabajando en dichas instalaciones.

MARCAR LOS LÍMITES CORRECTOS

El hecho de que Estados Unidos pudiera retrasar o destruir el programa nuclear de Irán no implica necesariamente que deba hacerlo. Un ataque de ese tipo podría tener consecuencias devastadoras —para la seguridad internacional, para la economía global y para la política interna iraní— que es necesario explicar.

En primer lugar, según los críticos, la acción militar estadounidense podría provocar fácilmente una guerra en gran escala. Irán podría aplicar represalias contra las tropas estadounidenses o contra sus aliados, lanzando misiles contra las instalaciones militares o contra la población civil en el Golfo o, quizá, incluso en Europa. Podría activar a sus agentes en el extranjero, provocando tensiones sectarias en Iraq, trastornando la Primavera Árabe y ordenando ataques terroristas contra Israel y Estados Unidos. Esto podría arrastrar a Israel o a otros países a la lucha y forzar a Estados Unidos a escalar el conflicto como respuesta. Los poderosos aliados de Irán, incluidos China y Rusia, podrían intentar aislar a Estados Unidos en el ámbito económico y diplomático. En medio de tal escalada de violencia, ninguno de los bandos podría tener una vía clara para salir de la batalla, lo que tendría como resultado una prolongada y devastadora guerra, cuyo efecto podría dañar gravemente la posición de Estados Unidos en el mundo musulmán.

Los que temen un ataque de Estados Unidos también señalan que Irán podría intentar, como represalia, cerrar el estrecho de Ormuz, el angosto punto de acceso al Golfo Pérsico por el que transita aproximadamente el 20% del suministro mundial de petróleo. Incluso si Irán no amenaza el estrecho, los especuladores, por temor al posible trastorno del suministro, aumentarían el precio del petróleo, lo que podría desencadenar una crisis económica mayor en un momento ya de por sí frágil.

No obstante, ninguno de estos resultados está predeterminado; de hecho, Estados Unidos podría hacer mucho para mitigarlos. Sin duda, Teherán sentiría que debe responder a un ataque de Estados Unidos con el fin de restablecer la disuasión y evitar la humillación en su país. Pero también es posible que trate de calibrar sus acciones para evitar el inicio de un conflicto que podría llevar a la destrucción de su ejército o del régimen mismo. Es probable que el liderazgo iraní recurra a las peores formas de represalia, como cerrar el estrecho de Ormuz o lanzar misiles contra el sur de Europa, sólo si siente que su existencia se ve amenazada. Una operación dirigida de Estados Unidos no necesita amenazar a Teherán de una forma tan fundamental.

Para asegurarse de que no lo haga y tranquilizar al régimen iraní, Estados Unidos primero podría dejar en claro que sólo está interesado en destruir el programa nuclear de Irán, no en derrocar al gobierno. Entonces, podría identificar ciertas formas de represalia a las que respondería con una acción militar devastadora, como intentar cerrar el estrecho de Ormuz, realizar ataques masivos y continuos contra los países del Golfo o contra las tropas o los barcos de Estados Unidos, o lanzar ataques terroristas en Estados Unidos. Washington tendría que expresarle claramente estos “límites” a Teherán, durante y después del ataque, para asegurarse de que el mensaje no se haya perdido en la batalla. También necesitaría aceptar que debería absorber las respuestas iraníes que no superaran esos límites, sin escalar el conflicto. Lo anterior podría incluir la aceptación de ataques de advertencia con misiles contra las bases y los barcos estadounidenses en la región —varios bombardeos a lo largo de algunos días que se reducirían en poco tiempo— o el asedio de los buques comerciales y de la armada de Estados Unidos. Para evitar este tipo de contingencias que podrían obligar a la Casa Blanca a intensificar la lucha, Estados Unidos necesitaría evacuar al personal no esencial de las bases que se encuentren dentro del rango de los misiles iraníes y garantizar que sus soldados estén seguros en refugios antibombas antes de que Irán lance su respuesta. Washington quizá también necesite tener medidas más intensas para los agentes de Irán en Afganistán e Iraq, y contra los ataques terroristas y de misiles dirigidos a Israel. Al hacerlo, podría provocar que Irán siga el camino de Iraq y de Siria, países que se abstuvieron de iniciar una guerra después de que Israel atacara sus reactores nucleares en 1981 y 2007, respectivamente.

Incluso si Teherán cruzara los límites de Washington, Estados Unidos aún podría manejar el enfrentamiento. Al inicio de cualquier violación de esa índole, podría dirigir su ataque contra las armas iraníes que considere más amenazantes para evitar que Teherán las despliegue. Para contener rápidamente la situación y evitar una guerra regional más extendida, Estados Unidos también podría obtener el acuerdo de sus aliados de evitar responder a un ataque iraní. Esto mantendría a otros ejércitos, en especial a las Fuerzas de Defensa de Israel, fuera del enfrentamiento. Israel deberá demostrar que está dispuesto a aceptar un acuerdo de ese tipo a cambio de que Estados Unidos elimine la amenaza nuclear iraní. De hecho, llegó a un acuerdo similar con Estados Unidos durante la Guerra del Golfo, cuando se abstuvo de responder al lanzamiento de misiles Scud de Saddam Hussein.

Finalmente, el gobierno de Estados Unidos podría mitigar las consecuencias económicas de un ataque; podría, por ejemplo, compensar cualquier interrupción del suministro de petróleo abriendo su reserva estratégica de petróleo y alentando discretamente a algunos países del Golfo a aumentar su producción en el período previo al ataque. Dado que muchos países productores de petróleo de la región, en especial Arabia Saudita, han presionado a Estados Unidos para que ataque a Irán, lo más probable es que cooperen.

Washington también podría reducir las repercusiones políticas de la acción militar aumentando el apoyo mundial de antemano. Quizá muchos países aún critican a Estados Unidos por usar la fuerza, pero algunos —los Estados árabes en particular— le agradecerían en privado a Washington por eliminar la amenaza iraní. Logrando tal consenso durante los momentos previos a un ataque y tomando las medidas establecidas para mitigarlo una vez que comenzara, Estados Unidos podría evitar una crisis internacional y limitaría el alcance del conflicto.

CUALQUIER MOMENTO ES BUENO

Los críticos tienen otra objeción: incluso si Estados Unidos lograra eliminar las instalaciones nucleares de Irán y mitigar las consecuencias de dicha acción, los efectos no durarían mucho tiempo. Es cierto que no hay garantía de que un ataque disuada a Irán de tratar de reconstruir sus plantas; podría incluso fortalecer la determinación de Irán de adquirir tecnología nuclear como medio para aplicar represalias o protegerse en el futuro. Estados Unidos podría no contar con los medios o con el capital político para lanzar otro ataque, lo que lo obliga a depender de las mismas herramientas inútiles que utiliza para frenar la carrera nuclear de Irán. Si eso sucediera, las acciones de Estados Unidos sólo demorarían lo inevitable.

Sin embargo, según la OIEA, Irán parece estar totalmente decidido a desarrollar un programa de armas nucleares y no precisa más motivaciones de Estados Unidos. Además, no podría reanudar simplemente su avance cuando toda su infraestructura nuclear sea reducida a escombros. De hecho, una ofensiva devastadora como ésa bien podría forzar a Irán a renunciar completamente al juego nuclear, como lo hizo Iraq cuando su programa nuclear fue destruido durante la Guerra del Golfo y como lo hiciera Siria tras el ataque israelí de 2007. Incluso si Irán tratara de reconstruir su programa nuclear, se vería forzado a lidiar con la presión internacional continua, con más dificultades para adquirir los materiales nucleares necesarios en el mercado internacional y con la posibilidad de enfrentarse a ataques posteriores. La acción militar, por ende, podría retrasar el programa nuclear de Irán desde unos cuantos años hasta una década, y quizá de manera definitiva.

Los escépticos podrían incluso argumentar que, en el mejor de los casos, un ataque sólo les daría más tiempo. Pero el tiempo es un bien muy valioso. A menudo, los países tratan de retrasar lo más posible este tipo de situaciones con la esperanza de eliminar la amenaza por completo. Los países cuyas instalaciones nucleares han sido atacadas —Iraq y Siria, entre los más recientes— han demostrado no estar dispuestos a reiniciar sus programas o ser incapaces de hacerlo. Por ende, lo que parece ser únicamente un contratiempo temporal para Irán podría convertirse, a la larga, en el punto de quiebre.

Otro argumento más contra la acción militar dirigida a Irán es que animaría a la línea dura del gobierno iraní, ayudándole a reunir a la población en torno al régimen, y eliminaría cualquier reformista. Esta crítica ignora el hecho de que la línea dura ya tiene el control. El régimen gobernante ha llegado al extremo de marginar incluso a los líderes que alguna vez se consideraron de derecha, como el ex Presidente Alí Akbar Hashemi Rafsanjani, por su indulgencia. Además, Rafsanjani o el ex candidato a la presidencia Mir Hosein Musavi continuarían probablemente el programa nuclear si asumieran el poder. Un ataque podría crear más oportunidades para los disidentes en el largo plazo (después de unir temporalmente a Irán tras el ayatolá Alí Jamenei), con lo que les daría motivos para criticar a un gobierno que invita al desastre. Incluso si un ataque fortaleciera a la línea dura de Irán, Estados Unidos no debe darles prioridad a los resultados de los conflictos políticos de Irán por encima de su interés de seguridad nacional vital de impedir que Teherán desarrolle armas nucleares.

ATACAR AHORA O SUFRIR DESPUÉS

Difícilmente, atacar a Irán es una perspectiva atractiva. Pero Estados Unidos puede anticipar y reducir muchas de las temidas consecuencias de este tipo de ataques. Si tiene éxito, podría eliminar el incentivo para que otros países de la región comiencen sus propios programas atómicos y, de manera más amplia, fortalecer la no proliferación global demostrando que utilizará la fuerza militar para evitar la propagación de las armas nucleares. También puede prevenir una operación israelí contra Irán, que, dada la limitada capacidad de Israel de mitigar un posible enfrentamiento y de infligir daño duradero, probablemente tendría consecuencias mucho más devastadoras y tendría muchas menos probabilidades de tener éxito que un ataque estadounidense. Finalmente, un ataque gestionado cuidadosamente por Estados Unidos podría resultar menos riesgoso que la perspectiva de contener a una república islámica con armas nucleares; una propuesta costosa y prolongada que, quizá, acarrearía graves amenazas para la seguridad nacional. De hecho, tratar de manejar a un Irán con armas nucleares no sólo es una terrible opción: es la peor.

Dado que las guerras contra Afganistán y contra Iraq están llegando a su fin ya que Estados Unidos atraviesa dificultades económicas, los estadounidenses tienen poco interés en enzarzarse conflictos adicionales. No obstante, el rápido desarrollo nuclear de Irán forzará a Estados Unidos, en última instancia, a elegir entre un conflicto convencional y una posible guerra nuclear. Ante esta decisión, Estados Unidos debe llevar a cabo un ataque quirúrgico contra las instalaciones nucleares de Irán, debe reducir el efecto de una inevitable ronda de represalias y luego buscar la manera de acabar rápidamente con la crisis. Hacerle frente a la amenaza hoy evitará que Estados Unidos se enfrente a una situación mucho más peligrosa en el futuro.



MATTHEW KROENIG es investigador visitante en Seguridad Nuclear en el Council on Foreign Relations y autor de Exporting the Bomb: Technology Transfer and the Spread of Nuclear Weapons. De julio de 2010 a julio de 2011, fue asesor especial en la Oficina del Secretario de Defensa de Estados Uni- dos, a cargo de la estrategia y política de defensa para Irán.

23/9/15

“LAS CINCO ESPADAS DE DAMOCLES EN EL TOW”




VETERANOS DE AYER

“EVIDENCIAS ESPELUZNANTES SOBRE EL PELIGRO AL QUE SE VIÓ EXPUESTO EL GT.88”

Solo con el paso del tiempo era posible determinar cuál había sido la realidad imperante en aquel conflicto conocido como la “guerra del golfo”. Lejos de aquellas jornadas de manipulación informativa a cargo de una sola fuente como fue la CNN, que además estaba condicionada a los filtros de la censura militar del Pentágono, se puede cotejar con mayor objetividad la dimensión que implicó este conflicto y sus consecuencias que hasta el presente siguen pagando vencedores y vencidos.

Anteriormente habíamos visto que la tan tecnológica y avanzada guerra a distancia de la que se jactaron generales y analistas estadounidenses no había sido tan impactantemente precisa como lo presentaron en sus informes y mucho más aun en las novelas que terminaron en filmes hollywoodenses.

Fue cierto y no quedan dudas sobre la destructividad de la llamada campaña “Desert Storm”; pero también fue una verdad muy bien ocultada hasta no hace mucho, que los miembros de todas las fuerzas que formaron la coalición, no se la llevaron de arriba y a las bajas que se produjeron en los enfrentamientos convencionales dentro del TOK, dejaría una mácula invisible y muy dañina dentro de cada uno de aquellos.

Pero el desenlace de las operaciones militares fue relativamente rápido. A la vista de varios expertos, demasiado rápido y a la vez, fue una muy buena noticia para los más informados sobre las capacidades militares de Iraq dado que, si se hubiese extendido el conflicto más allá del mes de febrero, la Colación pudo haber empezado a experimentar golpes inesperados y muy dañinos contra su flota.

El fracaso de las operaciones de bombardeos tácticos contra los emplazamientos de SCUD y las olvidables incursiones de los comandos británicos y estadounidenses tras las líneas enemigas –sobre los cuales se ha mantenido un hermético silencio- llevó a que los analistas de inteligencia y los expertos en el armamento que poseía Iraq por ese entonces, a sugerir que fuera de la forma que fuese, había que culminar la guerra sin pretensiones de avanzar sobre territorio iraquí. Pero ¿cuáles eran esas consideraciones para que se apresurara el fin de las hostilidades?

El castigo inmisericorde de los aviones y los misiles navales de la coalición se sintieron mucho más sobre la población civil que sobre las unidades militares de Saddam, demostrando que la tan arrogada “precisión quirúrgica” de la que los generales estadounidenses se jactaban en sus ataques, solo se veían en grandes instalaciones estáticas como hangares, aviones inmovilizados en sus pistas, posiciones de artillería y vehículos blindados semi enterrados en las arenas del desierto –sin descontar por supuesto, los miles de Dumies que imitaban tanques, vehículos lanzadores de SS-SCUD, misiles Frog-7 etc- .

Para los pobres soldados conscriptos del ejército raso iraquí fue una pesadilla interminable de machaque día y noche con toneladas de explosivos sucios con uranio enriquecido cayendo sobre sus endebles refugios y trincheras. Obligados a formar posiciones fijas de trincheras al mejor estilo de la 1º guerra mundial, hicieron de los aviones y helicópteros norteamericanos y aliados, un polígono de tiro al blanco con premio asegurado.

Pero como lo comentaban varias fuentes de inteligencia y documentos de la época que se han desclasificado hace poco tiempo atrás, esa no era la verdadera guerra en la que existe una contraparte que puede responder; los verdaderos tipos de temer aguardaban sus ordenes para un momento determinado del conflicto. Pudimos ver que dentro de las llamadas tropas de elite de Saddam, la “Guardia Republicana” habían unidades que contaban con imaginativas tácticas de las que dieron muestra tan solo en más de una docena de veces pero que hicieron que varios altos oficiales de enlace dentro de sus unidades de combate, pensaran “en dónde y con quiénes nos hemos metido?”

Aquel incidente en el que un comando iraquí intentó dañar al Portaaviones “USS Missouri” lanzando dos proyectiles muy bien disfrazados en dos pontones que simulaban artefactos navales de señalización, no solo demostraba el grado de osadía sino también la variedad de recursos en sus arsenales. Esto por las características de esos proyectiles que según documentos de inteligencia iraquíes detallaron como MMS o no guiados, eran misiles del tipo “FROG-5” imaginativamente adaptados para ser montados en pontones diseñados para ese fin y en los cuales habrían trabajado ingenieros iraquíes y de Corea del Norte.

Pero estos episodios no son el fondo de la cuestión presentada. Al culminar la guerra y como parte de la propaganda mediática occidental, según los informes del Pentágono, la coalición había destruido un importante porcentual en la capacidad ofensiva de Iraq.

Esto no se condecía con la realidad imperante en la pos guerra. Más allá de la sorpresiva retirada de las tropas iraquíes, Saddam conservó las mejores unidades de la Guardia Republicana y solo acuso la pérdida de apenas 4 de las 15 unidades lanzadoras SS-SCUD 1, un 5 % de las baterías antiaéreas SAM-13 y solo un 12 % de las unidades blindadas en su mayoría, de batallones regulares equipados con los viejos T-55, de los cuales abundan ardiendo o despedazados en las fotografías de la época.

Por el contrario, los bombarderos B-52 y los ataques tácticos de los A-6, F-14 y F-16 gastaron millones de dólares en bombas y misiles sobre blancos falsos y maquetas elaboradas con chatarra. De este modo, aparentes posiciones de radares “Roland” y sus lanzadores fueron acalladas por los primeros y exitosos raids de la coalición; los videos tomados por los misiles inteligentes “Hell-fire” eran la prueba del éxito.

Pero el paso de las horas y de los días fue evidenciando que los cielos de Iraq no estaban libres de fuego enemigo. De esta manera los comandantes de operaciones en Riad y Darahm atónitos se preguntaban ¿de dónde salieron estas nuevas baterías?, sin advertir que lo que se había pensado como destruido, se había escondido muy bien en las proximidades.

Lo mismo ocurrió con los escurridizos vehículos de lanzadores de misiles SCUD que no podían ser hallados y menos aún destruidos. Tal como ocurrió con los señuelos inflables que semejaban tanques, camiones y sistemas de lanzadores SAM, los iraquíes habían diseminado por el noroeste y el sur de su país, unos ochenta “Dumies” o señuelos inflables que en el mercado de entonces costaban unos cinco mil dólares por unidad, un muy buen negocio para Bagdad. Un extraordinario y a su vez bochornoso dispendio de recursos para los jefes de la Coalición, que rechinarían sus dientes al saber que habían estado lanzando bombas y misiles de millones de dólares contra unos señuelos de goma, que pese a los intentos de ser encubiertos, quedaron expuestos por algunos informes de reconocimiento.

Si se habían descargado toneladas de explosivos sobre supuestos blancos militares que muchos de ellos no eran tales, ¿Quién podía asegurar que se había degradado la capacidad ofensiva y en especial, los sistemas de misiles balísticos de Iraq? Pues bien, tal como concluyeron los informes del CENTIJ, brevemente nadie podía asegurarlo con certeza.

Pasados cinco años del final de aquella guerra, investigadores norteamericanos, canadienses y británicos, basados en datos de inteligencia obtenidos en Iraq, daban cuenta que el gobierno de Hussein había mantenido muy bien guardados una variedad de misiles multipropósito de largo alcance. En 1997 un Informe presentado por la organización canadiense “GLOBAL SECURITY”, daba cuenta de esta capacidad previa y subsistente de Iraq tras la guerra de 1991. En él se ponen en evidencia los escalofriantes datos técnicos y de inteligencia, que revelaban entre otras cuestiones, la potencialidad de las FFAA iraquíes, pese a la severa destrucción infringida por las fuerzas de la Coalición.

En el itinerario se describen cinco clases de misiles, entre los cuales figura el “Al Tarmout” con capacidad de alcanzar blancos a una distancia de 2000 kilómetros de su lanzamiento. Otro tipo de misil disponible era el “Al Bakr” que según el informe tenía un alcance de 950 kilómetros pudiendo haber cerrado la entrada del estrecho de Ormuz a los buques de apoyo logístico que sostuvieron la campaña bélica. Las conclusiones evidenciaban que de haberse extendido las hostilidades más allá del mes de febrero de 1991, los iraquíes pudieron haber cargado estos especímenes para atacar con consecuencias bastante nefastas a la retaguardia de las fuerzas de la coalición.

21/9/15

“EXISTEN THINK TANKS DE LA GEOPOLITICA ARGENTINA?”


DEBATE


El desafío de salir de la comodidad de la política doméstica para una integración preparada ante los problemas mundiales.

Para muchos argentinos el término “Think Tank” no significa nada. Se trata de una denominación en inglés que refiere a Taque de Pensamiento como forma de identificar a una organización que agrupa a intelectuales y académicos dedicados a elaborar estrategias y planificaciones para el desarrollo de políticas de largo plazo en beneficio de los estados. En el mundo anglosajón este campo está ampliamente desarrollado a las políticas externas y por medio de las cuales, Washington y Londres ponen en práctica políticas que previamente estuvieron pensadas, razonadas y volcadas a “papers” con décadas de antelación.

En la Argentina existen varios de estos tanques, pero con la experiencia política diaria y la realidad que se observa, parecería que todo surgiera de la improvisación y los negocios de oportunidad, que van variando de gobierno a gobierno. En especial en el campo de la política internacional y de una visión propia de la geopolítica, ARGENTINA no ha parido a ningún tanque criollo que se anime a dar un análisis y ensayos de proyecciones más allá del Río de la Plata.

A pesar de esto y aunque cueste creerlo, Argentina ha sido uno de los productores más importantes de material intelectual y reconocido en el séptimo puesto por el Índice Global de Think Thanks realizado por la Universidad de Pensilvania.

La función de estos tanques de pensamiento es la de conectar las investigaciones académicas que proveen alternativas y soluciones para problemas dentro de la vida política, de los servicios públicos y de los temas más sensibles para resolver por el estado. Así mediante la investigación y el análisis se busca influenciar en estos campos de la vida pública (CEDES) que aportan a funcionarios públicos y políticos, herramientas con las cuales resolver los problemas que se vayan presentando en la dinámica vida de un estado.

Algunos de estos tanques nacionales tenemos al Centro de Estudios de Estado y Sociedad (CEDES) que propone nuevas formas de resolver problemas que pueden ir desde el campo de la educación, las artes, las obras públicas y la defensa. Especial dedicación tiene sobre la problemática del desarrollo económico-social, fortalecimiento de la democracia, la promoción y garantía de los derechos humanos y la preservación del medio ambiente.

Otro tanque nacional es la CIPPEC está dedicado a la investigación y el análisis de los problemas que surgen de la falta de transparencia en el manejo de fondos y presupuestos públicos que suelen verse afectados por malos manejos, especialmente en momentos de elecciones.

El CEDLAS “Centro Distributivo Laborales, Sociales” fue creado en la Universidad de La Plata que se dedica a analizar los problemas distributivos, laborales y sociales en América Latina y el Caribe, basándose con el método de recopilación datos mediante encuestas.

Otro es el FIEL “Fundación de Investigaciones Económicas Latinoamericanas” que tras ser fundada en 1964 dentro de la Bolsa de Comercio de Buenos Aires, la Cámara Argentina de Comercio, la Sociedad Rural, la Unión Industrial Argentina se dedicó a analizar y ensayar propuestas económicas en el marco de la situación económico-social argentina. Incluso el PRO es un verdadero tanque de pensamiento con aspiraciones políticas y que, cabe decirlo, tiene lineamientos que provienen de políticas foráneas direccionadas especialmente a temas de política y seguridad.

Pero en este repaso de los diversos exponentes del pensamiento académico nacional, se puede advertir que no varían en los abordajes y las temáticas que proponen. Todos ellos abocados a la temática de políticas domésticas y contextualizadas a la política interna. Los temas de la geoestrategia y las soluciones macro para temas del estado insertado en la región y en una posición particularmente estratégica en el mundo lucen ausentes, demostrando el carácter introvertido y adolecente del intelectualismo nacional que se refleja en una clase política temerosa en plantarse en el escenario externo.

Y esta carencia de un tanque de pensamiento estratégico y actualizado a las nuevas circunstancias mundiales, se refleja con mucha claridad en las políticas externas de la república, verdaderas garrapateadas que buscan algún tipo de acceso a posicionamientos geopolíticos en la línea de Rusia y China, matizado con veladas intensiones de último momento de ingresar al BRICS. La clase gobernante y los políticos argentinos en general aun no han asimilado lo que dice el dicho…”para hacer un pastel hay romper huevos”, que se debe conjugar con este otro razonamiento que dice…”y para poder comerlo, hace falta tiempo para que se cocine.-

20/9/15

“AUMENTA LA DROGA EN PERÚ CON LA PRESENCIA DE EEUU”

 Portaaviones USS “Washington”
EN LA MIRA

Washington da el puntapié para ir creando puntos de conflicto en la región

Se trata de una situación que incomoda a los sectores que siguen con esperanzas de un pronto regreso al alineamiento automático con Washington. Desde finales de 2014 y con una creciente acción de agrupaciones supuestamente pertenecientes a “Sendero Luminoso” que se habrían fusionado al narcotráfico peruano, llevó a que los jefes del Comando Sur hicieran incapie en la necesidad estratégica de una presencia activa de EEUU en el Perú, sin dejar de mencionar las contrariedades que rodean esta política.

Los coqueteos de Washington con lima habían venido desde mediados del 2010, cuando el Pentágono incremento sus contactos de cooperación y entrega de equipamiento para las FFAA peruanas. También se firmaron convenios para la lucha contra el narcotráfico que involucró la construcción de una instalación para una nave Beechcraft 1900D en proximidades de la base aérea del Callao.

Antes de que las tropas norteamericanas desembarcaran en el país, se habían registrado ingentes gestiones y visitas del Secretario de defensa estadounidense Chuck Hegel junto a los jefes del Comando sur quienes al parecer, traían informes pormenorizados sobre la creciente actividad “insurgente” que se estaba potenciando con el tráfico regional de Cocaína.

Pese a la gravedad y lo sensible que representa el ingreso de tropas extranjeras al país, el gobierno de Ollanta Humala y el Congreso peruano no resistieron demasiado los planes del Pentágono que, en apariencias, estaba preparado para desembarcar sus tropas que ya estaban embarcadas en el portaaviones USS “Washington” custodiado por dos buques que habían estado desde hacía un año operando en el borde de las aguas territoriales peruanas. Era claro, que los norteamericanos demostraban una extraordinaria previsión sobre asuntos internos de otros países.

Lo cierto es que desde comienzos del año, las tropas norteamericanas comenzaron a tocar tierra peruana y con la peligrosa promesa de que se irán incrementando con el correr de los meses. La causa para su presencia, sería el crecimiento de la inseguridad por la operatividad insurreccional y del narcotráfico. Cierta y sospechosamente, las actividades de grupos irregulares se habían vuelto inusualmente cruentas, causando daños que no se veían desde la época en que Sendero Luminoso operaba en todo el país. Esto indicaba una apoyatura financiera, armamentística y de inteligencia que despertaba legitimas sospechas de una “ayuda especializada”.

Otro punto a tener en cuenta, era que la aparente radicalización de las operaciones insurgentes se da en momentos que los conflictos sociales se entremezclan con los producidos por la contaminación ambiental producida por proyectos extractivos en los que tienen participación empresas estadounidenses.

También es muy sospechoso, la adquisición de cierto armamento y el equipamiento que están utilizando estos presuntos “irregulares” que en varios y previos ataques contra puestos del ejército y la policía demuestran un poder de fuego que supera a los viejos fusiles AK-47 que habrían quedo en zulos escondidos y desperdigados en el país.

Menos aún se puede pasar por alto, que a tan solo unos meses desde que comenzaron a ingresar los 3.200 US marines a suelo peruano, el tráfico de drogas y la violencia se ha disparado en forma extrema.

Sectores nacionales no tardaron en denunciar el sospechoso incremento en la producción de drogas que va a la par, de la supuesta ayuda que estaría dando Washington a Lima.

No cabe lugar a dudas de que, Washington ha trazado una agenda para la región y no tiene nada de constructiva. Entre los objetivos apuntados, están los gobiernos “progresistas” y entre ellos Argentina. Sobre el particular y en consideración a la situación de absoluta indefensión de la república argenta, queda claro que no habrá mayores problemas para considerar por el Comando sur; en último sentido, las actividades para la desestabilización regional son reales por más que la Casa Rosada haga la vista gorda.

Nadie debería olvidar como trabaja Washington y en especial su Departamento de Defensa; ellos son la solución para un problema creado por sus mismos planes y ejecutados por sus agencias de inteligencia. Como se dice en la jerga de la política de inteligencia en Washington, “lo que hace la mano derecho no lo sabe la siniestra”. Es probable que Perú este siendo víctima de una de estas tácticas que pueden convertir al país, en la cabeza de playa de las políticas intervencionistas estadounidenses sobre el Cono sur.

“EL PENTÁGONO AMPLIA SUS ESTRATEGIAS PARA CONTRARESTAR A RUSIA”



EN LA MIRA



Desde la caída de la URSS en 1990, Washington y sus socios de la OTAN respiraron aliviados y frotándose las manos, comenzaron el desarrollo de expansión a nivel mundial con la evidente intensión de engullirse a una parte del mundo.

Mientras desde Washington se observaba expectante como se arremolinaban las repúblicas bálticas y los países europeos comenzaban a colapsar, la OTAN llegaba tras la retirada de los asesores y jefes del “Pacto de Varsovia” que pronto dejaría de existir.

Con esta situación, la Europa oriental simplemente colapso y estados étnicamente compuestos como Checoslovaquia y Yugoslavia se descompusieron, en el primer caso sin derramamiento de sangre pero en el segundo, creando un conflicto inter étnico tan atroz que hoy sigue generando puntos de rispidez entre croatas, serbios y musulmanes bosnios.

Con la primera etapa de la guerra del Golfo en 1991, EEUU tuvo la excusa perfecta para desplegar a una fuerza militar a la región y en especial, a suelo saudita y kuwaiti, despertando la ira de los más radicales militantes islamistas. No contento con ello y de acuerdo a una larga y antigua planificación de los “Think Tank” se fue construyendo la siguiente excusa para, esta vez, apoderarse de Iraq.

Aunque el país árabe se hallaba cercado por un bloqueo marítimo y aéreo que estrangulaba su economía, la fuerza y voluntad de los iraquíes no se había disminuido y trece años después, Washington vuelve a la carga y con nuevas manipulaciones, crea la excusa para invadir a Iraq en 2003.

Por efecto de esa invasión, Iraq entro en un ciclo de violencia que no se ha detenido, desangrando a su población en una lucha brutal y sin pausa, condimentada con las cizañas inoculadas desde las sombras por los mismos invasores y sus aliados.

A partir de ese entonces y hasta mediados del 2012, el mundo no le quedó más que ver impertérrito como, simplemente EEUU inventaba situaciones conflictivas y junto a su gran aliado en las aventuras militares (Gran Bretaña), comenzaron a desplegar un nuevo conflicto que al día de hoy no se ha terminado y ciertamente es muy difícil predecir cuándo lo hará.

El medio “Foreing Policy” en un artículo de septiembre, revela que el Pentágono desarrollaba nuevos planes contra Rusia. Esto estaba impulsado por la creciente y exitosa intervención de Moscú en el conflicto sirio y por la extensión de sus fuerzas a nuevos puntos como había sido el anuncio de crear una base aérea en Bielorusia.

En realidad Washington no está desarrollando nada nuevo. La planificación de la geopolítica para Asia y el extremo oriente –implicando a Rusia y China- tiene cuando menos unos cuarenta años de planificaciones y desarrollo que se han venido volcando en el papel. En las épocas de Henry Kissinger ya se había comenzado a planificar las vías por las que había contener y de ser posibles derruir a la URSS, previendo incluso tener a China como el socio clave para ello.

Sobre esto, cabe recordar el apoyo de EEUU a Pakistán –aconsejado por Kissinger- en la guerra que se desató con la India en 1971 especialmente creada para abortar los planes de expansión de la entonces URSS aliada de Nueva Delhi. Según recuerdan algunas fuentes contemporáneas, Kissinger consideraba a los indios como una raza inferior, demostrando su vernácula prosapia del sionista medio.

Su sucesor, Zbignew Brzezinski trabajando como consejero de Seguridad Nacional del gobierno demócrata de Jimy Carter no fue menos y continuó con aquella política intriguista y de complot que fundamento los programas de inteligencia más secretos y costosos de la historia. Fueron épocas de muy buenos negocios para la industria armamentística y los contratos con el sector de la defensa; fue de la mano de éste funcionario, que para finales de la década de los setentas y comienzos de los ochentas Washington, por intermedio de la CIA, se involucró en la creación de los primeros esbozos de lo que sería “Al Qaeda” mediante el reclutamiento de combatientes árabes con la intermediación de Arabia Saudita y del la Persia del Sha.

El terrorismo ha sido una táctica empleada no solamente por organizaciones para estatales o no estatales como lo fueron la OLP, IRA, ETA entre muchos más; también había sido adoptada como un arma más en los arsenales de la inteligencia anglosajona e israelí, usándola a discreción para ciertos eventos en los que el mejor mensaje para mandar al enemigo era “aterrorizarlo”.

Claramente, “Al Qaeda” de finales de los noventas hasta la primera década del 2000 y el “ISIL” en la actualidad jugaron y juegan el papel preponderante para crear la llamada guerra contra el terror que claramente demuestra una curiosa orientación casuística que no responde a la coherencia de los objetivos que dicen buscar. Brevemente, tanto uno como otro no han atacado blancos estadounidenses o israelíes, salvo pequeños incidentes que no son nada con las aberraciones que siguen cometiendo contra los musulmanes y cristianos.

Con la creación de la llamada “Primavera árabe” que se enmarcó en una operación mediática masiva, Washington lanzaba la tercera fase de su plan por controlar y rediseñar el Medio Oriente, paso fundamental y previo para avanzar sobre Asia. En apariencias para el 2010, la Federación rusa no presentaba ninguna amenaza y China no estaba preparada para acudir en ayuda de las empresas petrolearas que estaban en el Norte de África. Para la Washington el panorama estaba despejado solo bastó presionar a la ONU para legalizar la intervención militar contra Libia.

Usando la estructura de medios y con la cooperación de medios árabes regionales, Washington esperaba que aquellas revueltas árabes presuntamente espontáneas, sería parte de la historia y se las conocerían como la “primavera árabe”.

Pero Moscú no estaba cruzado de brazos. A esta táctica desinformativa de guerra psicológica se opuso la versión de los medios rusos, en especial el de RT que comenzó a crecer en audiencia a medida que la crisis avanzaba. A esto, la reactivación de la industria militar y la reestructuración de sus FFAA continuaban a paso acelerado. En el campo diplomático Vladimir Putin expresaba sus preocupaciones por los sucesos que estaba sacudiendo a Egipto y que claramente estaban siendo incentivados desde el exterior.

Para 2011 cuando EEUU y sus aliados europeos lograron obtener una resolución de intervención contra Libia, Putin declaró que esa medida resultaba ser una resolución (la nº 1973/11) defectuosa y errónea que atentaba contra la soberanía de un estado soberano. Por su parte, China se abstiene de comentarios mientras la OTAN comienza los bombardeos sobre Libia.

Para 2012 en Siria se registraban ataques que iban creciendo en cantidad e intensidad y Rusia con su base naval en Tartus se mantenía en alerta hasta nuevo aviso. Según algunos analistas en Washington, esperaban que Moscú ordenara el desmantelamiento de la base y la salida de las unidades navales hacia Rusia. Para sorpresa de la OTAN, los rusos no se iban. Esto hizo que Turquía –aliado en los planes de Washington- dudara en involucrarse directamente desde el norte y las deliberaciones entre Washington, Londres y Paris se acrecentaron. A partir de allí comenzaría la pulseada silenciosa y sin pausa entre la diplomacia rusa y de la OTAN.

Desde mediados del 2013 con la afinación de un nuevo sistema de defensa anti misiles contra amenazas exteriores y la puesta a punto de la flota con una creciente actividad conjunta con una China más lanzada a participar en la política exterior, Rusia fue tomando fuerza no solo en el campo militar, sino también en el campo de la geopolítica y la diplomacia llegando a restaurar el peso propio de sus posturas ante el concierto mundial. Y no solo las palabras bastaron para ello; con varios y muy significativos incidentes entre los avanzados aviones de combate rusos y la flota estadounidense desplegada en el Mediterráneo y el Mar Negro, Moscú probaba que a las palabras tenían con que respaldarlas.

La situación de Ucrania desde el 2014 y la frustración de los planes de la OTAN sobre Crimea, causó revuelo y mucha rabia entre los estrategas estadounidenses que además de ver como la farsa de la “revolución del Maidan” no concretaba los planes de instaurar una base en la entrada a la Federación rusa, no lograba establecer un gobierno títere estable. A la par de esto, los avances de la marina rusa en el desarrollo de nuevos y más eficaces misiles navales, ponían a raya a los buques de la OTAN que pretendían intimidar a la Federación.

Con la innegable influencia de Moscú y Beijín en el asunto de Siria por frenar las iniciativas belicistas de Washington en el Consejo de Seguridad, llevó a que se incrementaran las tácticas sucias y no convencionales disfrazadas bajo el telón negro del “Islamic State”.

En resumen, lo que más preocupa a Washington y sus aliados es la implementación de la política de multipolaridad en las relaciones internacionales, incentivando al rechazo de la unilateralidad estadounidense y el desarrollo independiente de los países, algo que –siguiendo a lo propuesto por Chávez- es fomentado por Rusia y esta prendiendo peligrosamente en varias regiones del mundo en especial, en Latinoamérica.

19/9/15

“EL FRACASO DE LA OPERACIÓN BRAVO TWO ZERO Y DEL SBS AL ESTE DEL TOK”


VETERANOS DE AYER


La historia real detrás de las operaciones británicas del SAS y el SBS en territorio iraquí y la defección ante sus colegas Fedayín

Hemos visto que varios episodios de la guerra del Golfo Pérsico, o fueron adulterados o simplemente fueron ocultados con la ilusión de que se perdieran en la noche de los tiempos; después de todo, los que habían impulsado esta estrategia habían logrado su propósito que era, poner las primeras bases estadounidenses en la Península arábiga.

No faltaron las historias muy bien editadas y acomodadas a las “triunfantes” circunstancias para maquillar lo mejor posible, lo que en realidad había ocurrido en aquellas calurosas jornadas en el TOK.

Para cuando la Coalición el 16 de enero de 1991 desató el infierno con la operación “Tormenta del Desierto”, los iraquíes menos quedarse agachados viendo venir los proyectiles que lanzaban los buques, aviones y artillería en tierra, pusieron manos a la obra para distraer y confundir a los agresores que mostraban su poder sin limitaciones ni misericordia. Ante esto Saddam Hussein cumplía con su amenaza y golpeaba a Arabia Saudita e Israel mediante diversas variantes de misiles de largo alcance SS-SCUD, sembrando el pavor entre los que hasta hacía una semana apostaban a que “los iraquíes no se atreverán a cumplir con sus amenazas”.

Pese a la férrea censura militar de la Coalición y de sus colegas israelíes, los misiles SCUD causaron serios y puntuales estragos en territorio israelí y de Arabia Saudí, lo que llevó a que Tel Aviv estrechara la seguridad interna ante las sospechas sobre una posible marcación de blancos por parte de elementos pertenecientes a facciones palestinas aliadas a Iraq.

La aviación de la Coalición era muy buena para arrasar presuntos blancos en terreno abierto pero no lograba degradar la capacidad de contraataque de Iraq. Toneladas de bombas y misiles caían en las ciudades y pueblos, pero los misiles iraquíes seguían saliendo sin pausa. Como un árbol de navidad, las defensas iraquíes prendían y apagaban sus defensas antiaéreas que se confundían con falsas señales de maquetas que simulaban equipos desplegados sobre el terreno. La inteligencia de la Coalición no lograba desentrañar este dilema y comenzaron a barajar las opciones para tratar de cortar con este flujo de misiles que podrían llevar a que Tel Aviv se viera provocada a intervenir oficialmente.

A la postre de esto, el alto mando no quería reconocer algunos informes que daban cuenta que varias toneladas de sus bombas estaban siendo desperdiciadas en “Dumies” y maquetas de madera y hojalata que simulaban entre otras cosas, las tan ambicionadas lanzaderas de misiles SCUD. Se hacía necesario utilizar equipos tácticos que operaran en el terreno tras las líneas enemigas. Tras una breve pero concienzuda selección, se dejó la tarea a los equipos del SAS y el SBS de la Real Armada Británica para que concretaran operaciones de búsqueda y destrucción de lanzaderas en lo profundo del territorio iraquí.

Los Servicios Aéreos Especiales (Service Air Special) son una fuerza de elite británica bajo el mando de la RAF y tuvo entre otras experiencias nada más ni nada menos que en la guerra de Malvinas especialmente, en la llamada “Operación Mikado” –de la cual será tema de otro artículo-. Sus colegas de la Real Navy son los llamados Servicio de Botes Especiales (Special Boat Service) también con rango de fuerzas especiales, fueron parte en el conflicto del Atlántico sur en 1982.

Según la historia oficial presentada por los documentos de la Coalición y los respectivos ministerios de defensa de ambos países, las tareas encomendadas en éste nuevo conflicto fueron exitosas. Pero nuevamente y por efecto –obviamente desagradable- de revelados documentos de lo que fueron las ex fuerzas armadas e inteligencia de Saddam Hussein, se documentan versiones muy disimiles a las que oficialmente habían venido siendo utilizadas para “Best sellers” y películas de Hoolywood.

Para dar un somero enfoque de cuál ha sido el volumen de la información saqueada del cuarteles del entonces ministerio de inteligencia y de información en Bagdad, se habla de más de un millón doscientos mil (aproximadamente) documentos de todo tipo que formaron parte del patrimonio robado tras la invasión en 2003. En dos cuerpos de esos documentos aparece la descripción del incidente como “Al hash Al Q´aim 7839-024/1”.

Según la versión oficial, se le encomendó al SAS que se infiltrara en territorio iraquí para destruir las lanzaderas de misiles SS-SCUD que estaban causando muchos dolores de cabeza tanto con los saudíes como con sus aliados israelíes. A como fuera, se debían acallar esos misiles y tratar de derruir la capacidad ofensiva de Iraq. El diseño de la operación estuvo a cargo del Real Comando de operaciones y delegado al legendario Dan Mitchell que con siete hombres deberían ingresar por el oeste de Iraq y adentrarse en lo que se llamo “el Boulevard Scud”. Como apoyo estuvieron cubiertos por una Unidad inteligencia del “US SOF” quienes presuntamente guiarían a los británicos por el terreno hostil.

Por otra parte, al SBS se le encargo la misión de cortar los cables de fibra óptica que entraban por el mar y que alimentaban la energía eléctrica y las comunicaciones en Iraq.

Con este panorama, podíamos ver que el SAS operaría por el noroeste junto con los estadounidenses y el SBS desde el sureste, tratando de hacer colapsar el sistema defensivo iraquí. En el papel el desarrollo de la operación mostraba un alto grado de posibilidades de éxito sin que –en teoría- pudieran aparecer obstáculos en el camino.

El 23 de enero en horas de la madrugada embarca el grupo de Mitchell y a bordo de dos helicópteros Chinook cruzan la frontera de Iraq y se internan en la región de Al Anbar. En apariencias todo marchaba sobre ruedas y estaban muy próximos al objetivo que había sido señalado por sus colegas norteamericanos. Entre tanto y en las costas de la península de Fao y en las aguas próximas del puerto de Basora, los SBS se preparaban para cortar los cables submarinos que conectaban a Iraq con el exterior. Otro grupo del SBS se infiltraría desde allí hasta cuarenta kilómetros de la periferia de Bagdad con el mismo propósito.

Entre tanto, el grupo del SAS llega al punto de marcación y según la versión oficial, fueron detectados por los iraquíes y comenzaron a recibir fuego pesado que obligo a la retirada inmediata de los aparatos con rumbo al sector controlado por los norteamericanos en una ruta que los guiaría a una salida por el sur de la localidad fronteriza de “Al Q´aim” hacia Siria. Según esta versión, uno de los Chinook cae a tierra por las averías causadas por el fuego enemigo muriendo tres hombres del equipo, el otro trata de revisar la situación y debe aterrizar de emergencia por haber sido averiado uno de sus rotores. Resultado: Cuatro SAS capturados y uno fugado.

En el otro extremo, las operaciones del SBS fueron reportadas como exitosas, logrando volar los cables que ingresaban por el mar. En cuanto a sus compañeros enviados a volar los tendidos subterráneos de las subestaciones al sur de Bagdad, se reportó como misión exitosa con solo una baja por accidente.

Pero, las versiones que surgen de los documentos de la inteligencia iraquí no solo revelan una secuencia de hechos muy diferente sino que las circunstancias que los rodearon, fueron completamente maquillados.

Sobre el fracaso de la operación en el noroeste por parte del SAS, la versión revela una circunstancialidad truculenta. Según el documento que se encabeza como “reporte al Comandante general” fechado el 25 de enero, Bagdad, se reportó el ingreso de una fuerza hostil y pequeña compuesta por cuatro aparatos que tomaba rumbo a “Al Haditah”. Continua describiendo, que “inteligencia detectó a las 2001hs, el cruce y avance a baja altura sin luces, dos Chinook sin marcas y dos “Cobra”.

Posible incursión de US Rangers. A las 2029hs, inteligencia beduina reporta (pastores que trabajaban para Bagdad) el paso a baja altura de los helicópteros con rumbo noroeste”. A las 2044hs, inteligencia apostada a 20 millas al oeste de “Al Rutba” reporta avistamiento de los aparatos en maniobras de “landing” sobre el sureste de la marcación”.

El informe detalla contacto con una patrulla de la Guardia Republicana al suroeste que desato una batalla a la que se unió una brigada Popular del “Fedayin” compuesta por cuatro vehículos artillados bien cubiertos en las arenas del desierto. El informe culmina detallando: “Dos vehículos propios perdidos, ocho hombres de la GR y seis de los “Fedayin” muertos. Las bajas infieles: Un helicóptero “AH-1 Cobra” y dos “Chinook” derribados y dos vehículos Land Rovers bien armados incinerados. Cinco hombres británicos muertos, seis heridos capturados trasladados para interrogación”.

A pesar de que hubieron varias historias rimbombantes que terminaron en libros y películas, en especial por británicos como el SAS Andy Mcnab quien según su versión, logró escapar de aquella situación, quedo bien en claro que este grupo especial no lograron encontrar y menos aún destruir las unidades SCUD.

Sobre la operación que llevaron a cabo los SBS que quiso volar cables subterráneos cerca de “Radwaniyah” al sur de la capital, fue concretada parcialmente ya que fueron detectados y rechazados por fuerzas iraquíes que patrullaban el área. Según la versión de la Coalición, los comandos SBS lograron llegar hasta los cables que se entroncaban en las subestaciones de derivación que conectaban Bagdad y colocar los explosivos. Al salir a bordo de un “Chinook” tuvieron intercambio de fuego sin consecuencias. Se logró volar las conexiones y salir exitosamente. Según un documento de la ex inteligencia iraquí fechado el 26 de enero y membretado como SECRETO, reportó el incidente como un intento fallido por cortar la energía y las comunicaciones del centro sur de Bagdad y en el cual los combatientes de la región sur lograron abatir un aparato de transporte de la Royal Navy.

Sobre esta operación, los hechos demostraron que a pesar de haberse reportado la voladura de una conexión subterránea que conectaba Bagdad, Nasiriya y Basora, la electricidad solo se corto por dos horas y las comunicaciones telefónicas militares entre las unidades de combate y su respectivo comando y control no se vieron tan afectadas como informaban los reportes de la Coalición.

17/9/15

“OTRO PASO ATRÁS PARA ARGENTINA Y DIEZ ADELANTE PARA BRASIL”


DEFENSA Y SEGURIDAD


Cielos controlados en los alrededores de Argentina

Habíamos dicho anteriormente en esta sección, que Argentina viene padeciendo de una endemia que de no enmendarse podría acabar con su calidad de estado soberano. Un país sin defensa es como una oveja en medio de una creciente jauría de lobos y otros depredadores que se amuchan en el mundo actual.

Las excusas políticas para esto no vienen al caso volver a reiterarlas. Lo que sí es importante señalar es que por medio de esta negligente –y muy cómoda- postura gubernamental, se está sacrificando el futuro de los intereses nacionales; que pese a la abúlica calidad de la clase política que “administra” el país, aún existen en las prerrogativas del estado.

Muchas veces suelen acudir a otros temas como la pobreza, la indigencia o la falta de trabajo para desviar la compleja temática que involucra nada más ni nada menos que las posibilidades de subsistencia del estado ante las cada vez más posibles agresiones externas. Incluso en la actualidad, el estado argentino se halla sentado y de brazos cruzados mirando como las avionetas cargadas con estupefacientes no solo pasan por los cielos nacionales sino que, como durante años se han reportado, aterrizan o lanzan su mercancía en varias provincias.

Con las elecciones en proximidad, se han escuchado grandes cuentos de hadas, especialmente de candidatos que supuestamente son una alternativa –algo que en realidad ninguno representa- alegando que “impondrán la ley del derribo”, como una manera de combatir el descarado tráfico aéreo de drogas. En la cruda realidad, no existen los medios para cumplir con esas típicas promesas que además, no son viables de cumplir ya que, la situación del narcotráfico en el país se halla muy acendrado en los círculos financieros y políticos.

Si miramos la realidad militar circundante al país, la defensa nacional tiene una prioridad notable y ha venido siendo un brazo vital para situaciones de prevención contra el narcotráfico y situaciones de catástrofe natural. Chile, Brasil e incluso Bolivia han revitalizado sus fuerzas armadas demostrando una política asentada con los pies en la tierra.

En el caso de Brasil, no existe una situación mejor en el campo social y donde se ha comprobado que la corrupción no discrimina entre socialistas, capitalistas o independientes, la política de estado no se detiene y en ese sentido, avanza en el mejoramiento de sus recursos militares y de seguridad con una visión estratégica de futuro ante las amenazas que se ciernen sobre sus riquísimos recursos naturales, tanto en su extenso territorio amazónico como en sus aguas territoriales.

Según el Servicio Federal de Cooperación Técnica Militar de Rusia, anunció que Brasil adquiría para el 2016 tres sistemas antiaéreos “PANTSIR-S1”, mediante la firma de un contrato de 500 millones de dólares lo que representa, la suma de lo que el estado argentino recauda por Impuestos a las ganancias más IVA neto en el sector tributario (Vr. Comunicado de Prensa , Aspectos Relevantes de Proyecto de Presupuesto de la Administración Nacional 2015). La adquisición de este sistema defensivo compuesto de un “cañón-misil” con una radio de alcance de 20 kilómetros, se hace evidente que complicara el desplazamiento de estas aeronaves que intenten pasar furtivamente por parte de su territorio. Se trata de un sistema bastante nuevo para países como los de la región ya que su datación de 1994, algo que representa una ventaja con respecto a los vetustos sistemas que algunos países siguen usando y que son de origen estadounidense o británico.

Evidentemente, los encargados de la defensa nacional en Brasil tienen cerebro y lo usan en beneficio del común de su propio país.

VETERANOS DE AYER

Continuan las tratativas por los carriles administrativos y legislativos por obtener el reconocimiento de la calidad de veterano de guerra pos morten de uno de los tripulantes del destructor ARA Alte Brown que hubo participado en las operaciones "Escudo del desierto" y "Tormenta del desierto" encabezadas por el Comando Internacional de operaciones a cargo del entonces general norteamericano Norman Schwarzcopf dependiente a su vez del CENTCOM, que coordino las operaciones terrestres, navales y aéreas en aquella guerra que se extendió desde el mes de enero a abril de 1991.

En el marco de aquella operación, una de las más grandes desde la culminación de la II guerra mundial e incluso, donde se utilizó armamento en cantidad y calidad diez veces más destructivo que el arrojado sobre Vietnam durante 10000 días. 

Según se conoció por el impulsor de un proyecto de ley que reconozca la calidad de veteranos a quien en vida era su padre y que por ende se extendería al resto de sus camaradas, las iniciativas administrativas comenzadas en 2010 han llegado a las instancias legislativas del Congreso nacional donde, tras el ingreso de las peticiones y la apertura del expediente de tratamiento, sigue siendo demorado para un abordaje profundo de las implicancias que aquella campaña represento para quienes allí participaron, los cuales al día de hoy, no se encuentran debidamente informados de los derechos que adquirieron por tal ocasión.

En ese sentido, las presentaciones formales ante el Congreso han estado progresivamente nutridas de información vital, que da cuenta de los peligros latentes presentes en aquella ocasión y los de carácter potencial que con el paso de los años se han conformado como reales y presentes en momentos que los navíos Alte Brown y la Corbeta Spiro surcaban las aguas del golfo mientras a pocos kilómetros de las costas de Kuwait, se reflejaban los destellos del infierno que sacudía aquella zona.

“RUSIA NO DEJARA SOLA A SIRIA, ADVIRTIÓ PUTIN”


INTERNACIONAL


¿Preludio de una intervención militar rusa?

No es una discusión para cualquiera que observe la realidad contemporánea que si hay una región castigada sin pausa, es el Medio Oriente. Y no es casual que ello sea así; se trata de una región altamente estratégica y rodeada de una poderosa mística que no excluye a nadie.

Pero desde el inicio de las operaciones contra Siria –porque no quedan dudas de ello- en 2011, se han visto los esfuerzos más sangrientos y siniestros por comprometer al gobierno en supuestas acciones contra su propia población. En una combinación de actos criminales, montajes y manipulación informativa, los países de la “Alianza atlántica” (OTAN) intentaron por estos largos cuatro años, sembrar la discordia entre las comunidades que se abroquelaban pacíficamente en la sociedad siria.

Con la errada convicción de que lograrían destruir al gobierno sirio tal como lo hicieron en Libia, los planificadores de todo esto y sus respectivos planes, fueron poco a poco quedando expuestos a la vista indiscreta de la opinión pública. La intervención de investigadores y analistas independientes comenzaron torcer la tendencia de imponer una verdad mediática oficial e indiscutible que tanto había beneficiado a Washington y aliados. Fue sin dudas por estas incisivas pesquisas y lo valientes cuestionamientos que la engañosa versión occidental de lo que se desató en el norte de África en 2010, tildándolas como “movimientos revolucionarios” que mediáticamente se lo bautizó como “Primavera árabe”.

El tiempo demostró con creces que aquellas revueltas no fueron ni una primavera y menos aún de origen árabe; como en un cuento para niños, quien se disfraza de fantasma para asustar y que al pisar la sábana que lo cubre para aparentar aquel, lo mismo ocurrió con los gestores de aquellas revueltas que poco a poco, fue quedando al descubierto quiénes eran realmente los que se escondían tras el disfraz de “rebeldes”.

La dinámica que impulso la OTAN y con el vergonzoso acompañamiento de la ONU al no encontrar reparo ni obstáculos en su campaña que barrió a Libia, choco con la mala nueva de que Rusia y China no estaban dispuestas a que esos mismos planes fructificasen. Ante esto los cerebros de la OTAN no se arriesgaron a entrar a ciegas y buscaron la excusa perfecta –o al menos eso era lo que creyeron- creando un hecho a medida de la situación: la masacre de “Al Gouta” en 2013.

Sobre la base de este extraño y siniestro incidente, los estadounidenses, británicos y franceses clamaron al unísono en la sede la ONU que la culpa era de Al Assad. El episodio estuvo rodeado de tantas irregularidades, que no tardaron en ser expuestas públicamente. Estas fueron señaladas por muchos investigadores que hallaron medios alternativos con un espacio para exponer sus hipótesis, que puso en crisis la propaganda que se irradiaba costumbristamente desde los medios occidentales.

Los intentos de intervenir militarmente en Siria tratando de imitar lo causado en Libia, fracasaron no porque las fuerzas del gobierno sirio hayan demostrado ser más poderosas que las hordas entrenadas en campamentos secretos en Jordania, Turquía o Iraq, sino por la intervención de Rusia y China en el Consejo de Seguridad donde tras la proposición por parte de Gran Bretaña, Francia y EEUU de emitir una resolución que allanara el camino para entrar en la república árabe, encontró el veto de Rusia y china, no una vez, sino en tres oportunidades.

Igualmente, los planes siguieron en curso y sin la posibilidad de “legalizar” la intervención, las actividades clandestinas de las potencias extranjeras que buscan borrar del mapa a Siria han apostado fuerte para concretar sus planes en el más corto plazo, algo que se pudo ver con el crecimiento de los grupos mercenarios “pseudo-yihadistas” y la misteriosa aparición del “Islamic State of Iraq and Sham” en junio del 2014.

Es en ese sentido y tras las evaluaciones de los observadores rusos sobre el terreno, la intervención estadounidense y de su coalición no solo no ayuda a erradicar a los mercenarios sino que, está contribuyendo a agravar la situación. Sobre esto el Kremlin ha advertido sobre terminar con el juego que lleva adelante EEUU sobre la base del “doble rasero” no solo dice una cosa y hace otra sino que, juega a dos puntas sin interesarle las consecuencias sobre las poblaciones locales.

De esa manera, el apoyo de Washington a los llamados “rebeldes moderados” –que no tienen nada moderados- y a su vez, los calamitosos bombardeos que matan más civiles que combatientes, han despertado las observaciones y denuncias a nivel internacional. Ya lo había dicho el canciller ruso Sergüei Lavrov en una entrevista…”no puede haber terroristas buenos y terroristas malos”, en alusión a las enredadas justificaciones de La Casa Blanca para tratar de argumentar su intervención, tanto oficial como extraoficial, en la región.

Pero y pese a los inagotables recursos que se les proporcionan a estos grupos mercenarios, los sirios con el apoyo de sus aliados iraníes y la moderada intervención de Moscú, han logrado frenar la expansión de estos grupos que siguen recibiendo el fabuloso apoyo por parte de terceros estados regionales que cubren a los verdaderos directores de todo este siniestro teatro.

16/9/15

“DROGA EXPERIMENTAL APLICADA TODOS LOS PARTICIPES EN LA CAMPAÑA DEL GOLFO RESULTÓ SER UN VENENO DE EFECTO RETARDADO”



VETERANOS DE AYER


Alrededor de la tercera parte de los 300 mil soldados estadounidenses que lucharon en la Guerra del Golfo Pérsico en 1991, regresaron a sus hogares con una carga de enfermedades y un sufrimiento que por mucho tiempo sirvió para encender la imaginación de aquellos que creen en los complots y los encubrimientos dentro de los servicios de inteligencia y seguridad de los Estados Unidos.

Pasaron varios años hasta que el gobierno acepto realizar estudios sobre algunos casos que se presentaron en sus hospitales de veteranos. La sordera de sus propias fuerzas a las que sirvieron, del Pentágono y de la misma Casa Blanca, culminó cuando los veteranos se organizaron y comenzaron a recopilar cada vez más casos de enfermedades bastantes agresivas y exóticas. Parálisis, tumores, cánceres, delirios, traumas y brotes psicóticos no discriminaban entre soldados rasos, suboficiales y oficiales, del ejército, la marina, rangers o Seals, incluso personal civil al servicio de diversas áreas en el momento del conflicto, todos ellos con afecciones que antes no habían sufrido.
Los mismos casos aparecieron con la misma y en algunos casos mucha más aguda sintomatología en efectivos del ejército saudita, qatarí, sirio, británico, francés y por supuesto, en los veteranos iraquíes y sus familias.

En 1995 las revelaciones del Dr. Garth Nicolson sobre el origen de las armas químicas usadas en Iraq, darían el impulso suficiente para que muchos veteranos enojados y decepcionados, comenzaran a solicitar explicaciones y una exhaustiva investigación al Congreso. Según su informe, se habían hallado evidencias de que las armas químicas usadas por los iraquíes habían sido elaboradas en Texas y Boca Ratón (Florida)

Por fin, el martes 19 de octubre de 1996 y en medio del revuelo causado por aquellas revelaciones, en una conferencia de prensa ofrecida por el Departamento de Defensa, más conocido como el Pentágono -, las autoridades norteamericanas reconocieron oficialmente la existencia de un "Síndrome del Golfo" y dieron a conocer los resultados de una investigación que podría servir de base para explicar este endémico problema de salud de los veteranos de las fuerzas armadas que lucharon en Iraq (Vgr. revcom.us/a/firstvol/884/gws_s.htm.)

Según el mencionado informe, una droga que fue suministrada a los soldados durante el conflicto bélico como antídoto contra posibles ataques con gas nervioso, podría estar detrás de las enfermedades que ahora sufren los excombatientes. Según los archivos del Departamento de Sanidad que se había montado en el Teatro de Operaciones de Kuwait, las dosis del (BP) para inocular a los efectivos participes en la campaña, alcanzaban a TODOS los que se hallaran, operaran y transitaran dentro del radio de riesgo de contaminación.

El Bromuro de Piriostigmina (BP), de acuerdo al informe de la Corporación Rand encargado por el Pentágono, no podía ser descartado como la causa principal o colateral del misterioso abanico de enfermedades conocido como el "Síndrome del Golfo".
Esto obligo a regañadientes a que el gobierno tuviera que realizar un informe en el cual, se evaluaran los casos denunciados y las posibilidades de que el origen de las afecciones hubieran surgido de la inoculación de este potente compuesto en los cuerpos de hombres y mujeres que hasta ese momento estuvieron con condiciones óptimas de salud, y que a partir de aquel pinchazo –y sin saberlo comenzaban a degradar silenciosa y artificialmente sus organismos.

En el documento, de 385 páginas, los investigadores afirman que hay alguna evidencia de que el mencionado químico, utilizado como una especie de vacuna contra los efectos del gas nervioso conocido como “Somán”, tenga algo que ver con los problemas de salud crónicos que sufren alrededor de 100 mil veteranos de la guerra de 1991.

Si se llega a probar la relación entre el BP y el "Síndrome del Golfo" es posible que los veteranos inicien procesos legales contra el ejército estadounidense, la marina y el gobierno ya que durante la guerra se les obligó a consumir el químico sin ninguna advertencia sobre sus potenciales efectos secundarios y sin que hubiese sido probado suficientemente.

Una de las incógnitas que por aquellos momentos quedaban por descifrar es por qué el medicamento sólo afectó a algunos soldados y no a todos. Para Golomb y sus colaboradores, aún no hay datos suficientes para brindar una respuesta satisfactoria a esta interrogante; sin embargo, es posible que los efectos secundarios del BP dependan de la reacción del cuerpo de cada individuo y de sus interacciones con otras sustancias como la cafeína y el tabaco.

Más allá de esta conclusión, las afectaciones sobre los organismos no se visualizaron en forma lineal y llana. Obviamente que los casos más impactantes fueron los más visibles, pero muchos miles más pese a no tener ese grado de agresividad, se mantenían silenciosamente trabajando en los organismos de los miles de efectivos que en apariencias mostraban excelente condición física.

Tal como lo había informado el Dr. Nicolson también se detectaron como parte de la sintomatología de muchos casos, la pérdida de la memoria, mareos, dolor en las articulaciones y desorientación momentáneo, para volver luego a un aparente estado de normalidad.

A pesar de que este factor pretendió ser pasado por alto por el gobierno estadounidense, han quedado oficialmente reconocidas las exposiciones de miles de combatientes a elementos químicos, radiactivos y biológicos que evidentemente fueron usados por las FFAA iraquíes.

Para varios investigadores, los presuntos beneficios de esa vacuna eran muy inferiores a los perjuicios que causaban en el organismo humano. La droga denominada “Mastinon” que se le asociada a la Myasthenia gravis, una enfermedad muscular grave que hace que el sistema inmunológico ataque los músculos, lo que produce entre otras cosas, la parálisis de piernas y brazos. Estos efectos secundarios nunca fueron advertidos e incluso no se hicieron lugar a replanteos para considerar aberraciones sobre la salud física y psíquica de los sujetos inoculados.

En un artículo publicado por el “New England Journal” en noviembre de 1996, entre otras consideraciones que se hicieron tras evaluar las afecciones que sufrían los veteranos de la guerra del golfo, se subrayó la curiosa estadística de aumento de accidentes de tránsito protagonizados por estos.

Sobre la situación de los marinos argentinos pertenecientes al grupo de tareas “Alfil 1”, los archivos sanitarios de la Armada Argentina no parecen haber dejado constancias de cuáles fueron las drogas y antídotos que les inoculo a los más de quinientos tripulantes de la misión. Algunas fuentes indicaron que el material para aplicar a los marinos (entre ellos el BP y la vacuna del Antrax) fue proporcionado por el Comando sanitario estadounidense, algo que se considero como muy ventajoso por los costos que hubieran irrogado para el gobierno argentino.
Tal como lo hicieron las agrupaciones de veteranos estadounidenses, británicos y franceses que comenzaron reclamaciones para que se les informara las causales de lo que estaban padeciendo, los veteranos argentinos deberían empezar a solicitar que se les informe cuales fueron las vacunas y cocteles químicos que se les suministraron.

Otro de los agentes químicos suministrados para supuestamente para protegerles fue la “vacuna del Antrax”, parece haber tenido incidencia en la causación e varios malestares crónicos, sumados a los efectos residuales de la efectiva exposición a dicho elemento biológico utilizado en los combates. Las tropas británicas se habían visto muy afectadas por la inoculación de esta vacuna, aún más que por los efectos venenosos de los pozos petroleros ardiendo tras la retirada de las tropas iraquíes. Según algunos informes, los norteamericanos no contaron –o si lo hicieron fue muy pobre- con sistemas de detección de ataque químico y biológico.

Por el contrario, fueron las unidades de guerra NBQ de Francia, la República Checa –con los sistemas y protocolos de la ex URSS- y de Gran Bretaña detectaron en miles de oportunidades, el accionar de agentes químicos lanzados sobre las tropas que no habían sido detectados por las tropas norteamericanas.

Pero para el Departamento de la defensa de EEUU, hasta mediados de la década de los noventas no hubo uso de agentes químicos o biológicos por parte de las tropas iraquíes y que la detección de este tipo de elementos en algunas zonas y en personal que habría allí operado, se debió a que habían quedado residuos de la época de la guerra entre Iraq e Irán, una conclusión que sonaba más a una tapadera que a una objetiva realidad.