21/4/24

EL NO SOCIO DE LA OTAN


El gobierno argentino busca ingresar a la OTAN por cualquier medio y bajo cualquier categoría, pero ¿cuánto costará la membresía?


¿Por qué debería sorprenderme que un gobierno como el actual le rogase a Washington que lo incluyera en sus estructuras de poder global? 

Esto es lo que me cuestionó un viejo amigo argentino cuando conversamos después de mi visita a Buenos Aires hace unos días. Aparte, pensé que el clima en Londres era malo pero la semana lluviosa que pasé en Buenos Aires lo hizo muy similar.

Volviendo al tema con mi amigo, hasta cierto punto no me sorprende su respuesta, aunque no supo responder a mi pregunta: “¿Por qué no has hecho nada para evitarlo?”. 

Y eso, por supuesto, no implica toda la tontería política sobre la patria, la soberanía o la constitucionalidad de esa decisión. Los argentinos tienen un problema crónico para hacer las cosas y ahí es donde radica el defecto que los frena. Evidentemente mi colega no tiene el poder de cambiar las cosas y eso es algo que le habla más a la clase política que sale de su sociedad. Pero él sí sabe de primera mano lo que es ser utilizado por su gobierno para jugar sus pequeños juegos y, una vez que lo hayan hecho, tirarlos al basurero histórico.

Se lo dije para que no se sintiera amargado y para hacerle ver que estamos en el mismo barco, que en Gran Bretaña y especialmente en Europa continental los políticos juegan el mismo juego cínico y son tan corruptos o más corruptos que aquellos que andan por aquí. Miren al Parlamento Europeo, dije. Estamos experimentando esto con la actual guerra en Ucrania, que no es más que una pulseada geopolítica entre Estados Unidos y la OTAN contra Rusia, detrás de la cual todos estos políticos han tejido acuerdos fabulosos.

También le hice entender que la sociedad europea está harta de sus negocios y acuerdos silenciosos, como el hecho de que hace unos días los senadores de su país aumentaron sus asignaciones siete veces lo que ganaban. En mi país, la gente común está harta de Rishi Sunak y su gabinete de incompetentes que cada día hunden la economía con el gasto astronómico que hacen (por orden -no por sugerencia- del Tío Sam) para apoyar al régimen neonazi de Kiev. . Y si eso no te basta, le dije, tenemos una familia real parásita, rodeada de lúgubres intrigas palaciegas y con un Rey que no reina y que sólo sirve para las revistas del corazón.

El problema es que el gobierno de Milei adora a estos idiotas y está haciendo todo lo que está a su alcance para imitarlos.

Le expliqué que quienes en el gobierno de Milei han logrado ingresar a la OTAN tienen expectativas de participar en grandes negocios, pero también le expliqué los grandes riesgos que esto implica. Pero como se desprende de la conversación, los argentinos ya vivieron en el pasado las consecuencias de subirse al carro atlantista sin obtener nada bueno a cambio y mi amigo, que sirvió en la operación “Alfil” en el Golfo Pérsico entre noviembre de 1990 y Marzo de 1991 lo sabe muy bien.

A principios de los años 1990, cuando la desintegración de la URSS ya era un hecho consumado y ya teníamos contactos relajados con nuestros compañeros de la KGB, el entonces gobierno peronista de Carlos Menem, que muchos creían que tendría un tono nacionalista, acabó despegando. la máscara que le había llevado al poder y fue a llamar a la puerta de la Casa Blanca para simplemente tumbarse a los pies de un exultante George H. Bush que, tras años de trabajar en las tinieblas del poder, había llegado a la presidencia en un momento clave de la historia.

En ese momento, para mostrar lo servil que iba a ser, Menem traicionó a su propio país con los pactos que hizo con Londres por las Malvinas, la entrega a Washington de los proyectos de misiles “Cóndor” y todos los anexos que acompañaban y el colmo de esa obsequiosidad fue ordenar el envío de un grupo de trabajo compuesto por dos buques de la Armada sin saber ni haber previsto los posibles cargos que podrían esperar a sus hombres. Incluso cuando nos conocimos, le dije a mi amigo que las bodegas de los destructores llevaban ojivas alternas con ojivas nucleares como último recurso.

Las circunstancias actuales son muy diferentes a las de aquella época. Estados Unidos ya no es la potencia hegemónica y está perdiendo no sólo su poder político y militar, que está desperdiciando en sus esfuerzos en Eurasia, sino también la poca credibilidad política que se evidencia en su complicidad con el Estado de Israel y sus vergonzosos abstenciones en las Naciones Unidas sobre un alto el fuego humanitario en la Franja de Gaza.

Milei y sus secuaces no parecen ver estos detalles, o más bien, pretenden actuar como buenos neoconservadores y sionistas convencidos. Tampoco parecen haber evaluado lo que significa pedir involucrarse con esta organización de guerra y todas las consecuencias de ello. Incluso en los términos ambiguos en los que se solicita la membresía en la OTAN, ¿qué significa ser un socio global de la OTAN? Es un poco como si quisiéramos unirnos a la fiesta, pero el dueño del club se para en la puerta y dice que no puedes entrar a la sala, pero que puedes escuchar la música desde afuera.

Recuerdo que Menem había hecho todas esas cosas que mencioné esperando que (entre otras promesas) Washington le abriera la puerta a ser un “socio extra-OTAN” para colocar al país en ese idílico y gaseoso “primer mundo” que sólo Menem había hecho. y se imaginó su banda de sinvergüenzas. Estoy bastante seguro de que en aquel entonces, los generales y sus abogados -si alguna vez se enteraban- en Bruselas, se miraban a la cara con asombro y se preguntaban: "¿Tenemos ese tipo de estatus aquí?".

También recuerdo a un buen amigo que trabajaba en aquel momento en una de las antiguas oficinas del Ministerio de Asuntos Exteriores diciéndome que a la vieja “Maggie” y a sus muchachos en Andover no les gustó la idea en absoluto, y aunque algunos de ellos se mostraron bastante desdeñosos con respecto a la posibilidad -especialmente aquellos en inteligencia naval- lo último que deberíamos esperar era ver a los argentinos como socios en la OTAN.

Para empeorar las cosas, le dije a mi amigo que si Bruselas tuviera en cuenta las súplicas de este gobierno, ciertamente las tendría en cuenta, no por la simpatía y la servilismo de los gobernantes argentinos, sino porque éste es el momento clave y Argentina está en una posición estratégica crucial para contrarrestar la influencia no sólo de China sino también de Rusia y de los BRICS en particular.

También le dejé claro a mi amigo que si se aceptara a Argentina como “socio”, sería en consideración a las ventajas que supuestamente le daría la membresía, mucho menos que a los polacos, rumanos o búlgaros que, a pesar de ser plenos Los miembros de la OTAN son los idiotas útiles de los planes y agendas decididos en Washington y luego enviados por correo electrónico a la Secretaría de la organización en Bruselas. Para dejar claro mi punto, le hice sólo una pregunta. 

¿Quién crees que luchará en primera línea contra los rusos y los chinos si estalla una guerra importante? No creo que Milei y su gente lo hagan.

5/4/24

LA MARINA ARGENTINA EN OPERACIONES DEL GOLFO PERSICO 1990/1991

ESTA CHARLA FUE HECHA EN LA UNS, EN BAHIA POR ALMIRANTE (R) ENRIQUE MOLINA PICO Y DE ESTO NO HAY COPIA INFORMATIZADA DE EL, EL TITULO DEL DOCUMEENTO QUE LAS REUNIA ERA "GOLFO PERSICO" UNA PRESENCIA ARGENTINA, ASI DE SIMPLE, COMO SI NADA HUBIESE OCURRIDO, LO CHARLARON LIVIANANMENTE ESTOS SEÑORES. ME LAMENTA QUE NO HAYA UN COMADANTE DE LOS BUQUES PARTICIPANTES ??? 


La Marina Argentina en operaciones militares multinacionales en el Golfo Pérsico

Doctor Álvaro Gutiérrez Zaldívar


La Marina Argentina en las operaciones militares multinacionales desarrolladas en el Golfo Pérsico en respuesta a la invasión, por parte de Irak, del Emirato de Kuwait

En abril de 2020, recibí un informe relativo a un ciclo de conferencias desarrollado los días 25, 26 y 27 de setiembre de 1991 en dependencias de la Universidad Nacional del Sur, organizado conjuntamente por dicho Instituto y la Delegación Bahía Blanca del Centro Naval. El contenido de estas conferencias estaba transcripto en papel, y no había copia informatizada de él. El título del documento que las reunía era "Golfo Pérsico. Una presencia argentina".

En su organización, tuvieron un papel destacado el entonces Presidente de la Delegación Bahiense del Centro Naval, Capitán de Fragata (RE) Ricardo Ochoa*, en cuya memoria rescato el contenido del citado informe, y el Ingeniero Carlos Mayer por parte de la Universidad Nacional del Sur.


La primera conferencia fue dictada por un sacerdote experto en grupos étnicos y en religiones del Medio Oriente y las distintas situaciones de conflicto entre ellas.

En las sucesivas sesiones participaron, junto con los organizadores, Capitán Ochoa e Ingeniero Mayer, el Embajador Roberto Guyer, el Ministro Victorio Taccetti, el entonces Comandante de la Flota de Mar Contralmirante Enrique Molina Pico, quien se refirió a su participación, en agosto de 1990 mientras se desempeñaba como Agregado Naval a la Embajada Argentina en Washington, en el desarrollo de los contactos y las actividades que culminaron con la participación de unidades de la Armada Argentina en la Fuerza Multinacional, y el entonces Capitán de Navío Eduardo Rosenthal, quien se había desempeñado como Comandante del primer Grupo de Tareas de la Armada Argentina que se conformó para participar en las Operaciones Multinacionales en el Golfo Pérsico.


Antecedentes


En julio de 1990, Irak reavivó una vieja disputa territorial con Kuwait, su aliado durante la recientemente finalizada guerra contra Irán, y denunció que la excesiva producción de petróleo de ese país estaba perjudicando su economía. El 2 de agosto, tropas iraquíes invadieron Kuwait, tomaron en poco tiempo todo el país y lo incorporaron como una provincia, alegando derechos existentes a partir de cierto grado de dependencia administrativa de Kuwait respecto de Bagdad hasta fines del siglo XIX, cuando toda esta región formaba parte del Imperio Turco.

Por de pronto, es oportuno recordar que, en aquel verano boreal en el que las tropas iraquíes invadieron Kuwait, hacía solo meses que había terminado la larga y cruenta guerra entre Irak e Irán, y caído el muro de Berlín, lo que había permitido la reunificación de Alemania, y aún existían como Estados la Unión Soviética y Yugoslavia.

La respuesta internacional no se hizo esperar, y el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas dispuso la creación de una fuerza multinacional para forzar el restablecimiento de la independencia de Kuwait, en los términos del Capítulo VII de la Carta de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Hasta ese momento, el enfrentamiento bipolar había mantenido un frágil equilibrio en el que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, frente al casi habitual veto de unos u otros de sus miembros permanentes, carecía de ejecutividad y mantenía estructuralmente acotadas sus posibilidades de acción.

No obstante, finalizada la Guerra Fría, el entendimiento mutuo de la comunidad internacional parecía permitir que, por fin, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas actuara con todo su peso ético y político, como resorte último e inapelable en la erradicación de la fuerza como medio para dirimir diferencias.

Ante la flagrante violación al derecho internacional que implicaba la invasión al Emirato de Kuwait, una serie de disposiciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, aprobadas en la mayoría de los casos por unanimidad, interpretó la reacción condenatoria casi general de la comunidad internacional.

Debe tenerse en cuenta que la pretendida anexión de Kuwait como una nueva provincia de Irak, impuesta por una mayor y abrumadora fuerza militar, no solamente hacía referencia a antecedentes históricos indefendibles desde el punto de vista jurídico, sino que violaba flagrantemente el artículo 2.º de la Carta de las Naciones Unidas, en cuanto a que este prescribe a sus miembros abstenerse de recurrir a la amenaza o al uso de la fuerza contra la integridad territorial o la independencia política de cualquier Estado.

En esta oportunidad, el Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica George H. W. Bush impuso, en el seno del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el criterio de actuar en forma tal que Irak entendiera con claridad que no se iba a permitir su expansión hacia otros países.








Las resoluciones adoptadas casi de inmediato fueron, sucesivamente,Resolución N.º 660, del 2 de agosto de 1990. Condena la invasión iraquí y pide la inmediata retirada del Emirato de Kuwait.

Resolución N.º 661, del 6 de agosto de 1990. 

Impone un embargo total al comercio mundial con Irak, con exclusión de medicinas y de alimentos de carácter humanitario.

Resolución N.º 662, del 9 de agosto de 1990. Declara nula y sin efecto la anexión de Kuwaitpor Irak, exige la retirada de las tropas y la restauración de la soberanía kuwaití.

Resolución N.º 665, del 25 de agosto de 1990. 

Autoriza a los Estados miembros al uso de la fuerza para imponer sanciones económicas.

En los considerandos de sus resoluciones, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas permanentemente hacía hincapié en que:

Ante todo, actuaba a pedido del gobierno legítimo de Kuwait.

Accionaba en virtud de sus responsabilidades, derivadas de la Carta de las Naciones Unidas, respecto del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.
Actuaba de conformidad con el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas, es decir, que lo hacía ante "la existencia de […] una amenaza a la paz, quebrantamiento de la paz o acto de agresión…", adoptando medidas "…para restablecer la paz y la seguridad internacionales", estando dentro de sus atribuciones determinar "…qué medidas serán tomadas", incluida, entre estas, "la interrupción total o parcial de las relaciones económicas y de las comunicaciones, así como la ruptura de relaciones diplomáticas" y, en caso de que estas medidas se mostrasen insuficientes, desarrollar por medios militares "…la acción que sea necesaria para mantener o restablecer la paz y la seguridad internacionales. Tal acción podrá comprender demostraciones, bloqueos y otras operaciones ejecutadas por fuerzas aéreas, navales o terrestres de miembros de las Naciones Unidas…".

Sus resoluciones respondían al derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en caso de ataque armado contra un Estado miembro, previsto en el Artículo 51 de la Carta de las Naciones Unidas.

Los Estados que desplegaran fuerzas en el área lo harían en respuesta a sus compromisos como miembros de las Naciones Unidas, bajo la autoridad de su Consejo de Seguridad y cooperando con el gobierno de Kuwait.

La coalición militar resultante incorporó a sus filas tropas y unidades de las más diversas procedencias, incluidas, como ejemplo, fuerzas de la mayoría de los países árabes entre los que se contaban Arabia Saudita, Siria y Egipto, y países africanos, como Senegal.

La política exterior de la administración del presidente Carlos Saúl Menem intentaba la recomposición de relaciones con el bloque occidental, deterioradas por el conflicto de Malvinas. Por ello, el Presidente decidió abandonar la política de aislamiento seguida durante el período presidencial inmediatamente anterior y participar, en forma activa, en el seno de los organismos internacionales, para lo cual recibió el apoyo del Congreso.

Estaba claro que, en su fuero interno, el Dr. Menem no tenía ninguna intención de representar un país aislado y de limitada trascendencia internacional.

La intervención no fue totalmente aceptada por muchos argentinos; fue la primera vez desde la Guerra de Malvinas que nuestro país participaba en un conflicto armado, aunque fuera en calidad de Fuerza de Imposición de la Paz. La decisión del Gobierno y del Poder Legislativo generó y genera todavía opiniones distintas. El operativo recibió la denominación de Operación Alfil.



El ARA Almirante Brown reabasteciéndose en alta mar.


La decisión

En ese momento, el Poder Ejecutivo, mediante el Decreto 1871/90 del 19 de setiembre de 1990, decidió que la Argentina, a través de sus Fuerzas Armadas, concretamente la Armada, interviniera en el conflicto y, así, afirmara la política exterior de la Nación.

No fue esta la única utilización, por parte del Poder Ejecutivo, de sus Fuerzas Armadas como herramienta de su política exterior. Por ejemplo, en 1962, durante la presidencia en los Estados Unidos de John Fitzgerald Kennedy, la Unión Soviética montó plataformas para el lanzamiento de misiles en Cuba, a pocos kilómetros del territorio estadounidense, y se conformó una Fuerza Naval Internacional que estableció un bloqueo a la isla de Cuba, tal que impidiera la llegada de los buques que portaban los misiles que serían instalados. La Argentina envió dos buques de su Armada para participar de dichas operaciones de bloqueo.

Este incidente parecía a punto de estallar en octubre de 1962, cuando llegaron a la zona de conflicto los destructores ARA Espora y ARA Rosales, y oficiales de nuestra fuerza aérea para participar en el bloqueo.

Alistamiento y traslado de las unidades

Se ordenó entonces a la Armada la preparación de dos unidades de su Flota de Mar para operar en la Fuerza Multinacional.

Para llevar a cabo este cometido, se creó el Grupo de Tareas (GT) 88.0, bajo el mando del Capitán de Navío Eduardo A. Rosenthal. Dicho Grupo estuvo compuesto por el destructor clase MEKO 360 H2 ARA Almirante Brown (es de señalar, para evitar confusiones, que este es el noveno barco de nuestra Armada que lleva ese nombre), que llevaría embarcados dos helicópteros Alouette III, y la corbeta clase MEKO 140 A16 ARA Spiro.

El alistamiento de los buques para la campaña se efectuó en no más de dos semanas, y la travesía hasta entrar al área de operaciones, cruzando el Canal de Suez, se desarrolló en otras cinco semanas. La derrota elegida, a través del Mediterráneo y el Mar Rojo, es aproximadamente un 20% más extensa que la que hubiese demandado el viaje doblando el Cabo de Buena Esperanza, en el sur de África, pero ofrecía, en cambio, un adecuado número de puntos de apoyo.

De este modo, Río de Janeiro en Brasil, Dakar en Senegal, Tolón en Francia y Augusta en la costa este de Sicilia permitieron contar no solamente con víveres y combustible, sino también con adecuadas facilidades para reparaciones menores y la recepción de repuestos y de materiales imprescindibles para completar el alistamiento de los buques.

En estas circunstancias, se puso de manifiesto el apoyo brindado por las Armadas de Francia e Italia, en actitudes que superaban con énfasis la cordialidad esperable: las autoridades y el personal de las bases navales donde las unidades desplegadas hicieron escala se esforzaron notoriamente por satisfacer, en los perentorios lapsos que las circunstancias imponían, sus requerimientos.

El 28 de octubre, el destructor ARA Almirante Brown, seguido seis días después por la corbeta ARA Spiro, cruzó el Canal de Suez e ingresó en el área de operaciones.



La Spiro reabastiéndose, vista desde el Almirante Brown.

Actividades en el Golfo Pérsic

El GT 88.0 se incorporó, siguiendo las instrucciones de nuestro gobierno, a la llamada Fuerza de Interdicción Marítima, formada por las Armadas de doce países. Esta fuerza de interceptación operaba en dos áreas distintas para verificar el cumplimiento del embargo dispuesto por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas al tráfico que transportaba mercancías con destino a Irak y el ocupado Kuwait. La primera de estas áreas estaba ubicada en el Mar Rojo septentrional y el Golfo de Aqaba; la segunda, en la que operaron los buques argentinos, comprendía los golfos de Omán y Pérsico.

Habiendo mencionado la cantidad de países que enviaron fuerzas navales a la región, es conveniente individualizarlos: Argentina, Australia, Bélgica, Canadá, Dinamarca, España, Estados Unidos de Norteamérica, Francia, Holanda, Italia, Noruega y el Reino Unido de Gran Bretaña.

Estas naciones reunieron un número variable de unidades en el Golfo de Omán y el Golfo Pérsico, que osciló entre 100 en noviembre y 170 en febrero; sin embargo, la suma de buques de escolta, es decir, de destructores, fragatas y corbetas, jamás excedió los 45. En un escenario tan extendido y con diversas tareas para cumplir, la cantidad de escoltas nunca fue excesiva y, durante enero y febrero, ni siquiera suficiente.

Detalladas las fuerzas navales participantes, es importante puntualizar las distintas tareas que cumplió el Grupo de Tareas argentino; pueden distinguirse claramente dos períodos diferenciados.

Durante la primera fase, que se llamó Operación Escudo del Desierto y que duró hasta el 15 de enero de 1991, las unidades de la Armada Argentina participaron, cumpliendo lo dispuesto por el Decreto del Poder Ejecutivo Nacional N.º 1871/90, en las tareas impuestas a través de la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas N.º 665, que requería utilizar "…las medidas proporcionadas a las circunstancias concretas que sean necesarias […] para detener el transporte marítimo […] a fin de inspeccionar y de verificar sus cargamentos y destinos" y asegurar la aplicación de las disposiciones relativas al embargo impuesto a Irak.



Mensajes visuales cursados entre la Spiro, el Almirante Brown y un buque logístico mientras se mantenía un profundo silencio de radio.

Para esta tarea, el Poder Ejecutivo, a través del Ministerio de Relaciones Exteriores que trabajó en coordinación con el Ministerio de Defensa, estableció el tipo de actividades que desarrollarían los buques y emitió las directivas de carácter político que debían observar.

A partir de estas directivas producidas por el Ministerio de Relaciones Exteriores e impuestas por el Ministerio de Defensa, el Comandante de Operaciones Navales asumió el Comando Operacional del Grupo de Tareas, emitió las órdenes de operaciones ajustadas a dichas directivas y estableció las reglas que regulaban en detalle el tipo de actividades que desarrollarían los buques, incluidas las normas para el uso de la fuerza, de ser requerido. El Grupo de Tareas 88.0 quedó, así, bajo su única y exclusiva autoridad.

La dependencia y la subordinación de las unidades de los distintos países respondieron, con algunas excepciones, a las respectivas autoridades nacionales.

Las coordinaciones entre los diferentes Grupos de Tarea nacionales que actuaban en el área se efectuaban a través de reuniones periódicas de sus comandantes, acompañados, por lo general, por algunos integrantes de sus Estados Mayores.

El tráfico marítimo de la zona era muy intenso. El puerto de Dubai, en los Emiratos Árabes Unidos, concentraba, desde la antigüedad, el tránsito de mercancías de todo el Medio Oriente; los gigantescos superpetroleros formaban parte indisoluble del paisaje.

A esto se sumaba un número calculado de entre 400 y 500 embarcaciones de madera, de diseño tradicional en la zona, denominadas dhow. Estas embarcaciones, del tipo de las que nos imaginamos cuando recordamos los cuentos infantiles de Simbad el Marino, estaban equipadas con modernos y potentísimos motores, que les permitían desarrollar velocidades superiores a los 20 nudos. Con un desplazamiento que oscilaba entre las 50 y las 150 toneladas, surcaban permanentemente las aguas del Golfo Pérsico, dedicadas a la pesca artesanal y al transporte de mercaderías entre los distintos puertos de la región, obviando, muchas veces, los burocráticos y molestos trámites aduaneros.

A lo largo de estos meses y hasta el 15 de enero de 1991, la Fuerza Naval Multinacional verificó un número aproximado de seis mil buques mercantes. De ellos, 560 fueron interceptados por el destructor ARA Almirante Brown o la corbeta ARA Spiro. Esta cuota relativamente alta frente al total se debió en especial a las áreas elegidas por el Grupo de Tareas argentino, que se fijaron en las bocas oriental y occidental del estrecho de Ormuz, angostamiento de paso obligado para todos los buques que transitaban por la zona.

La efectividad del embargo puesto en vigor por casi la totalidad de los gobiernos de los países miembro de las Naciones Unidas se puso en evidencia al analizar la cantidad mínima de barcos mercantes que fueron encontrados sospechosos de querer violar la Resolución N.º 661 que impuso el embargo al comercio con Irak: solo veintidós en el semestre. De estos, solo cuatro intentaron resistir de algún modo la inspección de las unidades navales a las que les tocó actuar, lo cual obligó a un uso limitado de la fuerza para que aceptaran ser desviados a otros puertos.




Maniobras de rescate del helicóptero del destructor Almirante Brown luego de su caída al Mar Rojo por fallas mecánicas.

Los buques argentinos nunca hallaron inconvenientes en el cumplimiento de su tarea, puesto que encontraron en la mayoría de las ocasiones una excelente y cordial colaboración por parte de los capitanes mercantes interceptados.

Así transcurrieron los primeros meses de la operación. Cada doce o catorce días, el destructor o la corbeta, en forma alternativa, tomaban puerto durante tres o cuatro jornadas. Se efectuaba entonces el reaprovisionamiento de víveres, se realizaba mantenimiento y, cuando resultaba posible, se descansaba.

A partir de fines de noviembre, la apreciación era que, por desgracia, la disuasión materializada por el embargo comercial no hacía mella en la voluntad de las autoridades iraquíes, y la lucha armada sería casi ineludible. Una nueva Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, la N.º 678 del 29 de noviembre, imponía una fecha límite, el 15 de enero de 1991, para que Irak restituyera la soberanía de Kuwait.

Las acciones bélicas, evidentemente, se producirían entonces entre el 15 de enero y mediados de marzo, época en que la llegada de las tormentas de arena y el calor, por un lado, y el Ramadán, por otro, introducirían en las operaciones militares factores de difícil control.

Sin dejar de lado que la ansiada pero ya poco probable solución pacífica pudiese surgir en algún momento, el aspecto crucial y definitorio del conflicto quedaba reflejado en el párrafo de la Resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que expresaba:

"Autoriza que los Estados utilicen todos los medios necesarios para hacer valer y llevar a la práctica la Resolución N.º 660/90 (es decir, la liberación de Kuwait) y todas las Resoluciones pertinentes que siguieron para restablecer la paz y la seguridad internacionales en la región".

Cuando una institución como la ONU utiliza dentro de su estudiada y ajustada fraseología diplomática una expresión como "emplear todos los medios", solo queda como conclusión que se emplearán las armas.




El destructor ARA Almirante Brown cruzando el Canal de Suez frente a Port Said, Egipto.


Así se llegó al fin de la primera quincena de enero. La iniciación de las hostilidades marcó un cambio en el tipo de operaciones que se desarrollarían. Sin dejar de cumplimentar las eventuales tareas de verificación de embargo en el ahora ya muy raleado tráfico mercante en la zona, y luego de promulgada la Ley N.º 23904/91 por el Congreso de la Nación, el Grupo de Tareas argentino comenzó a ejecutar, en el marco de la ahora denominada Operación Tormenta del Desierto, las tareas de:Mantener expeditas las líneas marítimas de comunicación para las unidades de las otras Fuerzas que operaban en el área; apoyar a dichas Fuerzas y escoltar el tren logístico de estas Fuerzas.

Este último quehacer consistía básicamente en brindar protección a los numerosos buques tanque y de transporte de munición que reaprovisionaban a diario a los grupos de batalla que operaban en el interior del Golfo Pérsico. 

El tren logístico recorría tres etapas. 

La primera iba desde puertos en el Japón, las Filipinas, los Estados Unidos o Europa hasta un área en el Golfo de Omán, inmediatamente al sudeste del estrecho de Ormuz y cercana al puerto de Fujairah. 

La segunda etapa llevaba, pasando por el estrecho de Ormuz, hasta un área de espera situada en la región sudeste del Golfo Pérsico, aproximadamente entre el puerto de Dubai y la península de Qatar.

 Finalmente, el último tramo llegaba al interior del Golfo, zona donde operaban los distintos grupos de batalla.

La cantidad de escoltas era limitada, por lo cual y dada la relativa baja amenaza existente en el mar Arábigo y el Golfo de Omán, la primera etapa del tren logístico se efectuaba sin escolta de superficie. En el segundo tramo, a través del estrecho de Ormuz, las unidades auxiliares eran acompañadas por escoltas de Italia, España y Dinamarca, mientras que, en la última etapa, brindaban protección los buques australianos, canadienses y argentinos

Existieron básicamente tres formas de amenaza: la aérea, la de superficie y la de minas navales. El nivel de cada una de estas amenazas fue variando a medida que avanzaba el conflicto.



Un helicóptero estadounidense sobre la cubierta de vuelo de la corbeta ARA Rosales para izar al CN Hasenbalg y llevarlo a una reunión de coordinación.

La percepción de capacidad de ataque aéreo del bando iraquí sobre la Fuerza Naval Multinacional fue significativa al comienzo. El número de aeronaves con que contaba era muy elevado; muchas de ellas eran capaces de lanzar los numerosos misiles de nuestro conocido Exocet AM-39 existentes en sus arsenales. Sin embargo, tras un par de incursiones sobre el Golfo, con el resultado de cuatro aviones atacantes derribados por interceptores, la Fuerza Aérea de Irak no volvió a volar sobre las aguas y comenzó, luego, a evacuar parte de sus aeronaves a Irán, donde quedaban internadas.

En las oportunidades señaladas y en otras dos falsas alarmas, el apresto de todas las unidades fue la denominada Alarma Roja: ante un ataque con armas de largo alcance, todos los buques, independientemente de su pabellón, eran un blanco potencial.

En el área, la identificación, el reconocimiento y la vigilancia aéreos eran completos y estrictos. Al iniciarse las hostilidades, las compañías de aeronavegación desviaron sus rutas, y los países neutrales, en especial Irán, fueron particularmente cuidadosos de anunciar con suficiente anticipación sus cautelosos movimientos aéreos. En síntesis, no existía un objeto en el aire que no fuese reconocido, controlado e informado.

La amenaza de superficie, materializada por lanchas misilísticas de Irak y las capturadas que habían pertenecido a la marina kuwaití, fue rápidamente neutralizada. Persistió la incertidumbre ante la presencia de los cientos de dhows ya mencionados, sobre algunos de los cuales podrían haber sido montadas armas portátiles con capacidad para producir, desde cortas distancias, daños de cierta importancia en las unidades navales.



El Almirante Brown y la Spiro, amarrados en el puerto de Fujairah.

Esta amenaza fue una de las que causó mayor preocupación. Distinguir entre pacíficos pescadores que se obstinaban en continuar con sus tareas ignorando lo que acaecía a su alrededor, simples contrabandistas ansiosos de no encontrarse con autoridad alguna, correctos patrones de cabotaje y posibles fuerzas irregulares que llevaban a cabo operaciones sutiles fue una dura prueba, en la que las tareas militares y diplomáticas se ejecutaban conjunta e ininterrumpidamente.

La tercera amenaza, la del minado iraquí, tuvo inicialmente un bajo nivel, representado por los campos defensivos sembrados frente a las costas kuwaitíes, en el extremo septentrional del Golfo. No obstante, la aparición de minas que se habían soltado de sus muertos por la acción del mar o por errores en su sembrado o que habían sido diseminadas así deliberadamente flotando a la deriva constituyó la señal de la existencia de una preocupante amenaza.

Un cuidadoso estudio de las condiciones hidrometeorológicas permitía obtener una diaria previsión de la deriva de las posibles minas e, inmediatamente antes de la puesta del sol, se efectuaba una búsqueda con los helicópteros sobre la zona de navegación nocturna.

El avistaje de un modernísimo crucero de defensa antiaérea averiado por una mina y llevado cuidadosamente a remolque tratando de no incrementar los daños graves en su obra viva contribuyó a aguzar la vista y a mantener atentos a los vigías.

Mientras tanto, los componentes terrestres de la Fuerza Multinacional desgastaron física y psicológicamente a un enemigo que no sabía cuándo se iba a producir el ataque, o sea que día y noche tenía que estar alerta en sus puestos.

Muchos sobrevaloraban el poder de Irak en caso de guerra; se lo consideraba el cuarto ejército del mundo, se pensaba que sus soldados estaban fogueados por la guerra contra Irán y que se movían en un territorio conocido. No fue así. Los meses previos a la operación Escudo del Desierto les produjeron perdidas morales y físicas. La coalición recibió una cantidad grande de desertores que trasmitían esa situación: vivían en trincheras y recibían cincuenta tiros de fusil y un cuarto de litro de agua diarios.

Apenas iniciada la operación Tormenta del Desierto, se destruyó la estación transmisora de Radio Bagdad y se empezó a transmitir en la misma frecuencia un mensaje con un contenido distinto. También se descargaron sobre las tropas iraquíes cincuenta mil radios a transitares, con pilas de repuesto, para que los soldados invasores en Kuwait siguieran escuchando lo que creían que era Radio Bagdad. Incluso las formaciones especiales, como los llamados Guardias Republicanos, estaban desmoralizadas.

A fines de febrero, todas las tropas iraquíes habían sido expulsadas de Kuwait, y este Estado había recuperado su independencia bajo el mando de las autoridades constituidas antes de la invasión iraquí.

Una entrada a puerto para reaprovisionamiento permitió a las tripulaciones del GT 88.0 ser testigos de la inocultable alegría de los ciudadanos kuwaitíes que se encontraban refugiados en los Emiratos ante las noticias de la liberación del territorio de su patria.

Muy pocos días después, el 2 de marzo, comenzó el repliegue escalonado de las unidades del Grupo de Tareas 88.0. Finalizado el objetivo de imposición de la paz, la corbeta ARA Rosales y el transporte ARA Bahía San Blas tomaban la posta en el área, en trabajos adecuados a la nueva situación.



Haciendo combustible en el Golfo Pérsico ARA Brown y ARA Spiro con el buque cisterna canadiense (Créditos Blog Veteranos del Golfo Pérsico).

* Cuando Ricardo Ochoa dejó la Marina, estudió Agronomía. Hoy, la Regional Bahía Blanca de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) lleva su nombre.

Álvaro Gutiérrez Zaldívar es argentino, abogado, escribano, académico, Doctor en leyes en Uruguay. Asimismo, es profesor de Derecho en distintas universidades, públicas y privadas. Ha dado clases y conferencias en distintos países, y alcanzado varios primeros premios nacionales e internacionales. 

Fue Director del Banco de la Nación Argentina. Durante más de 15 años, dirigió la revista jurídica del Colegio de Escribanos de la Ciudad de Buenos Aires. 

Es autor de tres libros de historia, dos de ellos editados por el Colegio de Escribanos, que abarcan los 150 años de la institución, y otro sobre la historia del partido de Capitán Sarmiento. 

Este último, junto con su hija Consuelo., también es autor y coautor de libros jurídicos. También publicó dos libros de cuentos: Nadie vivirá aquí (1994) y La suerte del perdedor (2005) y las novelas: Ratagan: la cuenta final; Alguna gente, alguna vez; Calipso y Bateador; Nadie vivirá y La Familia de T... Es miembro de número de la Academia Nacional del Notariado, designado el 21 de noviembre de 2011 en calidad de Consejero Académico.

En memoria de su consuegro, Capitán de Fragata (RE) Ricardo F. Ochoa

Imágenes: Libro Argentina en el Golfo, de Miguel V. García, Editorial Pleamar

Este artículo fue publicado en el Boletín del Centro Naval 860 ENE/ABR 2023.

Foto de portada: La corbeta ARA Rosales navegando junto a los destructores USN Stern y HMS Brave en cumplimiento de tareas operativas.

24/3/24

LA POLITICA EXTERIOR ARGENTINA ANTE CONFLICTOS INTERNACIONALES:

 



La Política Exterior Argentina ante conflictos internacionales: los casos de la Guerra del Golfo Pérsico 

El final del siglo XX quedará grabado para siempre en la historia de la humanidad por los vertiginosos cambios políticos y sociales que se sucedieron en el transcurso de tres años: 1.989, 1.990 y 1.991.El imparable ciclo de sucesos comienza con la caída del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1.989, sigue con el derrumbe de los socialismos en Europa de Este, pasa por la crisis y Guerra del Golfo Pérsico en 1.990 y 1.991, y se cierra con el desmembramiento de la Unión Soviética el 25 de diciembre de 1.991.Culmina así el orden mundial de Guerra Fría que tuvo en vilo al planeta durante cuarenta y cinco años. Estados Unidos resultó la única superpotencia victoriosa de esta contienda.

En la República Argentina, se producía en 1.989 el primer traspaso del poder presidencial de un presidente constitucionalmente elegido a otro desde 1.973, cuando Lastiri pasase a Perón los atributos de mando. Menem, y su grupo de asesores más cercanos, estaban decididos a desplegar una accionar exterior que reinsertase a la República Argentina en una posición destacada en el sistema internacional. Para ello, encaró una serie de reformas políticas y económicas estructurales tanto en el ámbito interno, como en el exterior. Menem se vio claramente influido por los sucesos del contexto internacional. Siendo Estados Unidos el único poder hegemónico que se erguía en el mundo en la década que se iniciaba, el mandatario argentino resolvió firmemente alinearse en lo político con el país del norte, superando definitivamente una larga historia de desencuentros en las relaciones bilaterales.

La Guerra del Golfo fue el test case por excelencia que demostraría hasta qué punto llegaría la adhesión de Argentina al orden impuesto por Estados Unidos. El proceso de toma de decisiones al respecto, se caracterizó por su alto grado de concentración en la figura del Presidente de la Nación y de algunos de sus ministros más emblemáticos, como el Canciller Domingo Cavallo y el Ministro de Defensa Humberto Romero. En otras palabras, se dio un proceso decisorio que puede encuadrarse teóricamente dentro del Modelo I descrito por Graham Allison en su libro “La Esencia de la Decisión”:



"El intento de explciar los acontecimientos internacionales a través del

recuento de los propósitos y cálculos de naciones o gobiernos constituye

la marca distintiva del Modelo de Actor Racional.(Allison, 1.987:31).



Prácticamente no se dio cabida ni al Parlamento ni a la opinión pública en el proceso. La decisión fue tomada por el gobierno, realizando un cálculo racional de costos y beneficios. Argentina envió finalmente fuerzas armadas al Golfo para integrar la coalición multilateral que liberó Kuwait aún sin haber contado nuestro país con el pedido de ayuda militar de Estados Unidos. El contexto internacional en esta oportunidad se mostró lo suficientemente flexible como para permitirle a nuestro país semejante jugada. La presencia de una nación sudamericana en la coalición era funcional a las necesidades de los protagonistas de la contienda de legitimar internacionalmente una operación de la envergadura de Tormenta del Desierto de tal manera que no fuese vista por los estratégicamente imprescindibles aliados árabes como una incursión imperialista de Estados Unidos.



Luego del discurso del presidente George Bush del 11 de septiembre de 1.990, en el que el presidente estadounidense hizo referencia al surgimiento de un Nuevo Orden Internacional, Menem percibió claramente que el sistema estaba ante una instancia excepcional de redefinición de sus reglas de juego futuras. Se trataba de un momento en el que había dos alternativas dicotómicas de opción estratégica: 1) neutralismo absoluto como rasgo general de su política exterior (respondiendo a una de las más constantes variables de la política exterior argentina que subsistía aún en esa época); o bien 2) adhesión irrestricta al esquema planteado por Washington y participación activa dentro del mismo (aún sin la solicitud expresa de la potencia del norte). De esta actitud, se obtendrían claros beneficios, y se minimizarían los costos en todo sentido. Los beneficios, como bien lo expresó Escudé tiempo después de las operaciones, implicarían:


a) entrenamiento gratis y del mejor nivel para la Armada Argentina; 

b) buenos sueldos para los hombres que participaron de la operación (cosa que escasea en esta época de bancarrota del Estado argentino);
 
c)importantes negocios en la reconstrucción de Kuwait en el campo de barrido de minas y en la extinción de incendios de pozos petroleros; 

d)un incipiente nuevo rol para unas fuerzas armadas argentinas que están gravemente necesitadas de una razón de ser y de una misión significativa, ahora que las principales hipótesis de conflicto con los países limítrofes han quedado descartadas”. (Escudé, 1.989:39).


Los costos, medidos en términos económicos no habrían de producirse, dado que se acordó con los países directamente afectados por la crisis, que serían éstos los principales financistas de la participación de nuestras tropas en la coalición libertadora. 
En efecto, cuando el ministro de energía y agua de Kuwait visitó Argentina a mediados de septiembre de 1.990 para solicitar oficialmente la participación de nuestras fuerzas en la coalición libertadora, la condición fue el compromiso del Emirato de depositar 22 millones de dólares en un banco londinense para financiar las operaciones. 
En septiembre de 1.990, las arcas de la República se veían absolutamente imposibilitadas de costear las operaciones de la Armada, a pesar de la voluntad política demostrada por el gobierno.


En el caso concreto que estoy estudiando, el representante del Ejecutivo que más actividad desplegó después del presidente para la implementación de la decisión y su posterior defensa, fue sin dudas el entonces Ministro de Relaciones Exteriores Domingo Cavallo. 

Apenas se produce la invasión iraquí de Kuwait, Menem comenta a su Canciller que tiene intenciones de mandar tropas a la zona; dado que avisoraba la formación de una coalición internacional contra el régimen de Saddam Hussein, de la que no quería quedar fuera. 
De la misma manera, adhiere sin demora a la resolución 661 del Consejo de Seguridad de la ONU, que preveía sanciones económicas y comerciales contra el o iraquí. Sin embargo, Cavallo no se mostraba demasiado convencido al comienzo del envío de fuerzas al Golfo. Específicamente porque calculaba que tal determinación acarrearía costos políticos internos, según lo demostraban las opiniones de otros funcionarios que había consultado. Menem, con todo, exhortó a su ministro a literalmente “no escuchar a nadie que se opusiese a su iniciativa”.

Cavallo considera que Argentina debería actuar adhiriendo a las medidas que las Naciones Unidas tomasen con relación a Irak, pero consideraba exagerado el envío de tropas a la región. A pesar de esto, el presidente envió a su ministro a sondear opiniones al exterior para que se convenciera por sí mismo de lo acertado de su decisión. Así se entrevistó en Italia con el demócrata cristiano Primer Ministro Andreotti; con el socialdemócrata presidente Craxi y con su Canciller De Michelis, de la misma extracción partidaria. 
Los tres políticos se mostraron interesados en la participación argentina en las operaciones de algún modo, dado que la presencia de un Estado latinoamericano contribuiría a legitimar diplomáticamente las acciones de las naciones Unidas (embargo total, según la resolución 661/90 del Consejo de Seguridad) ante el resto los países árabes, que no verían detrás de todo una acción estadounidense tendiente a agredir al Islam, como proclamaba Hussein.

En los mismos términos se pronunciaron el presidente egipcio Mubarak, y su entonces Canciller Boutros Galhi. Ante estos argumentos, Cavallo se convenció definitivamente que Argentina debía participar no solamente de las sanciones, sino que también debía mandar tropas en caso de conformarse una coalición militar multinacional para apoyar tales medidas. 
En virtud de ello, instruye a su jefe de gabinete, Guillermo Seita, para que consulte al Consejo Superior de Embajadores - órgano que según el artículo 26 de la Ley de Servicio Exterior fue creado para asesorar al Canciller en materia de política exterior – para que se elaborase un plan para el envío de fuerza al Golfo. A partir de ese momento, aunque de manera subordinada a la férrea voluntad presidencial, entra a jugar en este proceso decisorio el segundo actor de este proceso decisorio: la Cancillería argentina.

Es destacable el hecho que Cavallo, a diferencia de su sucesor Guido Di Tella, consultaba frecuentemente al Consejo Superior de Embajadores, además de a sus asesores privados. En esta ocasión, en le mencionado órgano, todos, salvo el Embajador Lucio García del Solar se pronunciaron a favor de la medida. Sin embargo, otros sectores del Palacio San Martín se manifestaron en desacuerdo con el posible envío de tropas. Desde el punto de vista de los funcionarios encargados del área de política exterior del ministerio, se adujo que el involucramiento argentino quebraría la larga tradición argentina de neutralidad en los conflictos bélicos extrarregionales.

Este argumento fue decididamente desechado por el presidente, dado que su visión era que la posición neutral de la República en las dos conflagraciones globales había ocasionado dificultades para la posterior inserción exitosa del país en los sistemas internacionales surgidos de ambas posguerras. Menem estaba convencido, según lo manifestó en reiteradas oportunidades a lo largo de septiembre de 1.990, que la participación argentina en el bando aliado en la crisis del Golfo Pérsico, facilitaría el ingreso del país en el sistema económico mundial de la posguerra fría, logrando de esa manera un incremento instantáneo del flujo de inversiones extranjeras al país.

Es necesario destacar que a pesar del optimismo presidencial, el mismo embajador estadounidense ante Argentina, Terence Todman, aún habiendo expresado el beneplácito de su gobierno por la iniciativa nacional, se encargó de dejar en claro que la ayuda militar de nuestro país al suyo ante la emergencia en cuestión no sería algo que cambiaría las relaciones económicas bilaterales; que no implicaría un aumento automático del flujo de inversiones del país del norte; y que no supondría un cambio de fondo en el tratamiento de la deuda externa. Otro sector que no se declaró enteramente favorable al envío de tropas nacionales al Golfo, fue la secretaría legal de la Cancillería.

En efecto, el 29 de agosto de 1.990, cuando de hecho Menem ya había tomado su decisión, Horacio Basabe, consejero legal del Palacio San Martín, elaboró un memorando secreto en el que especificaba que el Poder Ejecutivo debería consultar al Congreso Nacional para la salida de fuerzas nacionales en caso de solicitud de los países citados en el párrafo 1 de la resolución 665 del Consejo de Seguridad de la ONU. La Carta de San Francisco es ley de la Nación. 

En su capítulo VII, más concretamente en su artículo 43 queda establecida la obligación de los miembros de la organización de colaborar con la ayuda necesaria para el mantenimiento de la paz y seguridad internacionales. Lo cierto es que de una u otra manera, el Consejo de Seguridad no demandó oficialmente la participación argentina en una fuerza de paz.

Por esto, una iniciativa como la que se proponía Menem, debería contar con la anuencia legislativa correspondiente. A pesar de lo acertado del memorando de chancillería, Menem ordenó la elaboración de otro documento un día después del anuncio del envío de las fuerzas argentinas al Golfo, rectificando el precedente. En este último texto constaba que la secretaría legal del ministerio no había hecho un análisis exhaustivo de todas las posibilidades ofrecidas por la resolución 665, sino que se había limitado a responder la pregunta planteada. Finalmente, llegó el momento de la decisión. 

Menem estaba totalmente seguro del paso que estaba dando. Y el 19 de septiembre de 1.990 se firmó el decreto correspondiente. De esta manera, el Destructor Almirante Brown, la Corbeta Misilística Spiro fueron enviados junto a dos helicópteros al Golfo. Violando las disposiciones del artículo 67 (actual artículo 75 inciso 28) de la Constitución Nacional, no pidió la autorización del Congreso para la salida de nuestras fuerzas. El presidente justificó su decisión en términos políticos en reiteradas oportunidades a partir de esa fecha

Es muy clara la postura interesada, racional (en términos de cálculo frío de costos y posibles beneficios) del entonces presidentes. Además de esto, realiza un habilísimo manejo discursivo retomando las ideas del Perón de 1.946, quien creía que en caso de estallar una Tercera Guerra Mundial, Argentina saldría beneficiada por tener la posibilidad de vender sus productos alimenticios a todo el mundo; justamente en el mismo momento que más se alejaba de los postulados tradicionales del justicialismo en materia de política exterior; como lo eran la Tercera Posición o el no – alineamiento. Claro que los beneficios por la participación en la Guerra del Golfo no pasaron más allá de la participación de nuestras tropas en un desfile conjunto con las tropas vencedoras.

EXTRAIDO DEL LIBRO DE SESIONES 5082 CAMARA DE SENADORES DE LA NACION REUNION 353

Esta verdadera sobreactuación de nuestra política exterior no ayudó a borrar la mala imagen argentina en la memoria histórica estadounidense. Prueba de ello son las palabras del embajador Todman comentadas algunos párrafos más arriba y el hecho que, años más tarde, Washington siguió comportándose hacia la región pensando en términos de balance de poderes. Porque si bien otorgó a la Argentina el rango de principal aliado extra OTAN; apoyó a Brasil en su candidatura a miembro permanente del Consejo de Seguridad (aspiración argentina) – siendo que Brasil no se alineó con Estados Unidos en la crisis del Golfo; y permitió la compra de aviones de combate sofisticados a Chile. Además, jamás dejó de presionar a nuestro país por cuestiones económicas, comerciales o de seguridad cuando algún lobby interno así lo exigía.

Tengo sobre ini escritorio el informe que elevó la Consejería Legal (la Cancillería el 29 de agosto de 1990, cuando surgió este problema. Allí, nítidamente se aconsejaba el tratamiento ele este asunto en el Parlamento. No se les hizo caso, Mandamos los barcos. Y resulta (ilegal después, cuando vino aquí el canciller, le pregunté cómo se financia todo esto -hay senadores que lo pueden atestiguar-. 

El nos dijo que Kuwait había establecido una financiación que, hasta el 15 de enero, implicaba el gasto de 18.900.000 dóhues, Entonces, de continuar en la zona luego del 15 de enero, habrá que realizar otra financiación.

Le pedí al canciller que sacara 20.000.000 de dólares de las reserva  del Banco Central y  lo pagáramos nosotros, porque si el gobierno dispone que los barcos permanezcan en la zona, tambien tiene (que hacerlo en cuanto a que no sea cubierto con cuotas aportadas por los países totalmente interesados, sino con nuestro propio capital. Es una forma de resguardar nuestra propia dignidad. 

Y también el señor miembro informante dijo que lo (vida esta en juego es el concepto de una nueva seguridad colectiva. Esto requiere que pensemos en cual ha sido la idea capital para mandar esos barcos cuando países que están en el Consejo de Seguridad no lo han hecho. Por ejemplo, la Unión Soviética votó y aprobó todas estas resoluciones pero no envió un solo soldado; y nadie me puede decir que esa nación, a pesar de la deformación y de la crisis que hace parecer que la gastado  se está ensuciando, no va a participar del nuevo orden internacional. Pero éste nuevo orden que tiene que surgir debe ser precisamente eso y no una persistencia del actual.

 Ahora, se juntan los siete grandes y le dicen el mundo cómo tiene que comer, cómo tiene que vivir, hasta dónde pueden tener techo y hasta dónde pueden tener libros

23/3/24

GUERRA DEL GOLFO PERSICO (1990 - 1991)



Te explicamos qué fue la guerra del Golfo, cuáles fueron sus antecedentes y sus resultados. Además, las resoluciones de la ONU sobre el conflicto.


Una alianza internacional liderada por Estados Unidos intervino en la guerra del Golfo en contra de Irak.

¿Qué fue la guerra del Golfo?

La guerra del Golfo (1990-1991), también llamada “segunda guerra del Golfo” (mientras que la “primera” se refiere a la guerra entre Irán e Irak de 1980 a 1988), fue un conflicto militar internacional que involucró a varios países. El conflicto se inició cuando el líder de Irak, Saddam Hussein, acusó a Kuwait de sobreproducir petróleo, generar la caída de su precio y explotar las reservas petroleras de Rumaila, que se encontraban del lado iraquí de la frontera.

En 1990, las tropas iraquíes invadieron Kuwait y ocuparon el país. Ante el temor por las reservas de petróleo, Estados Unidos, Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos y el Reino Unido se aliaron en contra de Irak e intervinieron directamente en el conflicto, cada uno en defensa de sus propios intereses. A su vez, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) demandó la retirada de las tropas iraquíes.

Las tropas extranjeras aliadas atacaron a los iraquíes por aire, por tierra y por mar. A través de la famosa campaña “Operación Tormenta del Desierto”, lograron penetrar Irak y obtener la rendición de Huseín en 1991.

Como resultado de la guerra, se estima que murieron más de cien mil personas. La mayoría de los caídos fueron soldados iraquíes, pero se estima que las víctimas fatales civiles en Irak y Kuwait ascienden a quince mil muertos.Ver además: Conflictos en Medio Oriente
Antecedentes de la guerra del Golfo

En 1960, en el marco del proceso de descolonización de Asia, el Reino Unido se retiró de Medio Oriente. Desde entonces, Irak reclama como propio el territorio de Kuwait, emplazado en un espacio de gran importancia económica y política.

Allí se encuentra la tercera reserva más grande del mundo de petróleo y, además, su ubicación dificulta el acceso iraquí al golfo Pérsico (principal vía de comercio del petróleo). Por otro lado, la economía iraquí se encontraba en declive y sus recursos económicos estaban agotados tras la larga guerra entre Irán e Irak (1980-1988).

El 17 de abril de 1990, Saddam Hussein (líder de Irak) acusó al gobierno de Kuwait de sobreproducir petróleo y generar una caída del precio del petróleo que afectaba el comercio de manera internacional. Además, denunció que empresas kuwaitíes estaban explotando yacimientos petrolíferos en la región de Rumaila, en territorio iraquí. En los meses siguientes, se llevaron a cabo diferentes negociaciones para evitar un conflicto armado. Finalmente, las tensiones desembocaron en un ataque iraquí.Ver también: Guerra Irán-Irak (1980-1988)

Desarrollo de la guerra del Golfo

En la Operación Tormenta del Desierto, las fuerzas internacionales bombardearon Irak para forzar su retirada.

El 2 de agosto de 1990, 100.000 soldados iraquíes atravesaron la frontera e invadieron Kuwait. El 8 de agosto, Huseín proclamó la anexión oficial del país. Al día siguiente, George W. Bush (el presidente de Estados Unidos) anunció el envío de tropas norteamericanas a Arabia Saudita, uno de sus principales aliados en Medio Oriente, con el objetivo de asistirla en la defensa de sus fronteras. Al mismo tiempo, se organizó un boicot económico internacional con el apoyo de la ONU contra la economía iraquí.

En los meses siguientes, las fuerzas internacionales en contra de Irak continuaron llegando. En total, se calcula que en el conflicto intervinieron 500.000 soldados de Estados Unidos, 65.000 de Arabia Saudita, 43.000 de Emiratos Árabes Unidos y 35.000 del Reino Unido.

En noviembre de 1991, el Consejo de Seguridad de la ONU emitió un ultimátum y aprobó que los Estados miembro “usaran los medios necesarios” para asegurar la retirada iraquí de Kuwait. Ante la negativa iraquí, el 15 de enero los aliados internacionales comenzaron una campaña de bombardeo intensivo sobre Irak conocida como “Operación Tormenta del Desierto”.

Esto facilitó el ataque posterior por tierra que comenzó el 23 de febrero y, en apenas cuatro días, avanzó sobre el territorio iraquí. Finalmente, Huseín debió rendirse y aceptó el cese al fuego para el 28 de febrero de 1991.
Resultados de la guerra del Golfo



La guerra del Golfo finalizó con la derrota de Irak por parte de las fuerzas aliadas internacionales. Irak debió aceptar sus límites territoriales previos a la guerra y Kuwait recuperó su estatus independiente.

Huseín también tuvo que acceder al desarme de las armas de destrucción masiva y de los misiles de largo alcance que tenía en su posesión. Además, en los años posteriores debió enfrentar diferentes castigos económicos.

Se calcula que como resultado de la guerra, murieron 110.000 soldados iraquíes, 10.000 civiles iraquíes, 5.000 civiles de Kuwait y 300 soldados de las fuerzas extranjeras. Además, durante la retirada de las tropas, Huseín ordenó el incendio de más de 700 pozos de petróleo de Kuwait, lo que generó un desastre ambiental que afectó a toda la región.

Acciones de la ONU sobre la Guerra del Golfo (1990-1991)

ARA SPIRO


Durante la Guerra del Golfo, la intervención de la ONU jugó un papel importante en el devenir de los sucesos. En 1990, la ONU emitió una serie de resoluciones que condenaban la invasión a Kuwait e instaban a las fuerzas militares de Irak a retirarse. Además, mediante la Resolución 661 estableció el bloqueo político y económico internacional contra Irak. Unos meses más tarde, mediante la resolución 670, la ONU autorizó a las tropas internacionales el uso de “todos los medios necesarios” para lograr la rendición de las tropas iraquíes.

Las resoluciones de la ONU sobre el Conflicto del Golfo


Resolución 660 (1990), 2 de agosto de 1990

El Consejo de Seguridad

"Alarmado por la invasión de Kuwait el 2 de agosto de 1990 por las fuerza militares de Irak,

Determinando que, en relación con la invasión de Kuwait por Irak, existe un quebrantamiento de la paz y la seguridad internacionales,

Actuando de conformidad con los Artículos 39 y 40 de la Carta de las Naciones Unidas,

1. Condena la invasión de Kuwait por Irak

2. Exige que Irak retire de inmediato e incondicionalmente todas sus fuerzas a las posiciones en que se encontraban el 1 de agosto de 1990;

3. Exhortar a Irak y Kuwait a que inicien de inmediato negociaciones intensivas para resolver sus diferencias y apoya todos los esfuerzos que se realicen al respecto, y especialmente los de la Liga de los Estados Árabes;

4. Decide volver a reunirse, según sea necesario, a fin de considerar la adopción de otras medidas para asegurar el cumplimiento de la presente resolución."


Resolución 661 (1990), 6 de agosto de 1990

El Consejo de Seguridad

Reafirmando su resolución 660 (1990), de 2 de agosto de 1990,

"Profundamente preocupado porque esa resolución no se ha aplicado y porque de vida y destrucción de bienes,

Decidido a poner fin a la invasión y ocupación de Kuwait por Irak y a restablecer la soberanía, independencia e integridad territorial de Kuwait,

Observando que el Gobierno legítimo de Kuwait ha expresado su disposición a cumplir la resolución 660 (1990),

Consciente de sus responsabilidades en virtud de la Carta de las Naciones Unidas respecto del mantenimiento de la paz y seguridad internacionales,

Afirmando el derecho inmanente de legítima defensa, individual o colectiva, en respuesta al ataque armado de Irak contra Kuwait, de conformidad con el artículo 51 de la Carta,

Actuando de conformidad con el Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas,

1. Determina que, hasta ahora, Irak no ha cumplido con el párrafo 2 de la resolución 660 (1990) y ha usurpado la autoridad del Gobierno legítimo de Kuwait;

2. Decide, como consecuencia, tomar las siguientes medidas para lograr que Irak cumpla con el párrafo 2 de la resolución 660 (1990) y restablecer la autoridad del Gobierno legítimo de Kuwait:

3. Decide que todos los Estados impedirán:

a) la importación a sus territorios de todos los productos originarios de Irak o Kuwait que sean exportados desde estos después de la fecha de la presente resolución;

b) todas las actividades de sus nacionales o en sus territorios que promuevan o tengan por objeto promover la exportación o el transbordo de cualesquiera productos o bienes de Irak o Kuwait, y cualesquiera transacciones por sus nacionales o por buques de su pabellón o en sus territorios de productos o bienes originarios de Irak o Kuwait y exportados desde éstos a partir de la fecha de la presente resolución, incluidas en particular cualesquiera transferencias de fondos de Irak o Kuwait para atender a esas actividades o transacciones;

c) la venta o suministro por sus nacionales o desde sus territorios o mediante la utilización de buques con sus pabellones de cualesquiera productos o bienes, incluidas las armas y cualquier otro tipo de equipo militar, originarios o no de sus territorios, pero excluidos los suministros destinados estrictamente a fines médicos, y, en circunstancias humanitarias, los alimentos, a cualquier persona o entidad en Irak o Kuwait, o a cualquier persona o entidad en relación con cualesquiera negocios realizados en Irak o Kuwait, o dirigidos desde éstos, y cualesquiera actividades de sus nacionales que tengan por objeto promover tal venta o suministro de esos productos o bienes;

4. Decide que todos los Estados se abstendrán de poner a disposición del Gobierno de Irak, o de cualquier empresa comercial, industrial o de servicios públicos que opere en Irak o Kuwait, cualesquiera fondos o cualesquiera otros recursos financieros o económicos, e impedirán que sus nacionales y cualesquiera personas que se encuentren en sus territorios retiren de éstos o pongan de otra manera a disposición de ese Gobierno o de esas empresas, cualesquiera de esos fondos o recursos y remitan cualesquiera otros fondos a personas o entidades que se encuentren en Irak o Kuwait, con la única excepción de los pagos con fines estrictamente médicos o humanitarios y, en circunstancias humanitarias, los alimentos:

5. Exhorta a todos los Estados, incluidos los Estados que no son miembros de las Naciones Unidas, a que actúen en estricta conformidad con las disposiciones de la presente resolución, independientemente de cualquier contrato suscrito o licencia otorgada antes de la fecha de la presente resolución;

6. Decide establecer, de conformidad con el artículo 28 del reglamento provisional del Consejo de Seguridad, un comité del Consejo de Seguridad integrado por todos los miembros del Consejo para que realice las tareas indicadas a continuación e informe al Consejo sobre su labor y le presente observaciones y recomendaciones:

a) Examinar los informes sobre la aplicación de la presente resolución que ha de presentar al Secretario General:

b) Obtener de todos los Estados más información sobre las medidas que adopten en relación con la aplicación efectiva de las disposiciones de la presente resolución;

7. Exhorta a todos los Estados a que presten toda su colaboración al comité en la realización de sus tareas, incluido el suministro de la información que pueda solicitar en cumplimiento de la presente resolución;

8. Pide al Secretario General que preste toda la asistencia necesaria al comité y que tome las disposiciones necesarias en la Secretaría con ese objeto;

9. Decide que, no obstante lo dispuesto en los párrafos 4 a 8 supra, ninguna de las disposiciones de la presente resolución prohibirá que se preste asistencia al Gobierno legítimo de Kuwait, y exhorta a todos los Estados a que:

a) Tomen medidas adecuadas para proteger los bienes del Gobierno legítimo de Kuwait y de sus organismos:

b) Se abstengan de reconocer cualquier régimen establecido por la potencia ocupante;

10. Pide al Secretario General que informe al Consejo sobre la aplicación de la presente resolución y que presente el primer informe al respecto dentro de 30 días;

11. Decide mantener este tema en su orden del día y continuar sus esfuerzos para poner fin cuanto antes a la invasión de Kuwait por Irak."

ARA BROWN



Resolución 665 (1990), 25 de agosto de 1990

El Consejo de Seguridad

"Recordando sus resoluciones 660 (1990), 661 (1990), 662 (1990) y 664 (1990) y exigiendo su aplicación cabal e inmediata,

Habiendo decidido en la resolución 661 (1990) imponer sanciones económicas en virtud del Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas,

Decidido a poner fin a la ocupación de Kuwait por Irak, que compromete la existencia de un Estado Miembro, y a restablecer la autoridad legítima, la soberanía, la independencia y la integridad territorial de Kuwait, lo que exige la pronta aplicación de las resoluciones mencionadas,

Lamentando la pérdida de vidas inocentes causada por la invasión de Kuwait por Irak y decidido a evitar mas pérdidas,

Gravemente alarmado por el hecho de que Irak sigue negándose a cumplir con las resoluciones 660 (1990), 661 (1990) y 664 (1990), y en particular con la conducta del Gobierno de Irak al utilizar buques de bandera iraquí para exportar petróleo,

1. Insta a los Estados Miembros que cooperan con el Gobierno de Kuwait que están desplegando fuerzas marítimas en la región a que utilicen las medidas proporcionales a las circunstancias concretas que sean necesarias bajo la autoridad del Consejo de Seguridad para detener a todo el transporte marítimo que entre y salga a fin de inspeccionar y verificar sus cargamentos y destinos y asegurar la aplicación estricta de las disposiciones relativas al transporte marítimo establecidas en la resolución 661 (1990);

2. Invita a los Estados Miembros a que cooperen, según sea necesario, para asegurar el cumplimiento de las disposiciones de la resolución 661 (1990), recurriendo al máximo a medidas políticas y diplomáticas, con arreglo al párrafo 1 supra:

3. Pide a todos los Estados que presten con arreglo a la Carta la asistencia que requieran los Estados mencionados en el párrafo 1 de esta resolución;

4. Pide además a los Estados interesados que coordinen su acción en cumplimiento de los párrafos de esta resolución que anteceden utilizando según corresponda el mecanismo del Comité de Estado Mayor y luego de consultar con el Secretario General presenten informes al Consejo de Seguridad y a su Comité establecido en virtud de la re solución 661 (1990) para facilitar la vigilancia de la aplicación de esta resolución;

5. Decide continuar ocupándose activamente de esta cuestión."


Resolución 670 (1990) 29 de noviembre de 1990

El Consejo de Seguridad

"Recordando y reafirmando sus resoluciones 660 (1990), 661 (1990), 662 (1990), 664 (1990), 665 (1990), 666 (1990), 667 (1990), 669 (1990),

Observando que a pesar de todos los esfuerzos desplegados por las Naciones Unidas Irak rechaza satisfacer su obligación de aplicar la resolución 660 (1990) y las resoluciones posteriores, desafiando abiertamente al Consejo,

Teniendo presentes los deberes y las responsabilidades que la Carta de las Naciones Unidas le asigna en relación al mantenimiento y la preservación de la paz y de la seguridad internacional.

Decidido a hacer respetar plenamente sus decisiones, Actuando en aplicación del Capítulo VII de la Carta de las Naciones Unidas,

1. El Consejo exige que Irak se ajuste plenamente a la resolución 660 (1990) y a todas las resoluciones pertinentes posteriores y, sin retractarse de ninguna de sus decisiones decide acordarle un período de gracia para darle una última oportunidad de hacerlo;

2. Autoriza a todos los Estados miembros que cooperan con el Gobierno de Kuwait, si el 15 de enero de 1991 Irak no ha cumplido plenamente todas las resoluciones mencionadas conforme al párrafo 1 anterior, a utilizar todos los medios necesarios para hacer respetar y aplicar la resolución 660 (1990) del Consejo de Seguridad y todas las resoluciones pertinentes posteriores, así como para establecer la paz y la seguridad internacionales en la región;

3. Pide a todos los Estados que aporten el apoyo necesario a las medidas previstas en el párrafo 2 de la presente resolución;

4. Pide a los Estados interesados que le mantengan regularmente informado de las disposiciones que tomen en aplicación de los párrafos 2 y 3 de la presente resolución;

5 Decide seguir ocupándose de la cuestión."


Resolución 686 (1991), 2 de marzo de 1991

El Consejo de Seguridad

Recordando y reafirmando sus resoluciones 660 (1990) (...) y 678 (1990)

"Recordando las obligaciones que incumben a los Estados Miembros de conformidad con el Artículo 25 de la Carta,

d) Proporcione información y asistencia de toda índole para identificar las minas, las trampas explosivas y otros explosivos iraquíes, así como las armas y materiales químicos y biológicos que se encuentren en Kuwait, en las zona del Irak en que se encuentren presentes temporalmente fuerzas de los Estados Miembros que cooperan con Kuwait de conformidad con la resolución 678 (1990) y en las aguas adyacentes.

4. Reconoce que, durante el período necesario para que el Irak cumpla lo dispuesto en los párrafos 2 y 3 que anteceden, las disposiciones del párrafo 2 de la resolución 678 (1990) conserva su validez.

5. Acoge con beneplácito la decisión de Kuwait y de los Estados Miembros que cooperan con Kuwait de conformidad con la resolución 678 (1990) de permitir el acceso a los prisioneros de guerra iraquíes y comenzar de inmediato a ponerlos en libertad de conformidad con los términos del Tercer Convenio de Ginebra de 1949 y con los auspicios del Comité Internacional de la Cruz Roja.

6. Pide a todos los Estados Miembros, así como a las Naciones Unidas, los organismos especializados y demás organizaciones internacionales del sistema de las Naciones Unidas, que tomen las medidas necesarias para cooperar con el Gobierno y el pueblo de Kuwait en la reconstrucción del país.

7. Decide que el Irak notifique al secretario General y al Consejo de Seguridad una vez que haya adoptado las medidas establecidas anteriormente.

8. Decide que, a fin de asegurar el rápido establecimiento de un cese definitivo de las hostilidades, seguirá ocupándose activamente de la cuestión."

12/3/24

EXISTEN LEY QUE AVALAN PARA CONDECORACIONES..







Ley 21.577

FACULTAD DEL MINISTERIO DE DEFENSA Y LAS FUERZAS ARMADAS PARA OTORGAR CONDECORACIONES.

BUENOS AIRES, 6 de mayo de 1977



En uso de las atribuciones conferidas por el Artículo 5 del
Estatuto para el Proceso de Reorganización Nacional,
EL PRESIDENTE DE LA NACION ARGENTINA
SANCIONA Y PROMULGA CON FUERZA DE LEY:

ARTICULO 1.- Establécese que el Ministerio de Defensa y las Fuerzas Armadas podrán otorgar distinciones para premiar hechos heroicos y acciones de mérito extraordinario, individuales o de conjunto.

ARTICULO 2.- El Ministerio de Defensa y los Comandos en Jefe de cada una de las Fuerzas Armadas dictarán las consecuentes reglamentaciones a efectos de aplicar las disposiciones del artículo anterior, adaptándolas como resulte más conveniente a su modalidad y naturaleza específica, debiendo ser comunes las características de las distinciones y sus causales de otorgamiento.

ARTICULO 3.- El Comando en Jefe del Ejército, Comando en Jefe de la Armada y Comando en Jefe de la Fuerza Aérea extenderán las disposiciones de las reglamentaciones a que se refiere el artículo anterior al personal de la Dirección Nacional de Gendarmería, Prefectura Naval Argentina y Policía Aeronáutica respectivamente.

ARTICULO 4.- Comuníquese, publíquese, dése a la Dirección Nacional del Registro Oficial y archívese.

VIDELA - Klix -

2/3/24

LA HISTORIA DEL EMBAJADOR DE KUWAIT EN ARGENTINA

 

ABDULLAH ALI ALYAHYA

“Estuve 45 días bajo fuego”: la historia del embajador de Kuwait en Argentina que luchó contra las tropas de Sadam Husein

Abdullah Ali Alyahya formó parte de la coalición que liberó el país en 1991 en la recordada e histórica “Tormenta del Desierto”. Fue uno de los más de 1.500 traductores que trabajaron con Estados Unidos y otras potencias.

Las guerras son dañinas, evitables y generan marcas que jamás se borrarán entre quienes las viven. Llegan de un momento al otro y, cuando ocurren, todo cambia. Eso es lo que le sucedió a aquel joven de 24 años que salía de la casa en la que vivía con su madre en el centro de la capital de Kuwait cuando de repente se encontró con helicópteros militares iraquíes que le sobrevolaban la cabeza. Era el 2 de agosto de 1990, el día en que Sadam Huseim invadió Kuwait y dio comienzo a lo que luego se llamaría la Guerra del Golfo.

Aquel joven es hoy el actual embajador de Kuwait en la Argentina. “Nunca tuve miedo y estoy orgulloso de haber participado en este proceso para liberar a mi país, aunque espero que estas guerras no se repitan nunca más”, relató Abdullah Ali Alyahya durante una entrevista con TN.com.ar. Como traductor de las tropas norteamericanas, con tan sólo 24 años Alyhya formó parte de la histórica coalición que expulsó a Irak de Kuwait y le puso un freno a las ambiciones militares de Sadam Husein en lo que se conoció como la “Tormenta del Desierto”.

Fueron años muy convulsionados en Oriente Medio. Irak venía de ser derrotado en una guerra de ocho años con su vecino Irán y Husein tenía, por un lado, un ejército de casi un millón de hombre listos para entrar en acción y, por el otro, una reputación que recuperar. Su decisión -errónea- fue invadir Kuwait, otro país limítrofe. “En la televisión veíamos que había enfrentamientos en la frontera, pero jamás nos imaginamos que iban a tomar el país como lo hicieron”, cuenta con tristeza el diplomático kuwaití.

Fue una etapa muy difícil que ningún ser humano querría vivir”, admite el actual embajador de Kuwait en la Argentina, para luego agregar: “Estoy intentando olvidarme de todo esto, no quiero transmitir este mensaje a las generaciones actuales porque digo que todo pasó por una persona que era un dictador que gobernó Irak por mucho tiempo y mi deseo es que nunca se repita una experiencia así”. Casi un millón de soldados integraron aquella coalición formada por 34 países y encabezada por los Estados Unidos. Abdullah Ali Alyahya era uno de ellos.

- ¿Cómo llegó a unirse a las tropas norteamericanas como traductor?

- Cuatro meses después de la invasión nos vimos obligados a dejar Kuwait junto a mi familia. Fuimos a los Estados Unidos porque por aquel entonces mi hermano mayor trabajaba en la embajada en Washington. A la semana de haber llegado el gobierno de Bush anunció que los estudiantes kuwaitíes podían unirse a las tropas como traductores. Con el apoyo de mi madre que me dijo que no me podía quedar de brazos cruzados, no dudé un instante y tomé la decisión de participar.

- ¿Cómo fue la preparación para el conflicto?

- La operación empezó en suelo norteamericano. Primero nos mandaron a una base militar de Nueva Jersey donde tuvimos un curso intensivo para disparar y capacitarnos para la guerra nocturna, química y todo tipo de conocimiento bélico. Luego viajamos a Arabia Saudita, un día antes del inicio de los bombardeos. Estuvimos 45 días bajo fuego. Era triste ver todas las víctimas fatales de Irak, pero también era alegre sentir que el país se estaba liberando.

- ¿Cuál era el trabajo que hacía como traductor?

- Escuchábamos llamadas entre las tropas iraquíes y también traducíamos en el campamento de prisioneros de Irak, aquellos soldados que se entregaban por miedo o porque no querían la guerra. Había muchos iraquíes que estaban en contra de esta guerra y esperaban el momento de la liberación para estar a salvo de las ejecuciones que realizaban contra quienes estaban en contra del conflicto en Irak.

Abdullah Ali Alyahya formó parte de un equipo de casi 1.500 traductores que trabajaron día y noche en las tiendas de campaña ubicadas en Arabia Saudita, base de operaciones de la coalición de potencias occidentales. En aquellos años Estados Unidos empezaba a tener muchos soldados ocios dada la decadencia de la Unión Soviética. Al punto tal que, como relata el embajador de Kuwait, “muchos uniformados habían viajado directamente desde Alemania”.

- ¿Qué recuerdo tiene de las horas previas al inicio de la llamada “Tormenta del Desierto”?

- Las horas previas fueron muy cortas. Como soldados no sabíamos cuándo iba a comenzar la operación terrestre. Ya había ataques aéreos que habían sido autorizados por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pero el terrestre era el más importante para lograr la liberación de Kuwait. Recuerdo que era un día muy lluvioso cuando el general vino a la tienda y dijo: ‘¿Están listos para liberar a su país?’.

Sólo cuatro días les llevó sacar a Sadam Husein de Kuwait y tomar parte de Irak. La operación terrestre comenzó el 24 de febrero de 1991 y terminó el 28 de ese mismo mes. Alyahya cuenta que se movilizaron en 4 convoys distintos: uno directamente hacia Kuwait, otros dos a la zona fronteriza con Irak y un cuarto a Bagdad, la capital iraquí. “Desde adentro no me daba cuenta de la magnitud, pero según lo que supe fueron más de 24 kilómetros de vehículos de guerra”, relató con emoción el embajador durante la entrevista.

“Irak sufrió mucho por las políticas de una sola persona que masacró a su propio pueblo incluso antes de masacrar al pueblo de Kuwait”, reitera con énfasis Abdullah Ali Alyahya al hacer referencia a Sadam Husein, el histórico presidente iraquí que estuvo al frente del país hasta la invasión norteamericana en 2003 luego de los atentados a las Torres Gemelas.

Por su propio espíritu pero, en gran medida, por la experiencia vivida, el actual embajador de Kuwait en Argentina repite sin cansancio la importancia que tiene el diálogo y los vínculos políticos estables. “Hoy con Irak somos amigos”, se alegra. Lo mismo le sucede al hablar de la Argentina, con quien Kuwait “siempre tuvo relaciones fuertes, con todos los gobiernos, y cualquier cambio que se genera es positivo”, resumió hacia el final de una charla de casi una hora en uno de los principales salones de la embajada.